Así lo ha contado el cineasta a Efe por la emisión la serie homónima protagonizada por Mario Casas, una producción al más estilo Paulo, llena de esos giros inesperados que ya son una seña de identidad del catalán (Barcelona, 1975). Paulo ha buscado repetir el éxito internacional conseguido en sus anteriores proyectos (Contratiempo y Durante la tormenta) con esta historia de accidentes del destino y de segundas oportunidades.

¿Cómo fue su encuentro con El inocente?

-Estaba acabando Durante la tormenta cuando Paco Ramos (el vicepresidente de contenido original) de Netflix me llamó y me dijo tengo una novela que te va a encantar y yo le dije que necesitaba parar y pensar. Pero me la mandó y tenía razón. (...) Viajé a Nueva York, me vi con Harlan y le conté cuál era mi visión, cómo la iba a adaptar. Él vio mis películas y yo digo siempre en broma que hubo una especie de match de Tinder: yo entendí muy bien su universo, él entendió muy bien el mío, me dio la libertad para poder jugar con su material y lo he hecho desde el respeto más profundo a su novela.

¿Qué le cautivó de la historia?

-A mí lo que me atrajo leyendo el libro es cómo a un personaje que ha sufrido tanto, el de Mario (Casas), de repente cuando está a punto de arrancar una vida nueva después de todo lo que le ha tocado vivir por culpa de un accidente del destino, le explota una bomba y no sabe por dónde le vienen los palos. Me sentí muy angustiado poniéndome en la piel de Mat y eso fue lo que me atrapó.

Un mal golpe en una pelea de bar y varias vidas destrozadas. ¿Tan frágil es todo?

-La vida puede ser muy frágil. Ahora mismo podemos salir y que nos atropelle un autobús. Al final hay algo en la vida que tú no puedes controlar y hay accidentes que te acaban definiendo. Todos somos en el presente consecuencia de cosas que nos han pasado. Algunas son decisiones propias y otras accidentes del destino.

¿Cómo escoge sus historias para hacer que tengan éxito en países como China, por ejemplo?

-Lo que me atrapa es cuando puedo jugar con historias que no se mueven entre el blanco y el negro, sino que se mueven en una escala de grises en las que el espectador a veces se va más al gris oscuro y otras al gris claro. El Inocente es una serie que habla de las segundas oportunidades, todos los personajes de la serie cargan con una mochila que poco a poco vamos viendo y al final todos van a tener que confrontarla.

Repite con muchos actores, ¿le gusta rodearse de caras conocidas?

-Cada proyecto tiene su proceso. En El inocente leyendo la novela ya veía a Mario Casas por la ambigüedad que él sabe dibujar perfectamente. Es un tío que se implica, es un “implicado de la vida” y me entiendo bien con él. A partir de aquí es un efecto dominó. Aura (Garrido) me vino directamente a la cabeza y Mario y Aura no habían actuado nunca juntos y yo quería repetir con ella.

Dicen que el de Contratiempo fue el primer papel de adulto protagonista de Casas, ¿cree haber sido un empuje en su carrera?

-Cuando conocí a Mario ya tenía ganas de salir de su zona de confort, es un inconformista natural. Yo creo que él mismo tenía muy claro que quería colocarse en otro sitio, en retos personales distintos (...) Estoy muy feliz del reconocimiento que está teniendo ahora.

Dice José Coronado (también presente en El inocente) que usted es un “pequeño Hitch-cock”. ¿Qué le parecen estas comparaciones?

-Estoy de acuerdo con que soy pequeño porque mido metro setenta y lo otro agradezco mucho que lo piense porque lo respeto mucho y lo admiro mucho como actor y como persona.

Cómo ve el panorama audiovisual actual, ¿son buenos o malos tiempos?

-Estamos en un momento de incertidumbre por la pandemia, que está generando una serie de cambios en el consumo. Yo soy de los que piensan que cine y plataformas pueden coexistir e ir de la mano. La pantalla grande siempre te va a dar una experiencia sensorial más grande, pero es verdad que las plataformas nos dan una ventana al mundo que si no, no tendríamos.

“Al final hay algo en la vida que no puedes controlar y hay accidentes que te acaban definiendo”

“El cine es otra experiencia sensorial y las plataformas dan una ventana al mundo que si no, no tendríamos”