OBK

OBK, referente del pop electrónico nacional, celebró sus más de tres décadas de carrera con un concierto en Sanfermines el 11 de julio a las 23.45 horas en la Plaza del Castillo. Jordi Sánchez, que actúa en solitario desde 2012, ofreció un show nostálgico y emotivo donde un público entregado coreó clásicos como Historias de amor, De qué me sirve llorar y La Princesa de mis sueños.

Con estética retro, luces frenéticas, vídeos hipnóticos y llamaradas de fuego, el espectáculo techno y enérgico de Sánchez contrastó con la programación que había acogido la plaza hasta entonces. “¡Esto no es un concierto ni una actuación, sino una fiesta!”, exclamó, marcando el tono de la noche.

Uno de los momentos más especiales llegó con La Princesa de mis sueños, cuando el público iluminó la plaza con linternas y lanzó pañuelos rojos a Sánchez para que se vistiera de pamplonica. La euforia colectiva se desató con temas como Lucifer, con una propuesta escénica teñida de rojo y repleta de llamas, en la que Sánchez bailó a la par del guitarrista Javi Pedreira.

 Tras presentar a los músicos y agradecer al público, al equipo técnico y al Ayuntamiento de Pamplona, el concierto cerró con la emblemática Historias de amor .

El escenario de OBK se llena de llamas durante el concierto. Anne Arguiñariz

Ladilla Rusa

Por su parte, Ladilla Rusa ofreció un espectáculo festivo, irreverente y cargado de crítica social, en el que combinó la rumba catalana con el electropop. El dúo formado por los periodistas Tania Lozano y Víctor F. Clares surgió como una broma en 2017, pero no tardó en saltar a la fama con éxitos como Bebo (de bar en peor), Criando Malvas o Macaulay Culkin, que se ha convertido en todo un himno de la verbena.

El concierto dio inicio haciendo un guiño a Superman y marcando el tono cómico del resto del espectáculo. Los focos rojos y azules, acompañados de una sirena de ambulancia, crearon una atmósfera peliculera, en la que irrumpieron los dos artistas, vestidos de superhéroes, con capas ondulantes por el aire de los ventiladores. “¡Bona nit Pamplona, llegan las mariconas de Barcelona!”, gritaron los artistas al unísono, como forma de presentación y se lanzaron a interpretar Madre mía el asco que me das, su single más reciente.

Los integrantes de Ladilla Rusa empiezan el concierto vestidos de superhéroes. Anne Arguiñariz

Durante el concierto, no faltaron los confeti, muñecos hinchables, vídeos divertidos y disfraces. Sonaron temas como Princesas , canción que reescribe las princesas Disney como “punkis, borrachas y republicanas” y ridiculiza convenciones de género; Todos los días lo mismo, donde se denuncia la precariedad de la clase trabajadora y con la que se presentaron a Eurovisión en 2022, y La Puta (M)ama, homenaje a las mujeres que se han dedicado a los cuidados, sin conseguir ningún tipo de remuneración o reconocimiento. 

Un momento a destacar fue cuando el escenario se convirtió en una capilla y los cantantes, disfrazados de curas, interpretaron la emblemática Criando Malvas, aprovechando para denunciar los abusos sexuales de la Iglesia. 

El frenético concierto llegó a su fin, después de una intensa hora de fiesta: “Amigas, nos tenemos que ir porque tengo una cita”, bromeó Víctor. Sin embargo, hubo hueco para una última canción: KITT y los Coches del Pasado, en la que los cantantes aprovecharon para reivindicar los derechos LGTB: “Para que podamos ser lo que queramos, donde queramos, los derechos no se negocian ni se debaten”. El público eufórico, los despidió con una gran ovación.