- Para una determinada generación Lucía Fernández no es nadie, pero para la generación Z lo es todo. Esta joven de 21 años tiene un millón de seguidores en Tik Tok, una cifra nada desdeñable en la red social que más adeptos cautivó en todo el mundo durante el confinamiento con música y bailes.

Un éxito que la ha llevado a escribir un libro, Empecemos de cero (Ed. Penguin Random House), donde desvela las luces y las sombras de su profesión como influencer. La clave del éxito parece tenerla clara, ha dicho en una entrevista: "Ser natural y transparente", no pretender ser una "superestrella", con la intención de que aquellos que le siguen puedan sentirse identificados.

Firmas como Saint Laurent, Louis Vuitton o J.W. Anderson han mostrado sus colecciones en exclusiva a través de Tik Tok, la red social china que proviene de Musical.li, ha crecido desde sus inicios exponencialmente."Tik Tok ha ido creciendo en contenidos por esa razón ha atraído a más gente", ha comentado esta joven.

Lucía Fernández (Santander, 1999) inició su andadura en la red a los 16 años, un recorrido que tras aglutinar a un millón de seguidores la ha llevado a escribir su primer libro. Un texto el que ha querido plasmar sus sentimientos, los secretos de su vida, sus aficiones y las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar estos años.

"Siempre me ha gustado escribir, siempre lo he hecho cuando quería dar rienda suelta a mis emociones porque era muy tímida y cuando me propusieron el libro me encantó la idea", explica con ese punto de timidez que a veces, incluso aún, se percibe en sus post en las redes.

Estudiante de Comunicación Audiovisual, se paga la carrera gracias a su trayectoria en Tik Tok, además de algunos caprichos. Lo que comenzó como una forma de ocio se ha convertido en un trabajo al que dedica todo su tiempo antes de las clases, un actividad que le ha permitido descubrir que es una persona más creativa y observadora de lo que pensaba.

Las redes sociales han sido la vía de escape para esta joven que "no hablaba con nadie en el instituto", un espacio en el que se sentía objeto de burla por su aspecto.