Estudió, además de Periodismo y Magisterio, Historia del Arte, y desde el conocimiento invita al lector a un viaje por las vidas y obras de pintores como Picasso o María Blanchard. Es un hombre que ha dejado hace tiempo el periodismo activo, pero lleva su veneno en las venas y a lo largo de la conversación analiza con criterio el antes, el ahora y el después de una profesión tan apasionante por momentos como tormentosa en otros. Programas suyos como Teleobjetivo, Informe Semanal o De cerca forman parte de la memoria colectiva de los espectadores. Hablamos con Magro de arte, pero antes toca analizar el mundo de la información.

¿Qué es para Baltasar Magro una entrevista?

Es hablar con una persona, que esa persona esté cómoda y que te cuente cosas. Mi pretensión en De cerca era hacer entrevistas diferentes, que quien estuviera delante mía me fuera contando su vida y sus experiencias sin sentirse forzado Tuve mucha suerte e hice 125 entrevistas con gente de mucho nivel que no era habitual en los medios, gente que no se prodigaba mucho, ¿Sabes lo que te digo? Que nuestro oficio es un lujazo.

Estudió Historia del Arte y Periodismo, dos carreras que tienen poco que ver entre sí.

Me matriculé en Historia del Arte en una universidad que se abría en ese momento, la Autónoma de Madrid. Éramos ocho alumnos en la clase. Siempre pensé que iba a terminar como conservador en El Prado, pero a la vez me dio por el periodismo. Me gustaba el arte, pero también escribir, y la primera oferta de trabajo que tuve fue en el mundo periodístico.

¿Todo fue una casualidad?

Eso nunca se sabe, quizá sí. El arte ha seguido interesándome muchísimo. En televisión empecé en un informativo juvenil, La semana, y querían a alguien con un perfil de pedagogo. Estudié también Magisterio, y por supuesto Periodismo. Estoy hablando de 1975 y ese era el informativo que más se veía en España.

En ese informativo también se estrenó como periodista Ramón Colom.

Exacto. Paco Climent, Ramón Colom y Baltasar Magro eran los tres redactores de ese programa. Fue una etapa maravillosa en la que se unían ganas e ilusión, que nunca me han faltado, pero también esa sensación maravillosa de tu primer trabajo, un trabajo que te satisfacía.

Y han pasado ya 45 años...

¡Qué barbaridad! Cuando miro atrás casi no me puedo creer mi trayectoria y cómo ha discurrido mi vida. Nunca la hubiera pintado así con 18 años, y estoy muy agradecido por todas las oportunidades que he tenido.

Televisión y libros. Será una combinación difícil cuando convergen ambos trabajos.

Muy complicada. El tipo de televisión que he hecho ha sido muy analítica. Me especialicé en el reportaje y en el gran reportaje más que en la noticia. Solo tuve una experiencia en la información diaria, en el Telediario, pero lo mío era otra cosa, el reportaje.

¿Qué es para usted un reportaje?

Ahora tendría que ser lo mismo que antes, lo que ha sido siempre. Es una reflexión, un análisis, es contar una historia. Siempre ha sido mi lema, buscar una historia, una buena historia y hacer un relato que atrape a los espectadores. Aunque sea en televisión, lo que yo hacía y lo que quería que hicieran mis equipos tiene mucha relación con la escritura. El trabajo como periodista es muy absorbente, y ponerme a escribir cuando tenía que hacer un reportaje me suponía un gran sacrificio.

Doce años ya fuera de televisión, ¿ha echado el medio de menos?

Siempre. Es imposible no echar en falta la televisión cuando has estado tantísimos años en ella y has tenido experiencias de todo tipo. El tiempo que he hecho televisión ha sido de mucha intensidad. Profesionalmente me he entregado a todo lo que el medio me ha pedido.

¿Y siente que ha sido correspondido?

Yo he dado, pero también he recibido muchísimo, así que es imposible no echar de menos el medio. El periodismo está dentro de uno, y de hecho, cuando terminé en la televisión durante dos años estuve trabajando en prensa.

¿Por qué se retiró del periodismo?

Porque hay que dejar paso a los demás. Hay que saber retirarse y reorientar tu vida alejándote o poniendo distancia con todo lo que había sido antes. Echo de menos el periodismo en televisión y a la vez también lo sufro mucho.

¿Sufrir?

La televisión ha ido cada vez deteriorándose más, más y más. Lamentablemente hay pocas cosas que se puedan ver. Hay periodismo, pero periodismo audiovisual hay poquísimo, prácticamente cero.

Los costes se han impuesto a la calidad informativa.

Claro que sí. El periodismo audiovisual necesita mucho esfuerzo, es muy costoso, exige gente muy preparada y ahora se quiere que todo se haga ya, que no suponga esfuerzo. Hoy tenemos muchos informativos de entradillas y entradillas. ¿Y los reportajes? ¿Dónde están las historias en televisión?

¿Puede ser que el periodismo esté dirigido a golpe de ruedas de prensa?

Hemos escuchado más de una vez la frase No sé con qué llenar, no hay convocatorias. Eso es cierto, y es algo que hace años detectaron ya magníficos periodistas como Manu Leguineche. Él decía: Hoy en día los periodistas, en vez de ir por su cuenta y buscar a través de sus fuentes, esperan a ser convocados a una rueda de prensa, y todos, al final, cuentan lo mismo. Esto lo decía Leguineche cuando veía esa tendencia en la información internacional. Hoy todo son ruedas de prensa y comunicados. Hay mucho periodismo de sillón, pero el periodismo de calle, de búsqueda, ha desaparecido.

¿Cree que la censura se ejerce ahora desde los gabinetes de prensa?

El poder que tienen mediatiza muchísimo la información, y esto está motivado por la comodidad que se ha establecido en las redacciones, donde se está a la espera de que te den algo. Tampoco me gustaría generalizar, porque sé que hay profesionales que trabajan mucho para hacer un periodismo digno, de acuerdo con las exigencias de lectores, oyentes y espectadores. Está claro que cuando haces periodismo no te puedes dormir en los laureles y el tiempo cuenta. En mis tiempos nos llegaban por fax comunicados que decían: El gobierno informa€ Y tengo que decir una cosa: la mitad de aquellos panfletos se tiraban a la papelera. Antes y ahora es necesario ir a la fuente directa y no obtener la información por una nota mediatizada que envíe cualquier gabinete de prensa. Esta visión, la de ir las fuentes más directas, parece que no existe en este tiempo que vivimos.

Llevamos meses viviendo informativamente de la pandemia, el gran monotema.

En cuanto hay algo a lo que agarrarse, la información va a ello, y además se da una visión muy similar en todos los medios. No se informa sobre los avances científicos, sobre la medicina. La información es muy igual, muy superficial. Creo que no se está profundizando lo suficiente.

¿Qué haría usted?

Ir a las historias personales más que a los datos de contagios o a las declaraciones de un político u otro. Desde la parte periodística hay que investigar, hay que trabajar más, hay que dejar de dar lo mismo que el de al lado. Y sobre todo, no estar hablando siempre del mismo tema. Hay mucha vida además de la pandemia, hay gente interesante que tiene otras cosas que contar y no siempre se tiene que buscar algo relacionado con el Covid, sobre todo cuando no hay una novedad ni lo que se dice se sustenta en una historia. Pero eso cuesta mucho.

¿Esfuerzo o dinero?

Esfuerzo sobre todo. ¿Dinero? También. Echo mucho de menos un tipo de periodismo concreto. Si estuviera trabajando lo pasaría muy mal. No sé si alguien me vendría a decir ahora, como me dijeron en una etapa de mi vida: Gasta lo que quieras, tómate el tiempo que necesites, pero tráenos información de primera y en exclusiva.

La mayoría no tenemos la suerte de haber escuchado alguna vez esa frase, pero me temo que ahora nadie la dice.

Era un lema: Haz la investigación a fondo, que nadie pueda discutir lo que haces. Eso sí que era un lujo. A mí me dijeron esa frase y así trabajé durante cuatro años.

Vayamos ya al arte y a su nuevo libro. María Blanchard es una de las mejores pintoras españolas, y sin embargo una gran desconocida, por lo menos hasta hace unos años.

Pienso que sigue siendo una gran desconocida. Cuando pensé en ocuparme de esta mujer, familia, amigos y conocidos me preguntaban sobre qué estaba trabajando. Suelo ser muy reservado, pero en esta ocasión no lo fui y les dije sobre qué personaje estaba trabajando.

¿Estaba pulsando hasta qué nivel era conocida Blanchard?

Inconscientemente, sí. Al darme cuenta con las primeras respuestas de la ignorancia que había sobre ella me reafirmé en mi idea de escribir esta historia. Me sorprendió que gente preparada, gente universitaria, gente que ocupa puestos de importancia, desconociera por completo a María Blanchard.

¿Cree que ocurre lo mismo a nivel de museos?

No. María Blanchard ocupa en los museos un lugar relevante, aunque quizá menor que el que tendría que tener, pero está bien considerada. Mi sorpresa fue constatar que a nivel de calle es una gran desconocida. Y hay motivos para este desconocimiento. En el instituto, cuando llegábamos a esta etapa de la historia del arte, siempre me hablaron de Juan Gris, de Picasso y de otros artistas de la época, pero nunca de Blanchard. En 1919 tuvo una gran exposición en París y hasta el año 1981, más de 60 años después, no se celebró una monográfica suya en España.

A principios del siglo XX sí que era una gran figura que se codeaba con los artistas más renombrados de la pintura de ese momento.

Y lo era en París, en el lugar donde se estaba produciendo la renovación del arte. Y te preguntas: ¿Cómo es posible que hasta 60 años después no se la tuviera en cuenta? Esto no es un problema de la gente de la calle, del público; es un problema de los gestores de la cultura, de los que tienen que tener la iniciativa, de los conservadores, de los cultos, de los eruditos€ Es un menosprecio absoluto a una mujer que fue una gran artista.

Ese menosprecio se puede extender a un ámbito general que va desde la cultura a la ciencia. En el pasado la mujer era prácticamente invisible.

Sí, en todos los ámbitos, pero en el mundo del arte ha habido una misoginia que es clarísima. En el caso de María Blanchard es más grave. Ahora mismo el Museo del Prado tiene una exposición que se llama Invitadas y hay 50 artistas que no habían sido expuestas, aunque estas artistas son de un nivel muy lejano a Blanchard, de quinto nivel si se las compara con esta mujer. Ramón Gómez de la Serna dijo que ella era la más grande pintora que ha habido en España. Junto a Picasso es una de las grandes renovadoras del arte, además de junto a Juan Gris, y de hecho ambos pintores la admiraban. No estamos hablando de una copista, ella es una creadora original.

Su vida también fue de libro, no solo su pintura.

Su peripecia personal es interesantísima. El problema físico que tenía [nació deforme, con la columna desviada como consecuencia de una caída que sufrió su madre embarazada al bajarse de un coche de caballos] influyó también en su obra. En la parte final de su vida pintaba sin descanso, agobiada porque necesitaba dinero. Fue una época en la que su creatividad se vio reducida por los encargos. Pintaba a destajo.

Y aun así, lo hacía bien.

Sí, pero eran copias de copias y no tienen la calidad de sus primeras etapas. Muchos decían que pintaba esos cuadros porque estaba enferma o tenía una maternidad frustrada. Todavía la castigaban más.

Por poner un ejemplo, La comulgante (1914). Rompió moldes con esta obra.

Es una obra magistral que conmocionó en aquel momento a todo París del arte y de la cultura. Llamó muchísimo la atención de toda la crítica. Era una propuesta de una calidad insuperable.

¿Fue una propuesta muy arriesgada?

Correcto. Fue pasar del cubismo a un expresionismo realista que chocó muchísimo. Hoy en día sigue chocando mucho ver ese cuadro. La amargura que se desprende de él sigue calando en quien lo mira