Dónde. Galería ArteA 2 de Zizur Mayor (calle Idoia, 9, bajo).

Cuándo. Inaugurada el pasado 29 de octubre, la exposición puede visitarse hasta el 4 de diciembre, por las mañanas de martes a sábado de 10.00 a 13.30 horas, y por las tardes de lunes a viernes de 17.00 a 20.00 horas.

Guillermo Pérez Pérez Jiménez, Ullate, nació en Monteagudo el 16 de octubre de 1943 y falleció en Estella el 29 de mayo de 2018. Mantuvo estudio en Maspalomas (Gran Canaria) hasta 1989, y se trasladó a Málaga. Un par de años después se instaló en Matalascañas (Huelva). Luego residió y trabajó durante 9 años en Vilamoura y Armaçao de Pera (Portugal). Trasladó el taller a Girona, donde abrió la sala de exposiciones Kunsthalle, que estuvo activa 4 años. En su último periodo mantuvo estudio en el pueblo de Obanos en su Navarra natal.

Por diversos motivos Ullate viajó a Francia, Suecia, Italia, Bélgica, Holanda, Noruega, Alemania, Suiza, Austria, y cruzó varias veces Portugal. Obras suyas fueron adquiridas en diversos lugares de América, Asia y Europa.

Destacan sus participaciones en proyectos expositivos en Faro (Portugal) en el año 96, en Munich (Alemania) en los años 1989 y 90; en Huelva, en 1996; o en Girona (sala Kunsthalle) de 2002 a 2006.

l afán de experimentación marcó la trayectoria del pintor navarro Guillermo Pérez Pérez Jiménez, conocido artísticamente como Ullate. Un artista que para gran parte del público navarro se descubrirá ahora, en estos últimos años en que se está haciendo una labor por mantener viva su obra, y su memoria, a través de diversos proyectos expositivos.

Ya acogió en 2019 uno centrado en su última etapa artística La Fábrica de Gomas del Soto de Lezkairu, al que siguió otro impulsado por el Ayuntamiento de Berriozar; y ahora es la Galería ArteA 2 de Zizur Mayor la que se suma a esta labor de recuperación de obra, apostando por una muestra retrospectiva que refleja la evolución del pintor y la riqueza experimental de una producción de gran magnitud en la que el retrato es hilo conductor y motor de casi todos los cuadros.

Cuesta creer que los dos que lucen en el escaparate de ArteA 2 fueran pintados por la misma mano. A la derecha, El hombre tuerto, del año 1964; y a la izquierda, otra obra gestada dos décadas después en una línea totalmente diferente, dan muestra de la exploración constante que llevó a cabo Ullate, pintor que evolucionó del retrato clásico al abstracto, pasando por etapas picassianas, expresionistas, informalistas, matéricas y vinculadas al grafiti. Siempre a la vanguardia y con un sentido de la independencia artística que le mantuvo alejado de los circuitos comerciales, el artista navarro, de quien se exhibe ahora una veintena de obras, tuvo una mirada singular, muy personal, patente en cada cuadro que alumbró.

“Era un artista auténtico. Vivió para la pintura, aunque nunca supo comercializar su obra”, dice Rafa Pérez Lizaso, sobrino del artista e impulsor junto a los hijos de éste de la exposición de ArteA 2. La mezcla de materiales y técnicas y la exploración en torno al color son, junto al retrato, ejes de un legado que sorprende todavía hoy por su modernidad y frescura.

“Era una persona muy dedicada a su trabajo. Recuerdo ayudarle siendo niño a hacer mezclas de cola, de pigmentos... con el tiempo le he ido descubriendo como artista desde otra perspectiva”, dice Iñaki Pérez, hijo de Ullate y a quien le gustaría ver el legado de su padre -que suma unas 300 obras, muchas de gran formato- en “una retrospectiva más extensa”; de hecho, la familia está en conversaciones con el Ayuntamiento de Pamplona para poder impulsar esa muestra en un futuro en la Ciudadela.

Ullate se consideró siempre un autodidacta. Aprendió y evolucionó pintando, experimentando. En el taller que montó en el centro de pamplona en los 60 y donde hacía realismo clásico, y posteriormente en todos los lugares en los que residió y trabajó, o a los que viajó y donde cautivó con su obra a numerosos particulares que conservarán hoy cuadros suyos.

Rupturista, lo demostró en 1964 cuando le ofrecieron su primera exposición individual en la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, y donde decidió no colgar los retratos realistas por los que hasta entonces se le conocía, sino sorprender con un estilo más abstracto que resultó ser “demasiado” para la época, para las conservadoras instituciones de Pamplona, que no entendieron su lenguaje y censuraron su exposición.

Con las críticas a cuestas, Ullate se fue a Gran Canaria para empezar de nuevo. “Allí se ganaba la vida haciendo retratos profesionales a turistas alemanes en un hotel de lujo”, y así podía seguir explorando con entrega entre lo figurativo y el expresionismo abstracto”, hasta llegar a su producción más matérica.

Pintura social y grafiti

Entre las distintas series que pueden contemplarse en la exposición de ArteA 2, además de la de retratos realistas que refleja los inicios de su trayectoria pictórica, están otras que muestran la vertiente más social de una pintura que da cabida a políticos, ministros y otros personajes de la sociedad de la época; o que evocan la cotidianeidad plasmada en cuadros concebidos a la manera de muros que hablan. Un canto al arte urbano y a lo sencillo y auténtico de la vida.

En la serie correspondiente a la última etapa artística lucen retratos casi a modo de garabatos, de una frescura y espontaneidad que solo se consiguen cuando detrás hay todo un recorrido y un bagaje de talento y técnica. De un trabajo que en el caso de Ullate fue también una pasión, a la que se entregó sin condiciones ni reparos. Como un buceador que se lanza al mar sabiendo que el fondo es siempre un misterio inalcanzable, y esa misma certeza le impulsa a seguir explorando, dejándose sorprender en el camino.

“Era un artista auténtico; vivió para la pintura aunque nunca supo comercializar su obra”

“El legado que conservan sus hijos suma casi 300 obras, da para una gran retrospectiva”

Sobrino de Ullate