¿Cómo definiría esta obra, que es un puente directo con el público joven?

–Es una novela que escribió hace ya unos años el propio Édouard Bellegueule, una suerte de autobiografía, porque él desde muy jovencito quiso plasmar en un libro sus vivencias como un chaval homosexual en la Francia más profunda, en un entorno muy patriarcal, muy agresivo, también de mucha pobreza latente, de clase media venida a menos, con toda la ultraderecha golpeando las puertas políticas de la ciudad; y de repente él, en medio de ese mundo, es un chaval homosexual además muy diferente porque tiene pluma, porque es un niño inteligente y divertido pero también muy triste y solitario. Lo interesante de este proyecto es no solo hablar de ser diferente en un lugar donde la normalidad es otra, sino cómo Édouard a muy corta edad cuenta sus experiencias desde el adolescente. Su relato fue un revulsivo en toda la literatura europea, porque lo contaba de una forma muy cruda, aunque él se salvaba a sí mismo y salvaba la relación con su padre, muy compleja y tortuosa.

¿Y cómo nace la propuesta escénica de LaJoven?

–Nosotros quisimos partir del texto que escribió Pamela Carter para el Unicorn Theatre de Londres, que se dedica a hacer teatro para público joven y familiar sobre temas incisivos, y con el que tenemos relación. Ese texto que se estrenó en Inglaterra en 2018 le daba un pulso muy joven y también muy luminoso a la historia. Édouard también aceptó el reto y vio la historia y se vio muy contento, muy identificado con la idea de transmitir sus vivencias al público joven de hoy. 

El ritmo y el lenguaje deben adecuarse a ese público.

–Sí, aunque es un montaje que pueden y deben, con todo mi cariño el verbo deber, ver familias con sus hijos, está muy pensado para llegar muy directamente al corazón del joven o la joven. Pero también para ir por la parte trasera al corazón de la madre y el padre que ven la función.Porque esta historia también tiene que ver con los padres, que funcionan en ella de una forma absolutamente vehicular.

Busca llegar a la gente que educa, que transmite valores.

–Claro. Yahora que dices eso, esta obra es un canto también al sistema educativo, a cómo la cultura y la educación te pueden salvar. Y de hecho para Édouard, a muy corta edad, la literatura y el teatro fueron su salvación. Fueron el teatro y una profesora que tuvo de literatura lo que le salvaron de la horrible presión a la que estaba sometido.

Lamentablemente esa defensa de la diferencia que hace esta obra, sigue siendo urgente hoy.

–Sí. Aunque hay mucho avanzado en cuanto a derechos y libertades, todavía en las escuelas, los colegios y en la vida cotidiana sigue habiendo una asignatura pendiente, y probablemente con esta regresión que está habiendo a ciertos valores medio fascistas, violentos, contra lo diferente, es muy necesario. Y es verdad, esto es un hecho constatado, que ha subido el índice de odio y la violencia en torno a los homosexuales. Fíjate, en Madrid yo hacía mucho tiempo que no oía de forma tan continuada agresiones en este sentido, de chavales a los que les violentan o les pegan por ello. Y hablo de zonas de Madrid muy céntricas. Y entiendo que debe estar pasando en otros lugares. Nosotros hacemos funciones matinales para público joven con coloquios, y son interesantísimos y muy vivenciales, y es tremendo escuchar que todavía el bullying, el señalar al diferente, sigue ocurriendo. Es curioso, porque cuando hay alguna escena un poco comprometida en la función, más allá del nerviosismo típico de los jóvenes, todavía uno puede escuchar ciertos exabruptos desde los patios de butacas, como ¡maricones!, ¡que os jodan!, o esas cosas, y es muy bueno que luego todo eso se rebaje cuando entiendan que lo que están viendo ahí es la historia de un ser humano. Cuando entiendan que puede ser su compañero, su hermana, su amigo, su amiga, incluso que pueden ser ellos mismos los diferentes en algún momento. Esta obra invita a comprenderlo, a comprenderse un poco mejor a uno mismo, y a empatizar.

También es un homenaje a Gerardo Vera. ¿Qué buscaba él con este proyecto?

–Pues mira, yo creo que Gerardo, que como todos los artistas complejos se sintió un diferente en muchos momentos, buscaba, tanto con esta obra como con Oceanía, básicamente reconciliarse, reencontrarse con su padre. Las dos hablan de lo mismo, de una historia entre un hijo diferente y un padre.

Algo muy universal.

–Sí, totalmente. Una especie de suerte de Homero con Edipo, que yo creo que esa es una de las grandes cosas que hace Édouard en esta función: aparte de contarse a sí mismo, intentar ponerle un punto y final o un hola a la relación con su padre. Y Gerardo, también en los últimos momentos de su vida, necesitaba ese encuentro, que como dices es universal y todos lo buscamos. De alguna forma para mí también ha sido importante en ese sentido, porque no es mi padre físico pero era mi padre espiritual, o cultural, y yo he intentado recoger ciertos testigos deGerardo y para mí ha sido un homenaje hacia él poder hacer esta obra, y Oceanía, algo que pidió casi en su lecho de muerte. Para mí también es una forma de ponerme en un adiós con él, así que yo creo que los círculos se cierran.