o se puede, todavía, disfrutar con libertad y tiempo ilimitado de la naturaleza. Y los pintores acostumbrados a respirar su aire puro y deleitarse con sus tonalidades lo acusan.

Pedro Salaberri (Pamplona, 1947) pasearía ahora, si pudiera, por "toda la cuenca de Pamplona, tierra Estella y el Baztan, para empezar". "Son espacios abiertos donde la primavera resplandece, lugares habitados donde no te sientes solo y puedes disfrutar de cultivos, jardines, paisajes amplios y montes acotando el fondo de lo que ves". Para el veterano pintor de paisajes, la primavera es "regeneradora y vital. El brotar de toda la vegetación. Son millones de colores y el camino hacia los días largos y llenos de luz".

Como intuyó desde el comienzo que el encierro forzoso podía durar, Salaberri llevó material a casa y allí está pintando desde el primer día. "Necesito hacerlo para sentirme vivo. Tengo la suerte de estar en casa con Mª Carmen y como hacemos en nuestra vida cotidiana, le digo: me voy al estudio. Hay otras muchas cosas que hago y la primera es saber de mis hijos, nueras, nietos y familia en general. Después mantengo contacto con muchas personas y procuro mandar energía positiva, eso también me ayuda a mí", cuenta sobre su confinamiento.

Lo que más desea el pintor para el después de esta crisis generada por el coronavirus es que "nos esforcemos en escuchar y respetar a los demás, sin tener que abandonar nuestras opiniones; deseo que llegar a acuerdos no se entienda como una derrota sino como lo imprescindible para poder vivir en comunidad".

Para Conchita Bardají, la primavera es "la época de la explosión a la vida de los árboles", que son su tema de trabajo. "Representan lo barroca, evocadora y bella que puede ser la naturaleza, con todos sus elementos, sus millones de hojas, ramitas... Desde un simple matorral anónimo al lado del río o en el borde de un camino".

Natural del Pirineo de Huesca, Bardají siempre ha vivido rodeada de naturaleza. Ahora reside en Villava, al lado del Paseo del Arga, por donde en estos momentos añora pasear. También echa en falta caminar por el monte. Salvando esto, lleva "muy bien" el confinamiento. "Mi vida no ha cambiado mucho, ya que tengo el estudio en mi casa, y sigo con mi rutina de dibujar a diario, ahora incluso los fines de semana...". Lleva peor no tener trato personal con sus alumnos de la academia de pintura que tiene en Burlada. "Con algunos de ellos hago clases de pintura on line, y esto me hace sentirme acompañada", apunta, preocupada, como cualquier otra trabajadora autónoma, por "la incertidumbre sobre el futuro". "Nuestro sector, como otros muchos, se va a ver debilitado por la crisis económica. Aunque tengo cierta esperanza en que al ser una crisis mundial, colectiva, todos nos vamos a ver afectados, y quizá nos ayudemos", desea. Cree que tenemos "una oportunidad de oro" para "empezar a cambiar ciertos comportamientos excesivos que están perjudicando a nuestro planeta. Es una obligación como ciudadanos responsables. Evitar el consumo excesivo de casi todo, y comprar lo que se produce cerca de nosotros, de manera sana y sostenible". Como artista desearía "que la gente valorase más el arte como algo que da felicidad, que alivia los días. Las instituciones deberían fomentar el consumo de obras de arte, bien bajando el IVA, bien permitiendo desgravar al que compra, haciendo campañas a favor... hay muchas maneras de ayudar", afirma.

Arte compartido 'on line'

Tomás Sobrino (Elizondo, 1953) echa de menos la primavera en general "con todos sus matices suaves y brillantes, sus transparencias de color y esa primera hoja de las hayas que tiene un color especial". El artista de Baztan reconoce que "esta es una situación difícil para todos, pero para un pintor que se nutre del paisaje y no se puede acercar a él, todavía es algo un tanto más difícil". Los artistas de Baztan tienen una cita mensual para pintar al natural, el tercer sábado de cada mes, y ante la imposibilidad de poder realizarla, a causa del confinamiento, a Tomás Sobrino se le ocurrió "que podíamos seguir pintando en casa y poner los cuadros en común". Así surgió el Pintura-Virus, un vídeo que Sobrino edita cada sábado con todos los cuadros pintados hasta ese momento y que, dice, "está sirviendo de estímulo para poder superar esta crisis, para los pintores y la gente que lo está siguiendo en redes sociales".

Para él, esta crisis es "una oportunidad para frenar la velocidad en la que vivimos que no nos deja profundizar en nada, y ver qué es lo importante y de qué podemos prescindir". Pero también ve un peligro: "el miedo que nos han metido en el cuerpo, porque una persona con miedo es lo más manejable y habrá gente que quiera aprovechar esta situación".

Fantaseando con la posibilidad de salir de casa libremente, Diana Iniesta (Barcelona, 1971) se imagina "en Union Square en New York pintando a niños mientras juegan al sol... y a la vez en Baztan, junto al río en Erratzu", donde vive desde hace 14 años. Vive como siente, "¡entre dos aguas!", dice esta pintora que llegó de la Gran Manzana a principios de marzo y para la que la primavera es "una promesa porque es luz, calidez, transparencia... Pintar al aire libre en primavera es llenarse de eso, renacer, y trabajar la luz".

Si no fuera por las circunstancias actuales, Iniesta estaría ahora inmersa en un proyecto que inició el año pasado, Vacaciones artísticas en Baztan: cursos de pintura al aire libre de cuatro días en los que participaron personas de toda España e incluso Nueva York. "Espero que pueda dar el primer curso este mes de julio. Ya se verá...". En lo pictórico, asegura estar trabajando "con una disciplina tremenda" en un proyecto expositivo que tiene a corto plazo y del que destaca "la serie de seis cuadros de gente en el metro de New York, sentados unos junto a otros, cada uno en su mundo... ¡Algo impensable ahora mismo!". Aunque las flores también le "arrastran". Y los desnudos. "A falta de modelos, me pinto a mí misma frente a dos espejos", cuenta. Pero el cuadro que le "emociona profundamente" de los que le mantiene ahora ocupada es Emma en el hospital, "el retrato de la hija de una amiga que cobra pleno sentido en el momento actual".

Sobre lo que le gustaría que cambiase tras esta crisis, Diana Iniesta apuesta por que "nos diéramos cuenta de que tras cada artista hay un profesional que invierte todos sus recursos (talento, dinero, tiempo...) en un proyecto durante meses sin saber si llegará a ingresar un solo euro. En la mayoría de casos, sin ningún tipo de ayuda. También me encantaría ver que en este tiempo nos volvemos más exigentes y elegimos mejores libros, películas, música, pintura. Mientras eso no cambie, el artista seguirá sin ocupar el lugar que le corresponde".

...Una inspiración

Luis Garrido (Pamplona, 1951) disfrutaría mucho ahora "paseando envuelto por un hayedo acompañado de amigos". "Deambularía por los alrededores de Tirapu, mirando los verdes campos salpicados de rosales silvestres, la amarilla ollaga, tomillos..., hasta que algo me conmoviese. La primavera tiene un color más variado, ligeros y fresco que otras épocas; es realidad y promesa", dice el pintor, que está confinado en Pamplona. "Aquí no tengo a mano lo que estaba pintando unos días antes en Tirapu. Pero, gracias a unos pequeños tiestos con flores que tengo en un balcón, me he animado a pintar una acuarela, también algún dibujo del paisaje que puedo ver con la Catedral y, de fondo, la sierra del Perdón", cuenta este artista acostumbrado a pasar, en invierno, "varios días sin casi salir de casa.

Garrido teme que tras esta crisis "alguno de los cambios que parecían venir, como tener en cuenta más a la naturaleza o la justicia social, se vayan al carajo". O, quizá, augura, "en estas latitudes se aceleren los cambios para mejor... Ojalá esto ayudara a ver nuestras actitudes negativas con la naturaleza y las personas para activar otras más positivas y respetuosas. También sería beneficioso para la cultura y el arte, estoy seguro", concluye.

"Los árboles representan lo barroca, evocadora y bella que puede ser la naturaleza"

"Disfrutaría mucho ahora mismo paseando envuelto por un hayedo acompañado de amigos"

"Me imagino en Union Square pintando a niños al sol, y en Baztan, junto al río Erratzu"

"Pasearía ahora por toda la cuenca de Pamplona, tierra Estella y el Baztan, para empezar"

"Echo de menos esa primera hoja de las hayas que tiene un color especial"