La representación de Madre Coraje, del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, y a manos de la compañía Atalaya, puso ayer a las 22.00 horas en el escenario de La Cava el broche de oro a la 21ª edición de un muy peculiar Festival de Olite.

Cuando, en marzo de este año, con ya prácticamente cerrada la programación de dos semanas de espectáculos en el castillo de Olite, llegaron el covid-19, el confinamiento y la incertidumbre, parecía que tanto trabajo se iba a quedar en nada, que era demasiado complicado llevar a cabo las representaciones.

No obstante, como explicó Luis Jiménez, el director artístico del festival, en un adelanto al balance oficial del evento, decidieron "intentar superar esta situación" y seguir adelante en la medida de lo posible. Y, a pesar de que se vieron obligados a rehacer el programa -algunas compañías tuvieron que realizar sustituciones en sus equipos y otras aplazaron sus estrenos para después del verano, por lo que hubo que reajustar las fechas- y proponer una forma segura de llevar a escena las obras, Jiménez dijo que "no ha sido tan difícil". El Festival de Olite, que concluyó ayer con Madre Coraje, lo ha hecho con "un resultado excelente" y "el público ha respondido muy bien", comentó el director artístico.

Uno de los sacrificios "más difíciles de asumir", según jiménez fue la anulación de las propuestas internacionales. En el plano nacional debieron prescindir también de el programa de las Escuelas Superiores de Arte Dramático y de la Coral y la Banda de Olite, que iban a acompañar en la sesión inaugural al grupo Mielotxin.

Si bien es cierto que los organizadores decidieron suplir el déficit internacional dando más peso a las compañías locales. Este año 14 representaciones han corrido a cargo de nueve compañías navarras. También ha servido para "abrir una ventana a las nuevas corrientes, para que el público de Navarra pueda disfrutar no solo del clásico, sino de las nuevas corrientes teatrales", explicó el director artístico que, al reorganizar el programa incluyó éxitos del siglo XX como Esperando a Godot, de Samuel Beckett.

Con respecto a la situación sanitaria por la crisis del covid-19, se tomaron medidas para garantizar la seguridad del público y las compañías. El uso de mascarilla ha sido obligatorio, así como la distancia mínima de seguridad y el uso de dispensadores de gel. El director del festival ha mostrado su satisfacción con la respuesta del público, pues ha sido "sumamente respetuoso" con los preceptos sanitarios. Un público que ha sido, además "muy heterogéneo". "Cada espectáculo tiene su tipo de público. En algunos se ve más a gente joven, en otros a las mamás con los pequeños, etc.", comentó el director artístico.

Además, Luis Jiménez afirma que Olite ha sido "un punto de referencia" para todas las instituciones y compañías, y afirma que se pueden efectuar eventos artísticos con responsabilidad y seguridad. Igualmente, expresó que Olite "ha sido una inyección de energía" para el sector del espectáculo, que llevaba parado desde marzo. En este sentido, para las compañías " ha sido muy importante volver a ensayar y a subirse a los escenarios".

También apuntó que espera que en septiembre las cosas mejoren para la industria de la música y el teatro y que Olite ha sido "una demostración de saber transmitir una cultura sana, en cuerpo y en espíritu, que lo más importante".

La atípica 21ª edición del Festival de Olite se ha desarrollado de forma satisfactoria para Luis Jiménez. Ya solo queda esperar al año que viene. Jiménez ha adelantado que ya "tiene cerradas las representaciones de la Cava".