La mayoría de los mortales en sus primeros instantes de vida dan sus primeros pasos, otros dan sus primeras notas. Como Laura Montoro, joven de 28 años, natural de Pamplona y soprano dramática. Ella debutó el pasado 5 de julio como protagonista en su primera ópera en Florencia. La obra elegida era ‘Le Nozze di Figaro’, de Wolfgang Amadeus Mozart. “Me ofrecieron desde la agencia que me representa esta producción. Una oportunidad enorme como hacer el papel de contessa di Almaviva, que es un personaje principal. En Italia, con orquesta, un elenco y entorno increíbles. Evidentemente no pude resistirme”, señala la joven cantante.

La soprano debutó en Florencia interpretando ‘Le Nozze di Figaro' de Mozart como protagonista. IBAN AGUINAGA

Pero no es la primera vez que Laura Montoro se sube al escenario al ritmo de su ‘bel canto’. A sus 28 años cuenta ya con una larga trayectoría. Ha actuado junto a la Sofía Sinfonietta en Bulgaria, bajo la batuta de Alan Freiles y Svilen Simeneov. Ha compartido escenario junto a reconocidos pianistas como Eduardo Frías, Durius Ensemble o Miguel Arrózpide. Mostrando su talento en los auditorios más relevantes de España, así como en sus catedrales y museos. Diversas giras por Alemania, Bulgaria, Francia, Italia e Israel. A su vez ha participado en proyectos de recuperación de patrimonio musical navarro, concretamente ‘Misa de difuntos’ de Hilarión Eslava y ‘Misa a ocho voces y grande orquesta’, de Buenaventura Íñiguez, como soprano solista.

"Me gustaría poder cantar una ópera en Pamplona"

Recalcar que durante trece años fue miembro y solista de la Capilla de Música de la Catedral de Pamplona, bajo la batuta del maestro Don Aurelio Sagaseta. Ha perfeccionado su técnica y trabajado a lo largo de estos años de la mano de artistas tan conocidas como Raina Kabalvanska, Maite Beaumont y Nerea Berraondo. Actualmente trabaja en una agencia en Bulgaria, por eso sus actuaciones son siempre entre Italia y Bulgaria. “Nadie es profeta en su tierra, pero ya que Pamplona me ha dado la voz, me gustaría poder cantar una ópera en mi casa”, revela la joven.

Preparación para la obra

La preparación para está producción “ha sido contra reloj”. Apenas contaban con tiempo para cometer errores. “Eran muchos recitativos, dos arias muy potentes y añadido la dificultad que tiene la música de Mozart”, destaca la soprano. Ella reconoce que la música del compositor austríaco “a priori parece sencilla, atractiva y pegadiza, y es ahí donde reside su complejidad”. Lo denomina un genio, “es cómo un ángel, hay momentos en los que parece caído del cielo”. Mozart requiere para el intérprete una seguridad en su técnica para bordar su música. “En mi personaje hay dos arias, que ya son complejas de por sí.

"Fue abrumador gestionar tal avalancha de emociones"

Pero en la segunda, la mayoría de las personas creen que la complejidad aumenta por el fiato. Debido a que tiene unas frases muy largas y hay que medirlas muy bien. Pero para mi lo complejo reside en la afinación. Hay que tener mucha seguridad de cómo ejecutar el canto”, expresa. Tras dos ensayos intensos, cuatro horas de representación, admite “que fue abrumador” gestionar tal avalancha de emociones. “Era una producción de noche, al aire libre, apenas se contaba con micrófonos. Es muy difícil manejar una situación así. Pero estoy totalmente segura que lo sacamos con sobresaliente”, manifiesta. Si tuviese que elegir tres palabras para describir esta experiencia serían “emocionante, abrumadora y adictiva”.

Tras tanta presión y concentración expresa que “no fui consciente de lo maravilloso que era esto que estaba viviendo hasta la escena final. En ella bajaba las escaleras donde el conde me suplicaba perdón y fue ahí donde bajé la guardia y disfruté. Ese momento me enganchó y me enamoró”. Llegó a ese punto de catarsis, una avalancha de emociones provocada por el disfrute de la música.

Formación musical

Su formación musical empezó con apenas 4 años de edad. “A esa temprana edad mi familia comienza a ver que tengo buenas aptitudes musicales y me animan a hacer la prueba en la Escuela de Música Joaquín de Maya”, relata Laura Montoro. Al comenzar sus estudios musicales tuvo muy claro cuál sería su instrumento, el violonchelo. “¿Por qué el violonchelo? Me identificó mucho con su sonido. Esa vibración, esos armónicos, ese sonido tan rotundo, cálido y aterciopelado”, manifiesta. Durante muchos años estuvo tocando dicho instrumento, hasta que un día su padre, José Luis Fraile, le dijo “Laura, a ti te gusta mucho cantar. Creo que deberías hacer la prueba para el conservatorio”. A lo que respondió, “¿al conservatorio? Pero ahí solamente se hace ópera, ¡jo, que rollo!”. Años más tarde no se arrepiente nada de esa decisión. “Hice la prueba, abrí la boca, salió mi voz y lo sentí. Esto sí era lo mío”, destaca.

“Cada voz es única y diferente. No se puede comparar”

Esta soprano defiende que “cada voz es única y diferente. No se puede comparar”. Y es que ella siempre había percibido que su voz tenía una característica distinta al resto. “Notaba que de mí salía mucho volumen, pero yo no sabía controlarlo”, recuerda. Para aprender a controlarlo decidió cantar con más personas. Fue por ello que comenzó a cantar en la capilla de la Catedral de Pamplona, con Aurelio Sagaseta al mando. “Le estaré eternamente agradecida porque Aurelio fue quien me dejó hacer mis primeras intervenciones como solista. He crecido con la capilla y gracias a ello he cantado en lugares impresionantes de todo el mundo”, explica.

Pasión por la música

Tras hablar de su formación y trayectoria profesional, toca preguntar dónde comenzó su pasión por la música. Fue en el coche de su madre, un polo arlequín. “Tenía menos de 4 años y es uno de los primeros recuerdos que tengo. Junto a mi madre cantando en el coche canciones de Rocío Durcal, Luis Miguel, Abba, Queen y, sin olvidar, de Miliki.

"Tanto mi abuela como sus hermanas eran conocidas en Pamplona por su forma de cantar”

Mi infancia se resume en cantar con mi madre”, rememora. En casa de Laura siempre se ha cantado, pero sobre todo las mujeres. “Las mujeres de mi familia materna tienen un don especial en la voz”, señala. “Dicen que tanto mi bisabuela, María Aguirre, como mi tia abuela Merche tenían una voz muy parecida a la mía”, explica, porque “a mi bisabuela, allá por los años 20 se la querían llevar a cantar por el mundo, pero eran otros tiempos”. Laura Montoro afirma que “tanto mi abuela como sus hermanas eran conocidas en Pamplona por su forma de cantar”. Un talento que le viene de familia. “Mi madre canta muy bien, aunque no le gusta nada. Pero lo hace muy bien”, añade. Tienen ese algo en la voz que las hace diferentes y similares entre ellas.

Su pasión por la música la tiene desde los 4 años. IBAN AGUINAGA

Su vocación como músico viene por parte su padre, Jose Luis Fraile, gaitero del Ayuntamiento de Pamplona. “Junto a su compañero de gaita, Javier Lacunza, he aprendido todo lo que sé de música”, expresa. “De mi padre he aprendido el amor por la música”, exclama. Pero porque como ella dice “he vivido ese amor y pasión desde que tengo uso de razón”. Tener dos pilares como su padre, Jose Luis, y su madre, Ana, le han enseñado a amar la música, disfrutarla y sobre todo vivirla. “Creo que me falta tiempo para poder agradecer que me dieron ese empujón para comenzar a estudiar música y que me acompañen en cada uno de mis logros”, expresa.

 La voz transmite fuerza y emoción

 La voz aparte de ser una variedad de técnica musical, es algo muy emocional. “Siempre cuando me escuchan cantar resaltan esa fuerza y emoción que transmite mi voz”, explica. Laura considera que la música merece un respeto. Para mí la voz es muy personal e íntima, por eso canto desde el más absoluto respeto. Procuro entender lo que canto, al compositor y lo qué quiso transmitir en ese momento”, detalla. A la hora de preguntar qué siente cuando se sube al escenario, ella misma afirma que “no es consciente, me abstraigo a mí misma.

“Seguir cantando, ese es mi verdadero sueño”

Canto y conecto plenamente”, añade. Lo define como “una fuerza” que emana de ella. “El trabajo previo está hecho y solo debo confiar en ello. Salir, soltarlo y ahí está la magia de la música”; expresa. Algo que para ella es natural, que muchas veces no sabe cómo explicar. “En una de mis primeras audiciones en Florencia, estaba muy nerviosa. Sentí tanta fuerza y emoción dentro de mí que iba saliendo al cantar, que me hizo entender que esto era para mí”, cuenta emocionada.

 De cara al futuro, no sabe muy bien que le traerá el destino. “Mi tesitura es dramática, por lo que requiere de madurez vocal y debo seguir rodando mi voz y seguir haciendo planes”, explica. Ya ha hecho conciertos, audiciones, su primera ópera, otros proyectos que están por salir. Pero si alguien le pregunta cuál es su sueño de cara al futuro es “seguir cantando, ese es mi verdadero sueño”.