- Antes de nada, ¿cómo ha pasado estos meses tan raros?

-Bueno... Con cierta tranquilidad, porque no había más remedio que asumir la situación, y con bastante incertidumbre. Sí que ha habido algunos momentos, sobre todo cuando estábamos confinados, en que he estado entre triste, asustado y afectado por lo que estaba sucediendo. Por la cantidad de muertes, por el colapso de los hospitales... Ahora parece que lo gordo ha pasado, pero vuelve otra vez la incertidumbre. Da la sensación de que el plan es que no hay plan. Ahora empiezan los coles y a ver qué pasa. Esto debe de ser muy difícil de gestionar, pero quizá se podría hacer algo más y no solo esperar a ver qué sucede para reaccionar.

¿Ha vuelto a rodar después del confinamiento?

-Sí, volvimos para terminar una serie, Hache, en Barcelona y con unos protocolos muy escrupulosos. Todo el mundo estaba pendiente de todo, pero salió bien y la terminamos. Desde entonces, muchos de los proyectos en los que estaba involucrado se han aplazado. Algunos se iban a retomar entre septiembre y octubre, pero como la situación es tan incierta, no sabemos qué va a pasar.

Hoy, pensar en proyectos a largo plazo parece imposible.

-Así es. Una de las cosas que nos ha enseñado esta pandemia es a vivir día a día. Y en nuestra profesión siempre estamos haciendo planes a largo plazo. Estrenamos dentro de seis meses, rodamos el año que viene... Nuestra agenda siempre está proyectada hacia el futuro. Y la pandemia en general nos ha hecho vivir el día a día y a ver qué pasa mañana. Primero con los coles, vamos a ver cuántos días vamos al cole. La sensación es que no sabemos nada, y esto vale para la vida y vale para nuestro trabajo. Hay que valorar lo que se tiene. Es un buen ejercicio espiritual en general. Ahora valoramos mucho más un abrazo, un contacto personal con alguien, un saludo... Algo que a lo que antes no dábamos importancia.

Durante estos meses, la cultura ha ayudado a mucha gente a encontrar una cierta calma, ¿también Eduardo Noriega ha aprovechado para leer, para ver series, cine...?

-He aprovechado para leer, pero sobre todo para ver cine. Me ha dado por ver grandes clásicos que no tenía muy presentes o que directamente no había visto.

Mañana presentará ‘Inés del alma mía’ en Pamplona, ¿qué sensaciones le están llegando después de su estreno en Amazon?

-Buenísimas. A la gente que la está viendo, por ahora en Amazon, pero pronto en abierto, le está gustando mucho. Me hablan de un gran nivel técnico, visual y de interpretación. Gusta mucho la historia, es muy poderosa la relación entre Valdivia e Inés y creo que la gente se queda enganchada y con ganas de más, lo cual es buenísimo. Además, justo esta semana me ha llegado que Isabel Allende está entusiasmada con la serie. Esa es muy buena señal.

Al fin se arroja luz sobre una figura como la de Inés Suárez, eclipsada como tantas otras mujeres.

-El año pasado tuve la oportunidad de hacer en teatro una obra sobre María Lejárraga, una grandísima autora teatral que toda su vida estuvo a la sombra de su marido, Martínez Sierra, que era quien firmaba los textos que ella escribía. Solo cuando murió se descubrió una correspondencia en el fondo de un baúl que daba a conocer la verdad. Imagino que hay miles de casos como este, casos de mujeres que han quedado eclipsados por la figura del varón. Inés es un ejemplo más de esto. Imagínate, si escribir no era cosa de mujeres, conquistar mucho menos. Inés fue la primera mujer que atravesó el Atlántico sola y que luego no solo acompañó, sino que lideró en muchas ocasiones combates, estrategias... Valdivia estaba perdidamente enamorado de ella, lo cual dice bastante de un hombre de esa época. En vez de considerarla bruja o criticarla, se enamoró de ella, de su personalidad extraordinaria.

¿Eran dos personas que compartían un proyecto de vida?

-Sí, sí, y, en una época como aquella, Valdivia se enfrentó a todos para conseguir que Inés le acompañase y para poder cumplir su sueño de conquista, porque él más que oro lo que quería era pasar a la Historia. Quizá por eso, porque él quería seguir conquistando, se fue distanciando de Inés, que tenía una visión más idealizada de llegar a un mundo nuevo sin las normas del viejo, donde no hubiera ni razas ni linajes y donde todo el mundo tuviera las mismas oportunidades. Al principio era el sueño de los dos, pero finalmente ella se quedó sola defendiéndolo y Valdivia siguió hacia el sur.

Analizar aquella época con la mentalidad actual sería un anacronismo, pero sí que se puede hacer una reflexión de las atrocidades que se cometieron y, de hecho, ni la novela ni la serie la evitan.

-Desde luego, en aquellos tiempos el valor de la vida humana era relativo y más en tiempos de guerra y de conquista. Los españoles consideraba al indio como un ser inferior, pero no solo los masacraba, que también, sino que en muchos casos también los instruía. De hecho, fundaron varias universidades allí. Los historiadores saben muy bien cómo hay que juzgar la historia y que no se puede hacer desde nuestro punto de vista moral de hoy en día, pero sí está bien que tratemos de aproximarnos y de reflexionar sobre aquel tiempo.

Lo que demuestra también ‘Inés del alma mía’ es que los proyectos audiovisuales son más potentes en compañía de otros.

-Desde luego. Este proyecto sin la infraestructura y la gente de Chile y de Perú no habría sido posible. Hay que darle la enhorabuena a Boomerang porque es un proyecto muy ambicioso. Desde que me hablaron de que íbamos a tratar de reproducir el viaje que hicieron Inés y Valdivia desde Extremadura, hasta Perú y por todo Chile, por el desierto de Atacama, me entusiasmó la idea. Eso es complicadísimo desde el punto de vista de la producción, y se te va mucho dinero en cosas que no se ven, pero merece mucho la pena. Cada vez hay más coproducciones, y más teniendo en cuenta que compartimos un idioma con toda Latinoamérica.

“No se puede analizar aquella época desde el punto de vista moral de hoy, pero sí está bien que reflexionemos sobre ella”