A los hermanos Fran y Naiara Chamorro y a Ane González el baile urbano les hace sentir libres. Su pasión por este arte les motivó a abrir la escuela de danza Taupadak hace 6 meses, y este verano vuelven a estar clasificados en el Campeonato Mundial de Hip Hop en Arizona, Estados Unidos, del 1 al 5 de agosto. 

Taupadak vuelve este 2023 al campeonato después de que Diors, uno de los grupos que ahora componen la escuela, llegase a la semifinal el año pasado. Este año son 4 los grupos nominados en esta competición, Megacrew, el más numeroso; Infarto, el grupo juvenil, y la Minicrew, compuesto por 3 bailarines entre los que se encuentran los fundadores, Fran y Naiara Chamorro.

Los montajes que representarán Taupadak en Arizona será una mezcla de modalidades como el dancehall, el afro, el hip hop, comercial y reggaeton. En la academia se consideran bailarines de la nueva escuela, les gusta arriesgar y apuestan por mezclas que rompan con fórmulas antiguas, como la combinación de la salsa con el house. Es por ello que en el mundial buscan sorprender, competir, pero sobre todo pasarlo bien y disfrutar en familia.

Los inicios

El proyecto de Taupadak empezó a germinar tres años atrás, después de la pandemia. Contra todo pronóstico, en un tiempo en el que los espacios cerrados eran temidos por la sociedad, cinco amigos unidos por el baile, decidieron juntarse para hacer lo que más les gustaba, bailar, y compartirlo en redes. Es ahí cuando se empezaron a dar a conocer hasta llegar a ser difundidos por artistas como Maria Becerra o J Balvin. De 5 integrantes pasaron a 30, y tras ganar Iru Dance, una competición que se celebró en Villava, Huarte y Sarriguren, se dieron a conocer y se les presentó la posibilidad de inscribirse en otras competiciones. 

Lo que empezó a ser una idea de un grupo de amigos, evolucionó a una compañía de baile y ha terminado en una escuela de danza que, apenas 6 meses después de su apertura física, ya cuenta con 150 alumnos repartidos entre los 3 profesores: Naiara Chamorro, Ane González y Fran Chamorro.

Los tres se adentraron en el mundo del baile por casualidad. Ane intentaba encontrar una extraescolar en la que encajar; Naiara apostó por  el baile tras descartar gimnasia rítmica, y Fran se animó a subir al escenario tras años como espectador de las actuaciones de su hermana. Ahora la danza es un indispensable en sus rutinas. Apostar por el baile urbano también fue algo espontáneo, o mejor dicho natural. Los tres amigos coinciden en que es la manera más libre e inclusiva de bailar, donde cualquier persona tiene cabida y cuenta con la oportunidad de desarrollar su potencial. El bailarín se pueden expresar sin sentirse juzgado, siendo fiel a su estilo personal.

Fran Chamorro y sus alumnas ensayando con la mejor actitud Patxi Cascante

La escuela

En cuatro paredes de la Calle Padre Maceda, 6, en la Rochapea, un centenar de alumnos ha encontrado su casa en la escuela Taupadak.  

En cuanto a los alumnos, están divididos en diferentes categorías, los grupos se arman en función de niveles y estilos para maximizar el potencial individual de cada bailarín. El rango de edad viaja desde los 4 años hasta los 61 años que ha cumplido una alumna. Los tres profesores coinciden en que el grupo Premium, que da nombre a los alumnos con más edad, es el que más disfruta, ya que en cada actuación “viven cada baile como si fuese el último”.

Más que una escuela con profesores y alumnos, en Taupadak se consideran una familia. Hay roces y discusiones, como en cualquier parentesco, pero se respetan por encima de todo. Su conexión traspasa las pantallas, así lo demostró una chica que contactó con ellos para decirles que quería estudiar en Pamplona para formar parte de la escuela. A sus fundadores estos mensajes les hacen especial ilusión porque el objetivo que persiguen es potenciar el talento que esconde Pamplona e evitar que aquellos que sueñan con ser bailarines se vean obligados a buscar las oportunidades en las grandes ciudades. Su sueño consiste en canalizar el talento de los bailarines en la capital navarra para que las oportunidades también se desarrollen aquí.

Quizá sus valores, ser una piña y su humildad les diferencia de los otros bailarines en las competiciones. En el escenario no buscan ganar, que siempre es un motivo de alegría, sino que persiguen algo más profundo, conectar con el público y “hacerles latir”, explica Naiara Chamorro. 

Los alumnos que eligen competir se diferencian del resto por tener ensayos, además de los previstos durante la semana, los viernes, sábados y domingos. Sin embargo, a diferencia del aparente funcionamiento de la danza, en Taupadak no se apuesta por un aprendizaje sufrido, “no les hacemos hacer 60 burpees o una dieta estricta”, se sinceró Fran Chamorro. Motivan a sus bailarines con un trato cercano y permisivo, “eso no nos ha impedido llegar al mundial”. Su fórmula les funciona, así lo demuestra su clasificación por segundo año consecutivo en esta competición.

Metas

Taupadak, que dio nombre a la compañía creada por Fran Chamorro en 2020, significa latidos en euskera. Ver la palabra en un país tan lejano como Estados Unidos implica un logro para ellos, ya que llevaron “el talento del norte” al otro lado del charco. A pesar de haber participado en campeonatos regionales, estatales e internacionales, y conseguir la clasificación en muchos de ellos, consideran que la clave de su éxito no es solo el talento, ya que alegan que “igual no somos los mejores bailarines, pero somos una piña y una familia. Encima del escenario todos latimos a un mismo son”, confiesan con humildad. La característica familiaridad que desprenden tiene mucho que ver con la gestión de la victoria y en especial del fracaso. “Hemos perdido toda la vida hasta hace un año y seguimos perdiendo. Nos clasificamos en unas cosas, pero en otras no. Nosotros vamos a competir, pero también a disfrutar y a pasarlo bien”, apunta Fran Chamorro.

Como bailarines, son conscientes de los condicionantes externos de las competiciones. El calor, un vestuario que no sea acorde al montaje o un suelo que resbale son factores que pueden jugar una mala pasada. Por ello, manejar la posibilidad de ganar les suscita un espontáneo “ojalá”, pero demostrar el esfuerzo, llegar lejos y poder disfrutar del camino “ya les hace ganadores” y les acerca a su meta: “disfrutar del baile y vivir de él”, sentencia Ane González. 

En constante formación

Como el ave fénix, no temen reinventarse y es por ello que siempre que pueden contratan a bailarines profesionales como las que acompañan a Lola índigo, para recibir formación. También recurren a apoyos externos como coreógrafos para enriquecer sus conocimientos, la técnica y montar actuaciones para concursos, ya que al contar con 7 grupos que compiten, la diversidad de puntos de vista es de agradecer.  

Taupadak es un claro ejemplo de jóvenes con ideas claras que dejando atrás las escuelas de baile a las que pertenecían, decidieron embarcarse en un proyecto y emprender. A sus cortas edades, Fran de 23 años, Naiara de 19 y Ane de 18, los tres jóvenes demuestran que con esfuerzo, trabajo y compromiso los sueños se cumplen. Y sí, también en Pamplona.