- La película de Natxo Leuza (Pamplona, 1977) se podrá ver también los días 21 -18.00, cines Príncipe- y 22 -19.30, Trueba-, antes de llegar a las salas comerciales el viernes 25 de septiembre.

¿Qué sentimientos tiene ahora que va a tener que soltar la película para dejarla en manos del público?

-Pues estoy deseando ver la reacción de la gente. Ahí veremos por fin donde se encuentra la película. Recibimos todos los días la presión de los fans de Enrique por las ganas que tienen de verla y esperemos no defraudarles.

¿Enrique ya la ha visto? ¿Qué ha dicho?

-Sí, Enrique y Mamen ya la han visto, y les ha gustado mucho. Ese era el principal objetivo, que ellos se sintieran cómodos con la película. Y en ese sentido ya hemos respirado, ahora nos enfrentamos al segundo objetivo que es el público y veremos ya el día 20 de septiembre en el Festival de San Sebastián qué ocurre.

¿Ha cambiado mucho el planteamiento inicial del documental al que finalmente vamos a poder ver en la pantalla?

-Bueno no ha cambiado mucho. Puede que lo que más ha podido cambiar es que mi idea inicial cuando me enfrenté al proyecto fue querer diferenciar la persona del artista. Pero conforme fui conociéndolo y grabando con él, me di cuenta que no hay mucha distinción entre la persona y el artista. El Drogas es igual encima de el escenario que comprando una barra de pan. Enrique no puede dejar de ser El Drogas en ningún momento. Su obra es una extensión de él mismo, por eso es tan interesante y un artista tan auténtico donde no se percibe esa fisura entre artista y persona, así que ya desarrollé la historia con un personaje indisoluble.

¿Qué ha sido lo más complejo del proyecto?

-Pues creo que ha sido el montaje. Yo siempre he tenido en mente como dos espacios temporales donde el presente lo mostraba desde la calma, con una fotografía mucho más cuidada, ralentizados, y el pasado con material de archivo, sin importar la calidad y con un ritmo muy rápido, como si fueran ráfagas de pensamientos o recuerdos que se quedan en tu mente. Combinar todos estos elementos y estructurarlos bien para generar emociones y que lleguen al espectador ha sido muy difícil y lo que más ha costado.

¿Y qué es lo más gratificante?

-Lo más gratificante ha sido conocer a Enrique y pasar tiempo con él. Ver cómo respira un artista es una experiencia única. El Drogas consume su tiempo creando, no para. Si grabábamos alguna escena y había tiempos muertos, agarraba la guitarra o tocaba el piano y nos regalaba momentos impresionantes, donde nos sentíamos unos privilegiados. Y hay un momento muy bonito que a mí me emocionó muchísimo. Un día grabamos en la residencia Landazabal, donde se encontraba su madre enferma de Alzheimer. Enrique nos dejó acompañarlo y nos contó con toda normalidad del mundo cómo fue ese proceso de ir acompañando a su madre en esa enfermedad tan dura. Y de ese día me llevo uno de los momentos más emotivos que viví con él. Después de cantarle, acariciarla y pasearla, sacó un libro de poesía y le leyó un poema de Eduardo Galeano al azar, y casualmente se titulaba, Allá en mi infancia. Fue algo precioso.

¿Qué imagen ofrece la película de El Drogas que no conozcamos o que nos vaya a sorprender?

-Yo creo que su relación con sus nietos. Enrique tiene pintas de malote, con esa mirada, las pintas€ Pero cuando está con sus nietos se transforma, es un niño más y disfruta tanto o más que ellos, y supongo que la gente no lo ha visto mucho en ese tipo de situaciones.

¿Qué ha aprendido Natxo Leuza al compartir tanto tiempo con él?

-Lo que me llevo sobre todo de haber conocido a Enrique es que para llegar a conseguir tus objetivos hay que trabajar todos los días. Si está donde está es porque se lo trabaja todos los días, es incansable porque, además, ama su profesión. Él no quiere engañar a nadie, pero sobre todo no quiere engañarse a sí mismo, por eso siempre se pone retos en los que tiene que esforzarse al máximo. El concierto único que dio en la Ciudadela con 19 artistas invitados, acaba de sacar 5 discos, sus concierto duran tres horas, hace poco aprendió de manera autodidacta a tocar el piano y ahora en los conciertos se lanza a tocarlo, y se le ve siempre disfrutando e intentando aprender. Es incansable y estoy seguro que los próximos retos que se ponga no serán fáciles y los realizará de la manera más honesta posible, con mucho trabajo y esfuerzo. Todo eso hace que sea un artista inconformista, donde su éxito personal es ir superando sus propios retos. Enrique ya no le da cuentas a nadie. Ahora ya solo es él contra él, como es un artista de verdad.

¿A quién o quiénes crees que puede interesar esta historia?

-A mucha gente, no solo a sus fans. Es una historia universal que ofrece el retrato humano de un músico que, tras haber disfrutado el éxito, conoce el rostro menos amable de la vida y cae hasta tocar fondo para volver a resurgir con más fuerza que antes. Cualquier persona de cualquier lugar del mundo se puede sentir identificado con esta historia de superación y de reflexionar en los momentos más duros de la vida sobre qué es lo más importante para seguir viviendo.

¿Qué supone estrenar en el Zinemaldia?

-Supone cumplir un objetivo. Todo el equipo, incluido El Drogas, queríamos estrenar en Donosti. Conocemos bien el festival y nos apetecía estrenar en casa y en uno de los mejores festivales del mundo. Yo he estado varias veces, pero nunca como director, es mi primer largo y estrenar en San Sebastián supone que la película comience de la mejor manera. Estrenamos en Zinemira, el día 20 de septiembre y el 25 de ese mismo mes llegamos a las salas, y con muchas ganas de ver la reacción del público, veremos cómo recibe la película.

¿Qué significa esta película dentro de su trayectoria?

-Creo que esta historia me va a ayudar a crecer como director de cine. Ya estrenarla en San Sebastián es un lujo y un gran altavoz, pero encima tener a Enrique al lado es un reclamo para todos los medios y festivales que quieren entrevistarle, y, bueno, creo que más que la película el empujón me lo está dando El Drogas y le estoy muy agradecido.

"El Drogas es igual sobre un escenario que comprando una barra de pan. Su obra es una extensión de él mismo"

Director del documental ‘El Drogas’