Estudió Derecho y Relaciones Internacionales. ¿Cuándo decidió que su futuro no estaba en esas profesiones, sino en la música?

Llevo tocando, cantando y escribiendo toda mi vida. Siempre me ha encantado la música. Estudié la carrera porque no sabía bien qué hacer, pero ya en los últimos años me di cuenta de que lo que me gustaba era la música, y de hecho hice mis prácticas en Last Tour, la promotora de conciertos. Ahí decidí que mi mundo iba a estar ligado a la música, fuese como fuese. Luego hice un máster de industria musical y, mientras lo estudiaba, empecé a sacar mis primera canciones. La cosa fue bien, pero llegó la covid y ya no existía ni industria ni música, pero yo lo seguí intentando (risas).

Lo de estudiar un máster en industria musical, ¿era porque quería ir acercándose a la música o porque le interesa todo el trabajo que hay detrás de las canciones?

Era por las dos cosas. Me quería acercar, me encantaron las prácticas, y me gustó conocer lo que hay detrás de la música. También sentí que conocer cómo funcionaban los entresijos me podía ser útil en mi proyecto.

Si los inicios son duros, los suyos lo fueron más. Nada más empezar, llegó la pandemia. 

Sí. Hay mucha gente que piensa que el hecho de que la gente estuviera encerrada consumiendo contenido nos ayudó, pero realmente fue la ruina, porque había tanto contenido que llegó un momento en el que petaron las redes y todo comenzó a pasar más desapercibido. Sumémosle además que no teníamos forma de presentar los proyectos. Por mucho que sacases canciones, no podías tocar en directo, por lo que las carreras de mucha gente se pararon durante muchos meses. Me considero afortunada porque hay muchos artistas que estaban empezando y a los que la pandemia les truncó la carrera. 

Ese exceso de oferta continuó, porque, en cuanto terminó la pandemia, salieron todos a la vez, cuando normalmente es más escalonado: unos terminan gira y paran a componer, otros sacan disco entonces…

Exacto. Además, creo que es una tendencia que todavía estamos arrastrando. Cambió la forma de consumir música y ahora la gente no para de sacar canciones ni de tocar. Es como una maldición (risas).

Por su estilo, diría que tiene usted el pie en el pasado, en la tradición de los cantautores, da mucha importancia a las letras, pero otro en el presente, se nota que ha escuchado mucho rock y música más contemporánea.

Creo que lo has definido bastante bien. Es verdad que intento darles mucho peso a las letras de las canciones, pero también soy de Bilbao, y ahí se consume mucho rock; tengo ciertas influencias a nivel melódico y musical. En los conciertos se nota bastante que no soy una cantautora al uso, de salir con la guitarra y ponerme hablar, sino que… tengo mucho rock’n’roll.

Escribe letras largas y muy cuidadas, eso es casi una rareza en estos tiempos en los que se exige concreción.

Sí. Intento hacer las cosas tal y como las consumo. Cuando una canción me gusta mucho, puedo escucharla treinta veces seguidas, lo necesito para encontrarle un tercer sentido. Doy por hecho que igual el público al que me dirijo no es tan amplio como el que podría tener si hiciese las cosas de otra manera, pero he conseguido que las personas que se quedan a escuchar mis canciones se conviertan en seguidores fieles de mi música, y eso me parece lo más importante. 

Eso demuestra que en la juventud hay público para todo y no solo para lo urbano.

Yo creo que no solo hay público para todo, sino que, como tú dices, casi todo el mundo está siguiendo la tendencia de lo urbano, que lo está invadiendo todo. Los que nos hemos quedado firmes en lo que queríamos hacer, siempre vamos a tener un público. Si todo el mundo está haciendo lo mismo, somos menos los que estamos haciendo algo más íntimo o más especial, y también hay gente que demanda eso. No todo el mundo quiere escuchar trap o reggaeton, siempre hay gente que pide otras cosas.

El año pasado salió su primer disco, Mi concierto en el balcón. 

Hay algo en este disco que me ha sorprendido bastante, y que a en línea con lo que estábamos hablando ahora, y es que, salvo La hipoteca y algún otro single, que tuvieron mucha difusión, las canciones más escuchadas son las que estaban dentro del disco; es decir, las que no fueron adelanto ni tuvieron promoción. Eso te da una información muy valiosa del tipo de público que tengo, que todavía escucha los discos enteros y que todavía se aprende las letras, por muy largas que sean. Le estoy muy agradecida a este disco, porque me ha abierto muchas puertas y me ha hecho tener un directo más sólido.

Ha tenido una gira muy potente. En Madrid llenó La Riviera, que es una sala bastante grande. 

Hice la Riviera el año pasado y este año voy a Las Ventas. Estoy muerta de miedo (risas). Cuando hice La Riviera pensé que había sido suerte por aquello del síndrome del impostor, pero ahora, viendo cómo va la venta de entradas para Las Ventas, me estoy dando cuenta de que todo el trabajo que he hecho en estos tres años, que no he parado de tocar ni un solo momento, lo ha recogido mucha gente y se ha hecho efecto de bola de nieve. Está siendo una pasada.

Actuar en Las Ventas son palabras mayores, pero usted también sabe lo que es tocar en garitos sola.

Hace tres años, cuando empezaron a quitar las primeras restricciones, me hice una gira por toda España en tren, o en coche con una amiga. De hecho, todavía hay bastantes sitios que si voy por primera vez, voy así, sola. No hay ningún problema. En general, en cada sitio al que vuelvo veo que va creciendo el público. Lo estoy haciendo a la antigua.

¿El concierto de Pamplona será con banda?

Sí, voy con toda la banda. Con mis técnicos, con todo el equipo… En mayo fui a Pamplona por primera vez, no sabíamos qué iba a pasar; hicimos una sala de unas doscientas personas, la Rockollection, y se agotó todo muy rápidamente. Ahí vimos que tenía que volver a una sala más grande. Tengo muchas ganas, siempre que puedo ir con toda a banda, me siento muy feliz.

Le están pasando muchas cosas buenas en muy poco tiempo. ¿Siente que le está dando tiempo a asimilarlo?

No te voy a mentir. El año pasado tuve una crisis bastante gorda, porque son muchos cambios en muy poco tiempo, tienes que hacerte a un modo de vida, a un movimiento y a una posición a los que no estás acostumbrado. Gracias a mi familia, mis amigos de toda la vida, y gracias a la terapia, también, que hay que ir siempre, y más en esta profesión, lo estoy disfrutando un montón. Eso sí, con los pies muy bien anclados al suelo.

Si volviésemos a hablar dentro de diez años, ¿qué le gustaría contarme?

Me gustaría contarte que me sigo dedicando a la música, que me sigue encantando la música, que sigo con los pies en el suelo. Y, sinceramente, si estuviese tocando por Latinoamérica, sería muy feliz.

¿Hay planes para ir?

Hay planes, sí. Habrá que empezar por allí también.