uál es el lenguaje del arte contemporáneo? ¿Cómo lo piensan los artistas en sus estudios? ¿Qué se presenta como obra final? Y, finalmente, ¿qué resultaría de privilegiar las partes frente al todo? Estos son los planteamientos en los que se basa El resto, proyecto que pusieron en marcha como trabajo final cuatro estudiantes del Master in Curatorial Studies del Museo Universidad de Navarra y que, tras ser premiado entre todos los presentados en la promoción de este año, han podido plasmar en una exposición que puede visitarse hasta el 13 de septiembre en el edificio, con obra de cinco artistas: Irma Álvarez-Laviada, Miren Doiz, Esther Gatón, Guillermo Mora y Wilfredo Prieto. La muestra abarca relatos invisibilizados y las zonas ocultas de la creación artística, como significados abandonados, gestos interrumpidos, espacios no ocupados, ideas fallidas o no alcanzadas...

"Empezamos a trabajar hace más de un año. Como equipo, queríamos generar una exposición que nos abriese interrogantes y preguntas sobre el comisariado y los procesos artísticos; por eso siempre mantuvimos un diálogo abierto con los artistas, para no imponer una selección cerrada, sino para llegar a un acuerdo conjunto. Nos interesaba mucho trabajar sobre el proceso y esto llevó al concepto de 'resto'", explicó ayer Marina Alonso, una de las cuatro estudiantes del máster. Junto a ella comparecieron Dayley Fernández y Pau Cassany. No pudo acudir Sofía Enríquez. Su propio proceso de trabajo también fue interesante y "muy enriquecedor", ya que los equipos de curadores no son habituales. En su caso, "no éramos un equipo ya hecho cuanto nos tocó colaborar", indicó Alonso, pero como el proyecto duró un tiempo, "conseguimos compenetrarnos". "En el trabajo en equipo han salido los puntos fuertes de cada uno, lo que ayudó a que el trabajo saliera adelante", coincidió Dailey Fernández. En cuanto a la dinámica de intercambio de ideas con los creadores, Pau Cassany destacó que los planteamientos iniciales "se fueron enriqueciendo" a medida que fluía el diálogo, tanto con los artistas como entre los comisarios. "Al empezar a pensar la exposición nos cuestionábamos todo el tiempo nuestras elecciones y nos nutríamos de los diálogos con los creadores", agregó Alonso, para quien el "foco" de El resto son, precisamente, esas fases de los procesos en los que se determina "qué sale adelante y qué no cuando llevamos una obra a una exposición".

Este concepto está presente en las tres piezas que exhibe Irma Álvarez-Laviada (Gijón, 1978) y que pertenecen a "tres momentos muy diferentes de mi trabajo". "Vengo del mundo de la pintura y hubo un punto de inflexión en el que empecé a pensar en los materiales que rodean la práctica artística". De ahí nació una serie sobre embalajes, como materiales que, en sí mismos, ya "contienen un cierto índice de negación y ausencia". Asimismo, esta creadora presenta una pieza grande realizada con una de las cajas que habitualmente sirven para transportar obras de arte "y que suelen permanecer ocultas, en espacios inaccesibles al público". Por último, una serie con materiales arquitectónicos "destinados a sumar capas y a terminar invisibilizados" en el conjunto de una construcción.

Para Álvarez-Laviada, la colaboración con el equipo de comisarios "ha sido muy interesante" porque este tipo de relación "nos permite obtener otros puntos de vista sobre nuestras obras".

La navarra Miren Doiz (Pamplona, 1980) muestra una producción iniciada antes de la cuarentena y terminada después. Se titula La forma dada y se compone de fragmentos -un elemento recurrente en su trabajo- del cartel anunciador de su última exposición en la Galería Moisés Pérez de Albéniz, pintados y completados con otros materiales. "En ese cartel aparecía una foto que tomé del proceso que sigo para lavar los pinceles en el lavabo", y que acaba generando pinturas efímeras que desaparecen en un instante. "Recuperé ese cartel, lo recubrí de madera y de retales de otras obras con formas que he cortado", hasta componer el mural.

Guillermo Mora (Madrid, 1980) exhibe cuatro piezas en las que juega "con lo escondido, lo oculto, lo que queda detrás". Se trata de cuatro cuadros que se mueven en torno a las ideas de superposición, ocultación y desvelo, ya que si bien las terminó en 2019, contienen dibujos y otros elementos generados hasta cuatro años antes. De este modo, funcionan "como cápsulas del tiempo de mi vida", como contenedores no solo simbólicos, sino también físicos de sus experiencias vitales y artísticas. Mora valoró muy positivamente el trabajo con los curadores. Primero, por su propuesta "humilde, pero directa" y "hecha con ilusión". Un tono del que se contagió, de ahí que dijera que se presentara enseguida a participar en esta iniciativa.

De ideas que quedaron por el camino van las dos instalaciones que propone Wilfredo Prieto (Zaza del Medio, Sacti Spíritus, Cuba, 1978). En su nombre habló Dailey Fernández, ya que él se encuentra en su país. "Una constante en su trabajo en es el cuestionamiento del lenguaje", esta vez de dos expresiones: 'la cara y la cruz de una moneda' y 'pasarse la patata -papa- caliente'. Su idea inicial era ponerlas en la práctica mediante la levitación, pero la imposibilidad física de llevar a cabo sendos proyectos los acabó frustrando. En el MUN se presentan bocetos, vídeos y documentación sobre ellos.

Tampoco Esther Gatón (Valladolid, 1988) había mostrado nunca el proyecto con el que finalizó sus estudios y que consistió en dibujar en las paredes del pasillo del piso en el que entonces vivía de alquiler inspirándose en la leyenda bíblica de Jonás y la ballena. Lo que ahora presenta recupera imágenes de aquellos dibujos que tomó ella y otras personas, así como textos que fue escribiendo y páginas del proyecto que redactó como fin de máster".