En los más de 40 años que lleva en la pintura, como él mismo dice, como un "autodidacta que aprende de todo", Antonio Laita ha mirado a las personas, los paisajes, al azul del cielo y del mar, un color tan característico de su añorado Marruecos; a las arenas que siempre se traía -y espera poder seguir haciéndolo de nuevo- de esas tierras africanas, a los bodegones que él mismo compone en su estudio cuando se coloca delante del caballete y junto a la paleta y el modelo, "un triángulo con el que tienes que estar compenetrado", reconoce, "porque pintar cuesta, es más difícil de lo que parece". Que se lo digan a él, que lleva en esto toda una vida y aún sigue "aprendiendo" de "nuevas posibilidades" de texturas, matices, tonalidades.

"Desde muy joven quise aprender a pintar. Después de 50 años pintando sigo queriendo lo mismo", asegura Antonio Laita. Con esta frase que condensa la pasión que siente por este arte se abre el catálogo de la exposición que, desde este viernes, habita las salas 1 y 2 de la primera planta del Palacio del Condestable. Recorriendo mi camino da título a esta muestra, la más importante en cantidad de obras que hace hasta la fecha el pintor navarro, con más de cien cuadros que se pueden disfrutar hasta el próximo 10 de enero. En concreto, 75 óleos de distintos estilos y más de 45 dibujos realizados con lápiz de color y pasteles que recorren la esencia de la amplia y apasionada trayectoria pictórica de Antonio Laita.

Un reencuentro afectivo estando confinado

La exposición iba a girar en un principio, antes de llegar la pandemia, sobre el impacto del azul en su obra. Pero llegó el confinamiento y el artista sintió que debía cambiar el tema. "En ese tiempo de encerramiento en casa iba viendo los cuadros que guardo allí -en una gran casa-galería del siglo XVI en la que vive en Cirauqui y donde tiene el espacio suficiente para que luzcan sus pinturas en una sala de exposiciones acondicionada en la antigua bodega familiar-, y miraba obras antiguas, sobre todo de mi hija, y en general de la familia, y me decía: ¿por qué no sacar estos cuadros?", cuenta. Confinado, dice, ha "trabajado y experimentado como nunca". Y, como todos, ha sentido lo importante que es el contacto y la cercanía con los seres queridos. A través de sus cuadros colgados en su casa-galería, ha tenido "un reencuentro" con su familia retratada, y ha querido homenajearla en estos tiempos de "maldita pandemia". Así, con esta exposición Laita quiere aportar su personal reflexión afectiva sobre las consecuencias que la llegada de la covid-19 y los meses de encierro forzoso y limitaciones sociales están teniendo en las personas.

"Nadie estaba preparado para esto", dice el pintor navarro con preocupación ante un posible nuevo rebrote tras la Navidad. "Tengo miedo de que volvamos a caer. Y me da mucha pena que no se puedan reunir las familias en estas fechas", reconoce. En su casa, dice, estarán juntos "los cuatro que somos, contando al gato, que es uno más de la familia -y al que retrata también en alguna de sus obras-". En todo caso, espera y desea que la experiencia de esta pandemia nos haga "estar a todos mucho más cercanos unos de otros".

Ese anhelo de vida, de intercambio de culturas, emociones y sentimientos late en las obras de la exposición Recorriendo mi camino, en las que están retratadas la hija del artista, Margarita (en una quincena de cuadros), "la abuela" en una serie de dibujos; los caballos, a los que le vincula su procedencia rural y que son protagonistas de un gran tríptico de 3,60 metros de largo por 1,90 de alto, la obra más llamativa de la exposición; la palomas, protagonistas de una serie en la que ha seguido trabajando hasta hace nada; los pescadores, bodegones o figuras clave en su obra como la del arlequín, un disfraz con el que Laita pintó a su hija cuando tenía 4 años y que ha vuelto a utilizar en varias ocasiones.

La exploración más reciente

También están en esta muestra los últimos pasos del artista en esta senda pictórica inagotable, y que dan como fruto obras en las que experimenta e investiga con barnices, arenas de Marruecos y posibles texturas resultantes de esa exploración. "Después de 40 años veo que hay muchas posibilidades nuevas", afirma, aludiendo al "grandísimo abanico" que hay hoy en día para poder desarrollar una obra.

Eso sí, él sigue valorando la experiencia de salir a la naturaleza a dejarse empapar por sus colores y atmósferas. "Me gustaba y me sigue gustando mucho salir al campo a hacer las primeras manchas, tengan luego un desarrollo posterior en el estudio o no. La pintura en directo es muy importante", asegura.

La exposición se puede visitar, con aforo limitado y las medidas sanitarias requeridas, en horario de diez de la mañana a dos del mediodía y de cinco a nueve por la tarde. Los días 24 y 31 de diciembre y el 5 de enero solo estará abierta por la mañana y en las jornadas de Navidad, Año Nuevo y Reyes permanecerá cerrada.