pamplona - La etnografía, la cultura propia, las prácticas coloniales, los rituales que se mantienen pese a la violencia y la vinculación a determinados lugares fueron los temas que protagonizaron la Sección Oficial ayer de la mano de cineastas que plantean diferentes abordajes en fondo y forma.

El cortometraje Jiíbie forma parte de una serie sobre los diferentes usos de la planta de coca, “más específicamente los usos tradicionales que se hacen en diferentes comunidades indígenas”, que son herencia de rituales “que estaban en América antes de la llegada de los europeos”. Esta película en concreto muestra la fabricación de un polvo verde a partir de la planta que la comunidad Muiná-Muruí llama jiíbie o mambe, “y trata de mostrar una cosmogonía que se genera a través de la planta” y un mito de origen vinculado por una niña que le enseña a la comunidad su uso pacífico. Huertas se interesó por profundizar en este tema porque Colombia, su país, “ha sido estigmatizado y martirizado por la industria de la cocaína” y ella quiere “mirar la planta de una manera diferente, y mostrar usos que la presentan no como un producto de consumo, sino como una subjetividad con quien establecer un diálogo que nos permita transformar nuestro vínculo con la naturaleza”, comentó la cineasta ayer ante los medios. Y reveló que este trabajo lo rodó en una comunidad de la zona de Leticia “que ha sido víctima de un genocidio que tiene que ver con el tráfico”. Y es que, en los 90, los barones de la droga retomaron las formas de explotación propias las caucherías, es decir, “sistemas de deudas y esclavitud” hacia las comunidades indígenas. Muchas personas murieron o “eran obligadas a trabajar en laboratorios en la selva”. Una de ellas fue Cristóbal Gómez, narrador de la película, que en su juventud vivió estas experiencias y tuvo que hacer frente a la contradicción que suponía trabajar para los narcos que estaban oprimiendo a su comunidad. “Las políticas y las economías vinculadas a la planta de la coca es una historia difícil, dura, y el hecho de que hayan resistido con los usos tradicionales es una respuesta a esa violencia del tráfico. Y ese uso es una sabiduría y un conocimiento está dentro de la comunidad y he tenido la fortuna de comprobarlo gracias a la relación que tengo con Cristóbal”. Todo esto puede enseñar a Colombia, como nación, “a relacionarnos con esta planta de una manera distinta y tal vez a no estar en una posición sistemáticamente represiva, sino más bien tratar de buscar otras políticas alrededor del uso de la planta”.

hacia el océano, hacia la orilla Los ritos de los ancestros también están presentes en Malni. Towards The Ocean, Towards The Shore, de Sky Hopinka, película rodada en la lengua de los indios chinook que sigue a dos personas, Jordan Mercier y Sweetwater Sahme, mientras deambulan y contemplan el más allá, la reencarnación y aquello que se encuentra entre ambos puntos.

Luis Arnías, por su parte, propone en Malembe un recorrido en torno a la definición de hogar. Su primera intención fue grabar en la casa de la aldea venezolana en la que nació su padre. “Quería hacer un retrato del lugar, pero mi cámara empezó a fallar y tuve que cortar el rodaje”. Cuando regresó a Boston, donde reside, pensó que para terminar la historia iba a tener que volver; hasta que se dio cuenta de que “expandir la idea de hogar y casa en ese momento era mucho más importante y empecé a filmar donde yo vivía”. Estos dos lugares empezaron a mezclarse “y eso es lo que da forma a la película”. El sonido, asimismo, es clave en esa conexión a pesar de la distancia, ya que el corto se apoya en el malembe, un canto afrolatino que funciona “como un eco”, de modo que los dos hogares de Luis resuenan en la película.

En su caso, Elena Duque ha vivido en varios lugares y acostumbra a vincularse a ellos a través de sus obras. “Cada proyecto es diferente, algunas veces tomo fotos y luego las animo, o grabo y más tarde añado collages y otros elementos; cada proyecto es diferente y trato de aprender en el proceso”, indicó la realizadora. Este año presenta Valdediós en la Sección Oficial. Se trata de una pieza de 3 minutos que partió de una filmación que hizo en las ruinas del Monasterio de Valdediós, en Asturias, y años después, “al verla, me di cuenta de que en casi todas las imágenes había puntos de fuga”, de modo que “decidí intervenir” con animaciones pintadas y collages en stop motion “para descubrir todos los mundos que habitaban allí”.

sin lobo, pero... También participó en la rueda de prensa Gerard Ortín, que el miércoles presentó Reserve, una historia filmada en una zona de Álava donde el lobo ha desaparecido, “aunque cuando fui me sorprendieron los mecanismos de fauna que existen para suplir su presencia”. Desde muladares para alimentar a los buitres, que ya no pueden alimentarse de las carcasas que dejaba el depredador, hasta orina que se coloca en los bordes de las carreteras para evitar que crucen los jabalíes y los corzos, y que llega de una empresa de EEUU que la embotella y la exporta. En este sentido, la película “presenta la reserva como un lugar excesivamente antropocéntrico”, indicó el realizador.

“El hecho de que los usos tradicionales de la planta hayan resistido es una respuesta a la violencia”

laura huertas

Directora de ‘Jiíbie’

“La película presenta la reserva como un lugar excesivamente antropocéntrico”

gerard ortín

Director de ‘Reserve’