Fecha: 23/04/2022. Lugar: Navarra Arena. Incidencias: Primer concierto sin ningún tipo de restricción (ni siquiera mascarillas). Entradas agotadas con meses de antelación. Unos doce mil espectadores. Abrió Morgan (Nina, teclados y voz, Paco López, guitarra, Ekain Elorza, batería, David Schulthess, teclados, David González, bajo, y Gabi Planas, teclados y guitarras). A Fito, guitarra y voz, le acompañaron Boli Climent, bajo, Carlos Raya, guitarras, Coki Giménez, batería, Javier Alzola, saxo.

l sábado se celebró en el Navarra Arena uno de los acontecimientos musicales del año, el concierto de Fito y Fitipaldis. Abrió la noche Morgan, a los que ya vimos en enero en Baluarte, entonces dentro de del festival Santas Pascuas. Esa vez presentaron una novedad en su formación, a la que se ha incorporado David González, de Berri Txarrak, para sustituir a Boli Alarcón (que está haciendo la gira de Fito). Al margen de eso, el espectáculo fue bastante similar, con el sexteto muy bien compenetrado y derrochando elegancia a base de teclados rugientes, guitarras precisas y rocosa base rítmica. El Arena se fue llenando de público al ritmo de las canciones de The river and the stone, su último álbum. Fueron de menos a más, alcanzando su cenit con Paranoid fall, que Nina cantó de pie desde el centro del escenario, Sargento de hierro, la más coreada, y Oh Oh, con la que se despidieron.

Después, los Fitipaldis no hicieron honor a su nombre y se retrasaron unos minutos para comenzar su show. Fue el único imprevisto de una velada en la que todo lo demás fue rodado. A las 22:12, por fin, cuando el público coreaba "oés" para amenizar la espera, una lúgubre película de dibujos animados, con personajes caracterizados con calaveras, anunció el comienzo del concierto. Salieron los músicos con Fito a la cabeza y se estrenaron sin más preámbulos con A quemarropa, un título que definiría lo que iba a acontecer durante las siguientes dos horas y media. Ya en los primeros temas la banda mostró sus bazas: pop rock de guitarra y melodía, sonido contundente, a ratos estruendoso y a ratos más sutil, todo perfectamente sonorizado e iluminado en un gran escenario sin apenas decoración (a excepción de la pantalla trasera y multitud de focos). Como debe ser en el rock, el espectáculo lo sostuvo la música y no los arreglos superfluos; a nadie le amargan unos fuegos artificiales de vez en cuando, pero en demasiadas ocasiones se utiliza el ruido para esconder la falta de nueces.

No fue el caso de Fito. Sabiendo que el público devoraría cualquier golosina, el vizcaíno jugó con los tiempos, pasando, por ejemplo, del rock peleón de Whisky barato al blues reposado de Las palabras arden. Cada instrumento tuvo reservados varios momentos de protagonismo, especialmente el saxo y la guitarra de Carlos Raya, que se lucieron con los solos. En un discreto segundo plano, pero igualmente imprescindibles para el buen acabado sonoro, el bajo y la batería se mostraron infalibles y tremendamente sólidos.

Recuperaron Todo a cien, la versión que grabaron de La Cabra Mecánica (que también fueron sus teloneros hace años). Es de agradecer que, en una posición tan privilegiada como la suya, ayude a otros compañeros de profesión. Lo hizo en su momento con La cabra, con Quique González, con Los Zigarros, con Muchachito Bombo Inferno... Y ahora con Morgan, que volvieron a salir para tocar junto a los Fitipaldis una cuasi funky Quiero gritar. Imagínense el resultado con las voces de Fito y Nina, dos baterías, tres guitarras, teclados y dos bajos fundiéndose en un largo desarrollo instrumental.

Otros momentos destacables fueron los de En el barro, la más rockera de la noche, Si me ves así, con el pabellón iluminado por las linternas de los móviles, y los petardazos finales de Abrazado a la tristeza, acompañado por la steel guitar de Carlos Raya y el piano y la voz de Nina, Soldadito marinero, cuyo estribillo fue coreado por doce mil almas, Entre dos mares, único rescate de Platero y tú que fue atentamente seguido por Iñaki Uoho, que presenció la actuación desde un lateral del pabellón, y Acabo de llegar (con todo el pabellón bailando y aplaudiendo). A sus órdenes, soldadito Fitipaldi.

Ya en los primeros temas la banda mostró sus bazas: pop rock de guitarra y melodía,

sonido contundente

Como debe ser en el rock, el espectáculo lo sostuvo la música y no los arreglos superfluos