Tras debutar en la gran pantalla con Cuando dejes de quererme en 2018, el realizador Igor Legarreta (Bilbao, 1973) pesenta Ilargi Guztiak. Todas las lunas, una película que viaja a los estertores de la última guerra carlista y sigue los pasos de una niña que es rescatada de un orfanato por una misteriosa mujer que habita en lo profundo del bosque.

El largometraje tiene tintes fantásticos y comienza con una niña que esquiva la muerte en un accidente gracias a la ayuda de una misteriosa mujer, quien para salvarla la convierte en una vampiro... ¿Podemos etiquetar la película como una fábula?

-Sí, es un drama fantástico, un cuento para adultos... aunque creo que es para todos los públicos, no es una película de miedo a pesar de usar el elemento del vampiro. Es una fábula y hay un viaje épico a lo largo de mucho tiempo y frente a muchas adversidades para intentar revertir el proceso en el que ha caído nuestra prota.

Un proceso muy cercano al espectador, ya que la pelicula gira en torno a algo muy humano: la vida. Una vida que precisamente quiere recuperar la protagonista Amaia, dejando atrás esa nueva inmortalidad.

-Sí, habla de la vida y de la muerte. La muerte es un tabú en nuestra sociedad y no queremos hablar de ella, pero la muerte, sin resultar terribles, es nuestra, está aquí y en cualquier momento puede llegar. Es algo natural en la vida y es lo que realmente nos da perspectiva para poder disfrutar de la vida, porque si no hubiese muerte y viviésemos dos mil milllones de años, no nos gustaría una puesta de sol, un beso, la música... No apreciaríamos las cosas hermosas que tiene la vida, que tiene cosas terribles también.... La película es una búsqueda de esa muerte arrebata para reivindicar la mortalidad y la propia vida.

En este acercamiento a la muerte, se cuestiona también el papel de la Iglesia y su promesa de descanso eterno.

-¿Es el premio, no? La Iglesia Católica en concreto te ofrece la posibilidad, si nos hacemos del club y si somos fieles y tenemos fe, nos ofrecen vivir para siempre y no morir. Más fantástico no pude ser y mucha gente cree en ello... Yo lo respeto, pero me pregunto qué hay de bueno en trascender a la muerte y lograr una vida para siempre. Me preocupa que a veces parece que esperamos ese premio y limitamos la vida o nos ceñimos a unas normas morales, quizá contra nuestra propia naturaleza, con la esperanza de obtener un premio que está por ver si existe. Y si existe, me pregunto qué tiene. La película en el fondo la veo como una pequeña reivindicación de la mortalidad, de estar vivo y del ahora. De vivir y de aceptar que la vida achucha.

¿Qué le llevó a ambientar la película en el final de la tercera guerra carlista?

-Queríamos con este universo vampírico, pero en una clave rural. Vasca, digamos.... En seguida encontramos que ese periodo del siglo XIX y siglo XX están salpicados de guerras, algunas muy cercanas y el hecho de que la protagonista pudiese prolongarse en el tiempo y vivir varias guerras le daba un telón de fondo dramático. La vida es muy luminosa y también muy oscura. Y en esa oscuridad, está la guerra, que es un invento nuestro.

En este trabajo de época habrá sido clave la dirección artística del navarro Mikel Serrano. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

-Una maravilla. Siempre digo que con talento pero sin altura humana no se llega lejos y en el caso de Mikel se juntan las dos. Todos tuvimos claro el aspecto visual que queríamos, con un tratamiento realista, pero que a la vez tuviese un toque de magia.

El motor de la película es Haizea Carneros, que interpreta a la joven vampira protagonista. ¿Cómo llegó a ella?

-Sabía que la baza era la niña, es nuestra compañera de viaje y necesitábamos una actriz que tuviese talento, pero también fortaleza, sensiblidad, disciplina... Y estamos encantados con Haizea. El rodaje fue duro, ella está practicamente todo el rato en plano... Y a la semana teníamos delante de la cámara a una actriz que parecía que llevaba tres pelis hechas ya.

Itziar Ituño y Josean Bengoetxea completan el elenco protagonista. ¿Por qué ellos?

-A Itziar la conozco desde la universidad y fíjate que le hice una prueba, porque quería verla con la niña. Y no tentuve ninguna duda. A Josean le conocía de la película anterior y en seguida pensé en él cuando el personaje de Cándido tuvo forma ya pensaba en él, porque tiene mucho talento y desprende una humanidad que croe que le venía muy bien a Cándido. Trabajar con ellos es maravilloso, están siempre a favor de obra.

El rodaje se desarrolló en gran parte en Navarra, ¿dónde más estuvieron grabando?

-Aquí en Navarra estuvimos en Urbasa, en la cascada de Xorroxin, el pantano de Leurtza, en Zubieta... Y en Gipuzkoa en Zizurkil, en Mutriku, Artikutza (que es mitad Navarra) y en Bizkaia en el valle de Orozco y en Gallarta. Me gusta que las localizaciones y los exteriores sean un personaje y que dramáticametne nos cuenten cosas.