Gala de danza

Intérpretes: Ión Agirretxe, Aída Badía, Sergio Bernal, Cristina Casa, Aleix Mañé, Tania Martín, Carlos Romero, Giada Rossi, Cristo Vivancos: bailarines. Arrieta, Carazo y Vicandi, dirección artística. Programa: II, coreografía A. Mañé / música, J. A Simarro. Love Fear Loss: Amarante / E. Piaf. Diana y Acteón, Petipa / Pugni. Faruq, Martín y Romero. Romeo y Julieta, Lavrosky / Prokofiev. Carmen, Alonso /Bizet. Nauj, A. Mañe. Spring Waters, Messerer. El Sombrero de tres picos, Ruiz Soler / Falla. Programación: Mun. Fecha: 29 de diciembre de 2022. Público: casi lleno (de 30 a 26 euros).

El Museo de la Universidad de Navarra programó una muestra de danza clásica, neoclásica, contemporánea y española muy bien dosificada en cada una de sus partes, y en el conjunto del espectáculo que, a la postre, resultó ágil, variado en sus temas, con hincapié en lo clásico –vimos abundante baile en puntas–, y algunos retazos de flamenco-fusión, muy interesantes. Comenzó la sesión con un paso a dos de Aída Baía y Aleix Mané: un comienzo tranquilo, con buen fraseo individual, baile suelto y, a veces, en simetría; luego más cuerpo a cuerpo, pero sin drama. Sigue Love Fear Loss, bailada por Ion Agirretxe y Cristina Casa: dos bailarines canónicos de danza clásica, francamente elegantes, con un fraseo ligado en todos sus movimientos, incluso en las elevaciones o recogidas de la bailarina por el partenaire. Se disfruta de esta pareja de baile por la seguridad con la que vuela la bailarina sobre los brazos del bailarín. Diana y Acteón, bailada por Giada Rossi y Cristo Vivancos, es otra excelente muestra de ballet clásico: esta pareja se desenvuelve con un fraseo más entrecortado entre las sucesivas poses, pero, de igual modo, sus giros, saltos y pasos de riesgo se asientan en una técnica muy segura. Hay un contraste bellísimo entre la fortaleza corporal de él, y la delicadeza de ella, logrando unos movimientos espectaculares. Magnífica la variación de Vivancos; y luminosos los giros de Rossi. Todo bastante controlado en los finales a pesar de no ser la música en directo (por cierto, la música un poco alta). Faruc, bailada en dos partes por Tania Martín y Carlos Romero, fue una hermosa sorpresa, en su primera parte, al fusionar lo clásico con el flamenco. Tuvo misterio en su comienzo, y arrebató al público con el ritmo que se imprimió a toda su actuación: un perpetuum mobile pronunciado por el taconeo de Romero. La segunda parte, con bata de cola Tania, fue algo más convencional, se quiso ceñir más al flamenco. C. Casa y C. Vivancos recrean el dúo de amor de Romeo y Julieta de Prokofiev: de nuevo disfrutamos de sus puntas, de su compenetración, del dominio de su eje. Nos quedamos con las ganas de ver todo el ballet. Rossi y Bernal, en su visión de Carmen de Bizet, trabajan muy bien el acento, partiendo de un baile sensual y racial. Badía y Mañé vuelven al contemporáneo con Nauj, que se presenta con unos inquietantes latidos de fondo musical, para recrear una danza especular, en dos planos marcados en el escenario, por separado, hasta que se encuentran y su paso a dos es eminentemente físico. Casa y Agirretxe, vuelven con maestría clásica en Spring Waters: una pieza de solo dos minutos, y que sin embargo, muestra la dificultad y el dominio de la disciplina dancística por excelencia. Su majestuosa salida del escenario, con la bailarina en las alturas, fue muy aplaudida. Cerró la velada un solo de Sergio Bernal del Sombrero de Tres Picos de Falla: una danza muy poderosa a la altura de la música de Falla. No es lo de menos. Bernal hace unos espectaculares saltos con giro, se ciñe al espacio corto con rotundo taconeo, y, sin esquivar la exigencia rítmica de la música, encandila al público con sus recorridos por el escenario. Se llevó una gran ovación. Como el resto del elenco. Y es que la gala estuvo muy bien planteada, con un metraje ajustado a lo que debe ser un recital: muestras bien elegidas, sin querer estirarlas. Y servidas, cada una en su estilo, con indudable calidad.