Fecha: 23/07/2021. Lugar: Ciudadela. Incidencias: Lleno, entradas agotadas con mucha antelación. Público entregado y muy participativo.

ue levanten la mano todas las personas para las que esta es la primera vez que nos ven en directo", exclamó Andrés Ceballos justo antes de que se alzase un mar de brazos en la Ciudadela. "Para todos ellos", dedicó el cantante, y se arrancó con Hola qué tal. No era la primera canción de la noche sino la quinta, pero la imagen ilustra bien el desarrollo de la actuación: entradas agotadas con mucha antelación, público mayoritariamente joven, incluyendo a muchos niños que, a buen seguro, asistían a su primer concierto. Ojalá disfrutaran la experiencia y la repitan en el futuro. Y es que puede decirse que la música de Dvicio es apta para todos los públicos, y eso será una virtud para algunos y un defecto para otros que buscan algo más personal y la podrían considerar demasiado estándar. No es que sus canciones no tengan un estilo propio (de hecho, lo tienen), pero huyen de cualquier arista o aspereza. Lo suyo es el pop, y comparten esa categoría con otros artistas como Maldita Nerea o Taburete (o, no nos engañemos, esos grupos del llamado "indie mainstream" como Miss Caffeina o Izal).

Una vez ubicados en estilo y entorno, centrémonos en la actuación. Su concierto de la Ciudadela fue un auténtico paseo militar, con el público rendido desde que pisaron el escenario y saludaron con Epiphany, el corte que abre su último disco (Impulso, lanzado el año pasado y cuya gira se ha retrasado hasta la actualidad por motivos obvios). Después, un par de temas de su álbum de debut, aquel Justo ahora que lanzaron en 2014 y que los catapultó al éxito (Enamórate y la canción que daba título al elepé), y el single que han publicado recientemente junto a India Martínez, No me basta, antes de llegar a la ya mencionada Hola, qué tal, de la que hablábamos al principio.

La audiencia, ya se ha dicho, recibía con avidez y entusiasmo todas y cada una de las canciones. Además, la banda tuvo algún detalle digno de elogio. El más especial llegó cuando sacaron a una niña (de nombre Delfina) a cantar con ellos Paraíso. Como vieron que la pequeña no se sabía la letra, volvieron a interpretar Enamórate con ella, que esa sí la conocía, mientras la madre grababa todo en vídeo y se lo enviaba a su familia, que vive en Argentina. Acometieron después una parte más acústica y tranquila que comenzaron con De volar, en la que cantó el bajista, y continuaron con Te debo, Castillo de cera, una de las favoritas del cantante, según dijo al presentarla, y Primera vez. En estas tres últimas, Andrés se sentó al piano para tocarlo mientras cantaba.

Tras ese intervalo más calmado, anunciaron que había llegado el momento de saltar sin moverse de la silla. Fue entonces cuando sonaron las guitarras más potentes y los ritmos más acelerados de la velada, en un estilo de pop eléctrico que recordó a El Canto del Loco. Al final, piezas como Dosis, Cinco sentidos (con solo de cajón flamenco incluido) o Casi humanos certificaron el cierre de la actuación delante de un público absolutamente satisfecho.