MADRID. Miles de incineraciones y entierros en soledad y decenas de capillas ardientes no celebradas. De Aute a Luis Sepúlveda y de Enrique Múgica a Landelino Lavilla, el coronavirus ha convertido también en íntimas las muerte de destacados representantes de la vida política, empresarial y artística del país.

No todos han fallecido por el COVID-19, varios arrastraban duras enfermedades y en otros la edad avisaba, pero para ninguno ha habido en estas últimas semanas homenajes públicos o tanatorios abarrotados.

Tiempo llevaba apartado de la vida pública el cantautor Luis Eduardo Aute, retirado de los escenarios desde que sufrió un grave infarto en 2016 y que falleció el 4 de abril en un hospital madrileño a los 76 años.

A falta de capillas ardientes, "Al alba" llenó las redes y varias generaciones escucharon de nuevo encerradas en su casa una voz que marcó una época y a la que esta semana se unió la del escritor y cineasta Luis Sepúlveda, víctima del coronavirus tras permanecer ingresado durante 48 días en un hospital de Oviedo.

El chileno asentado hace ya más de dos décadas en Gijón murió con 70 años, un puñado menos que los que llegó a cumplir la actriz Lucía Bosé (89), musa del cine italiano y matriarca de una saga de artistas que falleció a causa de una neumonía el 23 de marzo.

Junto a ellos, el historiador Carlos Seco Serrano, los músicos Manu Dibango y Ellis Marsalis, el dramaturgo Josep María Benet i Jornet, el mago Montty, el ganadero Borja Domecq o el modisto Juanjo Rocafort...

Varios nombres que definieron una era política han desaparecido también estas semanas, como el expresidente del Congreso de los Diputados y exministro de Justicia con Adolfo Suárez Landelino Lavilla, que a sus 85 años seguía trabajando como consejero del Consejo de Estado.

El Congreso de los Diputados ha anunciado que celebrará un acto de homenaje al que fue su presidente durante la primera legislatura cuando pase la emergencia sanitaria, un recuerdo en el que inevitablemente estará presente también Enrique Múgica, histórico dirigente socialista que asumió también la cartera de Justicia y fue durante años Defensor del Pueblo.

Su muerte, a los 88 años, obró el pasado 11 de marzo el milagro de aparcar la contienda política durante unas horas para honrar a un luchador por la democracia y elogiar su sentido de Estado.

Días antes había muerto José Folgado, quien ocupó diferentes Secretarías de Estado en los gobiernos del PP y fue presidente de Red Eléctrica, y esta semana han fallecido el expresidente aragonés Santiago Lanzuela y el exvicepresidente valenciano y ex director general de la Policía, Juan Cotino.

También murió, en marzo, Lorenzo Sanz, presidente del Real Madrid entre 1995 y 2000, con el Santiago Bernabeu cerrado a la espera del anunciado homenaje; y, este abril, el mundo del fútbol volvió a llorar por la muerte del serbio Radomir Antic, único que ha entrenado a lo largo de la historia del fútbol al Atlético de Madrid, Barcelona y al club blanco.

Por él, y también por las leyendas rojiblancas Joaquín Peiró, José Luis Capón y Miguel Jones, lució a media asta la bandera del Wanda Metropolitano. En el Real Madrid falleció otra leyenda de este deporte, Goyo Benito.

El 20 de marzo murió a los 83 años Carlos Falcó, marqués de Griñón, y días más tarde se conoció el fallecimiento, en París, de María Teresa de Borbón Parma, prima del rey Felipe VI y conocida como la "princesa roja".

El expresidente de Repsol Alfonso Cortina falleció ya en abril, a los 76 años; y el constructor Francisco Hernando, conocido como "el Pocero", a los 74.

Pero el virus se ha llevado también vidas jóvenes, como la de la fiscal antidroga Cristina Toro Ariza, de 59 años; y el jefe del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil, Jesús Gayoso, de 48.

Nombres, que como el del sirio Riay Tatary, presidente de la Comisión Islámica de España (CIE) y afincado en España a principios de los setenta, o el de José María "Chato Galante", activista antifranquista y expreso político, se suman a la larga lista de muertos durante una pandemia que sigue cobrándose centenares de víctimas cada día.