Carmen Linares (Linares, Jaén, 1951), la única cantaora compañera de generación de Paco de Lucía, Camarón, Enrique Morente, José Mercé y Tomatito, celebra sus 40 años de flamenco con un viaje por la música flamenca, el folclore andaluz y la poesía. A Olite llega este viernes acompañada de Salvador Gutiérrez (guitarra), Eduardo Espín Pacheco (guitarra), Vanesa Aibar (baile), Ana María González (coros y palmas) y Rosario Amador (coros y palmas).

¿Cómo está viviendo este 40 cumpleaños sobre las tablas?

Con mucha ilusión y satisfacción, porque es recordar y poner en el escenario lo que considero más importante de lo que he hecho en mi carrera.

¿Cómo lo resumiría?

Por ejemplo, en el espectáculo hago cantes de Antología de la Mujer, uno de los trabajos más importantes que he hecho y donde rescato todos los cantes que han creado las mujeres; y también mi incursión en el mundo de los poetas extraordinarios a los que he tenido la suerte de poder cantar y homenajear en varios discos. Llevo baile, guitarras, palmas y coros. Está bastante completo.

El flamenco transmite sentimientos auténticos, humanizadores, hoy más necesarios que nunca.

Por supuesto. Además, se ha visto que la música y la cultura en general han sido muy importantes en esta pandemia. Cuando hemos vuelto al escenario nos hemos dado cuenta de lo importante que es la música para la gente y para nosotros también. Yo necesitaba ya cantar, estar en contacto con el público y sentir su emoción.

¿Qué es el flamenco para Carmen Linares?

Es muy difícil definirlo, abarca muchas cosas. Como música para mí es una de las mejores que hay en el mundo. Es un arte con una raíz muy profunda, por el que han pasado muchas culturas y con una valía increíble. Y como artista, el flamenco es voz, sentimiento y cabeza, inteligencia. Es un arte muy especial. Nosotros nos exigimos mucho, yo al menos salgo al escenario y me fijo mucho porque quiero que la gente vibre con lo que hago. No canto por cantar. Es difícil porque tenemos que comunicarle al público lo que sentimos. A veces lo consigues, otras no. Pero nuestra pretensión siempre es esa, emocionar.

¿Cómo está afectando esta crisis al flamenco?

Le está afectando muchísimo, como a todas las músicas y al arte en vivo, sobre todo al que se hace en recintos pequeños, porque hay locales que no se pueden mantener con la mitad del aforo. Y los tablaos en Madrid, las peñas de flamenco, todo eso se ha resentido muchísimo.

¿Qué recuerdos tiene de aquellos años 70 en que se abría camino en los tablaos de Madrid?

Los recuerdo como unos años de mucha ilusión. En esa época lo que yo quería era cantar, subirme a un escenario, aprender. Estar con compañeros. Empecé junto a Camarón, La Perla de Cádiz, Habichuela, Morente, Serranito, la gran bailaora Carmen Mora. Fueron tiempos de muchas ganas de aprender, muchas ganas de divertirme y de vivir la vida. Aprendí mucho de contemporáneos míos, como Camarón, Enrique Morente, Lebrijano, Meneses, Fosforito, toda la gente que ya en ese momento empezaba a destacar. Y lo viví pensando qué bien, porque somos una generación que hemos roto moldes y hemos evolucionado mucho el arte, y eso me parece muy importante. Hemos sido valientes a la hora de aportar y hacer el flamenco con nuestra personalidad propia. Creo que fuimos muy rompedores y eso es muy importante para el arte. Que los artistas tengan su propia personalidad y que vivan el arte con su tiempo.

¿Cómo ve el arte del flamenco hoy? ¿Se renueva?

Claro. Hay artistas que hacen el cante y el baile como se hacían antiguamente, pero la juventud ya quiere vivir su tiempo y hacer su propia experiencia dentro del flamenco. Y yo creo que el flamenco es un arte tan grande, con tanta calidad, que no va a ir para atrás nunca, siempre va a ir para adelante. Sinceramente lo pienso. Porque cuando la base de un arte es tan importante y de tanta calidad, ahí queda remanente, eso no se acaba.

¿Lo tienen más fácil que en sus tiempos las mujeres cantaoras que se abren hoy camino?

Ahora una mujer lo tiene más fácil en cuanto a que las mentalidades han cambiado, sus padres no le impedirán, imagino, que sea artista; porque en la época en que yo empezaba había muchas mujeres que sufrían la oposición de su familia, que no ha sido mi caso, por suerte. De ahí venían casi siempre los impedimientos, del propio entorno familiar. Porque entre los aficionados, no importaba si eras mujer u hombre, si eras joven o más mayor; te escuchaban y, si les gustabas, estaban encantados. Y ahora también hay más medios de difusión para darte a conocer. Las redes sociales han cambiado mucho la forma de hacerte artista. Ahora va todo mucho más rápido. No sé si es bueno o no, pero es así. Ahora mismo puedes ser muy muy conocido con 20 años. Antes tenías que ir haciendo tu carrera más paso a paso, y eso también es positivo para un artista, porque en el recorrido te vas haciendo más fuerte, vas sabiendo mejor lo que quieres, y no te manipulan, no te mangonean, como se dice en Andalucía. Yendo poco a poco es más difícil que el éxito te haga perder la perspectiva de quién eres y dónde estás.