Volvieron los toros 21 meses después a la villa del Bajo Arga. Se trató de una novillada demasiado larga y con pocos argumentos artísticos por parte de la terna. Mas el protagonista principal de la fiesta, el toro, se encargó de recordar lo grandioso de esta singular disciplina cultural. Y con ribetes de oro se vistió el espectáculo con los pentagramas de la banda de música, que pegó un conciertazo de extraordinarios pasodobles y con un bis que sorprendió y levantó el ánimo; más bien recordó a todos (los mascarillados, semimascarillados y desesmacarillados, que se repartían por el tendido de forma pareja) lo guay que es la fiesta; cualquier tipo de fiesta. Ese bis, no podía ser de otra manera, fue la jota, esa jota de los toros que devuelve la alegría al alma. La afición de Peralta es muy buena. Aplaudió de salida la presentación y belleza de los utreros y erales de San Román y los despidió en el arrastre de la misma manera. En concreto, se llevó mayores salvas Persianito, un bello y musculado utrero que honró la raza brava por su encastada movilidad. Con él, aunque sin ganar la partida, Reyes dibujó los mejores pasajes de la tarde. El cordobés, sin llegar a imponerse, manufacturó tandas con sabor al natural por el magnífico pitón izquierdo de Persianito.

Uno de los atractivos de este festejo fue la presentación en la vieja Azkoyen de Nabil Essaouari, que se anuncia como El Moro. El pasado 30 de mayo lo hizo con éxito en Estella. En esta ocasión las más exigentes condiciones de los novillos de San Román le superaron. El fuerte viento le perjudicó. Sin embargo, el joven pamplonés ahí estuvo y supo finiquitar a sus dos oponentes con dignidad. Además, dejó pinceladas con el capote en la salida de su 1º, Fundado, y también algunos pases por ambos pitones, también unas muy apretadas bernardinas, con templanza y personalidad. La espada viajó muy baja en primera instancia, antes que, tras varios pinchazos, el sanromán doblara por su cuenta. Bien aquí otra vez la parroquia peraltesda sabiendo respetar y dar ánimos al chaval cuando a su más cuajado segundo, cierraplaza de la tarde, le puso en apuros hasta llevarle al desarme, el hacerle hilo y tomar el olivo. Tras dos avisos cobró media estocada en buen sitio que fue suficiente.

El ya mentado Rafael Reyes no estuvo bien con el segundo. Banderilleó mal y no se acopló a las nobles maneras del animal. El mexicano Diego Peseiro mostró estar el más puesto. Pero de toreo fundamental, poco. En banderillas, bien. Con la muleta, faenas sin índices correctos. Derecho fue al terreno corto, aliviado y vulgar. Cortó un oreja del 4º, un Preferido mejor que él.

Ganadería. Seis reses de Antonio San Román. Cuatro utreros y dos (3º y 6º), erales. Bien presentados, variados de capas y de buen juego. El 3º, premiado con vuelta. Encastado el 5º. Salvo el 1º, todos aplaudidos de salida y en el arratre.

Diego Peseiro. Saludos tras aviso; y oreja.

Rafael Reyes Vuelta tras aviso; y silencio tras dos avisos.

Nabil Essaouari. Vuelta tras aviso; y palmas de despedida.

Presidencia. Bien a cargo de Santiago Campos, asesorado por M. Ángel Barcos e Isaías Bautista.

Incidencias. Un tercio. Agradable. Viento. Especialmente brillante la Banda de Música de la villa.