Esta es la nueva edición del primer tomo de la serie, ¿qué recorrido y mapa histórico recoge este primer tomo?

-En el primer tomo se recogen los castillos navarros desde el tiempo de Sancho VII el Fuerte hasta su conquista definitiva. Es decir, del siglo XII hasta el siglo XVI.

¿Bajo qué criterio decidió estructurar toda la documentación?

-Se recoge bajo el criterio defensivo. Es decir, por espacios geográficos y defensivos dentro de cada merindad. Cada zona tenía su defensa y su tipología de castillos. No era lo mismo defender la frontera con Castilla, cerca del río Ebro, que defender la frontera con el reino de Aragón en la Bardena. Son sistemas de defensa diferentes y los castillos también.

En la introducción que abre la edición, apunta: “Frente al olvido, a la tergiversación y folclorización institucional, mi mayor deseo es que el libro sirva para conocer una parte importante del Patrimonio de Navarra y de nuestra independencia. ¿Cree que no se ha hecho justicia con la historia de Navarra?

-No se ha hecho. Navarra tuvo instituciones propias, embajadores, administración, ejército, fiscalidad, leyes, etc. En pleno siglo XXI, si un historiador quisiera visualizar de forma física la historia de Navarra, ¿a donde podríamos llevarlo? ¿Hay algún museo arqueológico, o ya en detalle numismático del reino? ¿Hay elementos como murallas en Pamplona? ¿Hay estudios, premios, dirigidos a exponer trabajos de investigación referidos a nuestra historia? ¿Hay un plan general de puesta en valor de los castillos? En su momento ideamos un plan de choque creando un plan de intervención de trabajo en los castillos, pero en detalles, sin costes excesivos. La respuesta es que ya tenían a un grupo especializado para hacer este trabajo. Eso fue en el 2008 y todo sigue igual. Quizás deberíamos pensar en otras regiones con tendencias históricas, cuasi paralelas y ver cómo enfocan su divulgación, su cuidado por lo suyo, cómo desarrollan el estudio y enseñanza de su historia, cómo activan agentes culturales y turísticos para ponerla en valor... En fin. Seguimos siendo una comunidad de tercera división en este aspecto.

¿Qué hitos positivos cree que se han conseguido a partir de la publicación de esta serie de tomos?

-Se ha cambiado la mentalidad. Hemos metido una cuña importante a una parte de la sociedad que entrañaba su historia, pero que no tenía acceso a ella al no existir trabajos de divulgación. Lo hemos conseguido con los libros, mapas, vídeos, conferencias, pero también con los trabajos arqueológicos de puesta en valor de los castillos. El proceso empieza a coger forma y esperemos que con una esperada colaboración institucional se pueda formalizar una recuperación de los castillos. Los libros han contribuido a que los ayuntamientos tengan interés por su patrimonio relacionado con castillos, torres y cercos amurallados, pero también por los yacimientos arqueológicos más antiguos. Vamos por buen camino, pero falta mucho camino por recorrer. Como dijo un amigo arquitecto, si nos dejan hacer, podemos hacer mucho con poco dinero, sólo hay que organizar bien los trabajos.

¿Reconstruir los castillos que defendieron Navarra implica el reconstruir nuestra identidad e historia?

-Sin duda. En 200 conferencias todavía no he notando un solo comentario o sensación de que hablar de nuestra historia esté ofendiendo, más bien es lo contrario. Cuando recorres toda la geografía de nuestro territorio y explicas en cada lugar la historia de su castillo y las posibilidades de que en un futuro se pueda poner en valor, la gran mayoría están dispuestos a ayudar. ¿Cómo es posible que la gente de Unzué sean capaces de subir bidones de agua, sacos de arena y cal, uno a uno, y ascendiendo por un sendero un kilómetro hasta la peña de Unzué, o hacer lo mismo los de Arakil trepando por la peña de las Dos Hermanas para levantar el castillo de Aixita? Yo lo cuento y nadie se lo cree. Sólo es posible cuando la idea de recuperar tu historia inmediata es posible con la colaboración de cada uno. Sólo pido que nos dejen seguir trabajando.

En cuanto a esa concienciación general, ¿queda todavía mucho camino por recorrer?

-Falta mostrar la historia desde pequeñitos. Es la asignatura pendiente. En cada lugar quisiéramos concienciar a cuidar el entorno. Es el proyecto más importante. Enseñar a respetar el patrimonio además de conocer la historia de su pueblo y de Navarra. Este año trabajaremos, si se puede, con los más pequeños de Peralta para limpiar su castillo. El fin es educar para cuidar. No hay política. hay ganas de trabajar por su pueblo.

Se trata de una edición renovada, ¿qué novedades trae respecto a las anteriores?

-El libro gana muchísimo en todo, en la maquetación, en las fotografías y planos, pero también hay más castillos: Cherburgo de Normandía, Peña Redonda, Castel Renaut, Buñuel, etc. Ampliamos otros trabajos y analizamos detalles, como un curioso dibujo de Pamplona del siglo XVI. Quizás el grabado nos muestre detalles generales de la ciudad hoy desconocidos. Ampliamos el vocabulario de romance navarro relacionado con las obras y completamos el trabajo sobre un anexo sobre la bandera de Navarra.

¿Qué datos aporta ese anexo sobre la bandera de Navarra?

-Hay gran desconocimiento sobre la bandera de Navarra. La teoría oficial es que cien años más tarde que los demás reinos, Navarra decidió tener un escudo y es el que aparece en los capiteles de la catedral de Tudela. Este dato es ilógico. Navarra necesitaba mostrarse ante los demás reinos con mayor firmeza si cabe, ante las continuas amenazas de conquista que sufrió. ¿Cómo es posible pensar que no tuvo un símbolo que le representara y los otros reinos, aún siendo más modernos, sí? Hay un dato clave y es la primera vez que se expone algo semejante. La figura del San Miguel en la mentalidad de los navarros y ese es el origen del escudo de Navarra. Es una teoría importante. En el siglo XI, los reyes navarro aragoneses, por cada ciudad que conquistaban a los musulmanes construían una iglesia en honor a San Miguel. En Huesca fue su primera iglesia construida en 1110, en Zaragoza, tras la conquista de 1118, y bajo una leyenda donde se recoge la aparición de San Miguel a las tropas navarras. Es por eso llamaron a esa iglesia San Miguel de los navarros. También en Tudela, en Estella, y en San Juan de Pie de Puerto y Artajona con las puertas de San Miguel, en las capillas de las sedes reales como Monreal, en varias villas defensivas como Vitoria y en gran parte del Duranguesado. Todo son señales que nos conducen a lo mismo y en un mismo periodo: siglo XII. Recogí mis impresiones con Manuel Antonio Castiñeiras, catedrático de arte medieval de la universidad de Barcelona y con los datos ofrecidos me dio la razón. Alegó el peso de las tradiciones. Me mostró el ejemplo de los bizantinos, genoveses, aragoneses y catalanes. Todos crearon sus primeros símbolos a través de la leyenda de San Jorge, o a quien imploraban su protección. El origen de la bandera del reino pudo tener el origen en la protección de San Miguel, que se representa por el color rojo del santo, y un escudo blocado con refuerzo, que fue moda la época en que se incluyó su símbolo. El ejemplo más claro está en San Miguel de Estella y sobre este el sello de Sancho el Sabio.

“Mientras otras regiones con tendencias históricas paralelas cuidan lo suyo, aquí somos una comunidad de tercera división en ese sentido”

“El proyecto más importante ahora es respetar el patrimonio; falta mostrar la historia desde pequeñitos”