En el funeral de su examante, Olga recuerda cómo su relación con él se convirtió en una auténtica obsesión que hizo que se diluyera en ese amor idealizado que había construido en torno a Martín. El significado del amor lo había aprendido a través de todo lo que nos rodea, tal y como narra la autora de esta historia, Karmele Jaio, donde la escritora gasteiztarra, Premio Euskadi de Literatura con La casa del padre, nos hace reflexionar en las páginas de su última novela, Amor capital, sobre las formas en las que afrontamos nuestras relaciones amorosas. 

Regresa a las librerías con Amor capital, una novela sobre el amor, en la que nos hace reflexionar sobre las diversas formas de amar, y en la que los lectores se van a ver reflejados o van a reconocer a los personajes que forman parte de esta historia. ¿Por qué decidió hablar sobre este tema universal? 

-Bueno, más que decidirlo fue el tema el que me rodeó a mí y no tuve más remedio que escribir sobre ello. Es cierto que se ha hablado mucho del amor y se ha representado en el arte, en la literatura, en la música… Aparece en todas las expresiones culturales, pero creo que queda mucho por hablar del amor, sobre todo de lo que esconde. Hay muchos aspectos sociales que repercuten en nuestra forma de amar. Nos han enseñado a amar de una manera, y eso tiene sus consecuencias luego en nuestras relaciones y en cómo las vivimos y cómo las sentimos, y quería hacer un viaje por esas reflexiones a través de una historia de amor.

Como decía Alejandra Kollontai, a la que cita en la novela, “amar sí, diluirse en el amor, no”. Y la protagonista de la historia quiere superar y dejar atrás una manera concreta de amar para reinventar su amor.

-Sí. En este caso es una historia de amor sentida por una mujer que ha mantenido una relación con un hombre en la que de alguna manera se ha visto diluida y que intenta entender por qué y cómo le ha ocurrido esto. Es difícil ser consciente muchas veces de ello, porque nos han enseñado a amar de una manera en la que hay que darlo todo por amor, que es nuestro campo de juegos y ahí ganamos o perdemos, que hay que sacrificarlo todo por amor… Nos han dicho que tenemos que ser, por un lado, la amante, y por otro lado, la cuidadora, y siempre en nombre del amor. Estos mandatos los obedecemos muchas veces, sin darnos cuenta, e influyen mucho en nuestra manera de amar, hasta el punto de que podemos llegar incluso a entrar en una relación de este tipo y no reconocernos.

¿Existe también, como en todas las vertientes de la vida, una perspectiva de género en la forma de amar? 

-Por supuesto, nada es neutral. No partimos del mismo lugar, no partimos de la misma educación sentimental. Y hay relaciones de poder que se reflejan también en las relaciones amorosas. Aunque el libro no es un ensayo y no hace un análisis teórico sobre el amor, sino que se trata de una historia de ficción con su propia intriga, se sustenta en unos pilares teóricos y hay una distinción entre lo que es la construcción social del amor y lo que es el amor en sí, pero en la novela dejo bastante abierta la pregunta de ¿qué es realmente el amor entonces? 

Pues esa era una de mis preguntas precisamente. ¿Cómo definiría el amor? Parece una pregunta fácil, pero realmente es muy complicada, ¿verdad?

-Sí, es una pregunta muy complicada porque podemos entender muchas cosas por amor. A veces le llamamos amor y es simplemente una atracción física, un deseo. Otras veces es simplemente la necesidad que tenemos de que nos quieran o de encontrar una persona que nos sirva de espejo para vernos más bellos y más bellas. Llamamos amor a muchas cosas y por eso se nos hace tan difícil analizar qué es realmente el amor. Creo que el libro es una invitación para que el lector o la lectora se haga esa pregunta. Yo, realmente, después de escribir el libro, tampoco sé claramente qué es, pero sí tengo claro que tiene que ver mucho con el reconocimiento del otro, de no mirarte el ombligo, de reconocer a esa persona como única, y querer compartir algo con ella, de ir hacia algún lado juntos. Son elementos que creo que tiene que tener el amor.

¿Qué responsabilidad cree que tiene la literatura en presentarnos las distintas formas de amor, más allá del amor romántico?

-Una función de la literatura es desvelar lo que la normalidad esconde, porque damos por normales cosas en las que ni siquiera pensamos. Yo creo que la ficción y la literatura nos ayudan a verlas desde otro lugar. Cosas que no vemos en la vida real, pero que al verlas en la vida de las personas representadas en la ficción, nos abren los ojos, nos sirven como espejo.

¿Cuáles serían esos síntomas que nos pueden ayudar a detectar una relación tóxica?

-Uno de ellos es no estar cómoda, no ser una misma, sino intentar adaptarte a la otra persona, convertirte en otra persona o en la persona que la otra persona quiere para gustarle. Eso es un síntoma de que vas por mal camino, porque si alguien quiere estar contigo será porque eres un ser único y porque eres como eres. Otra señal sería si además haces cosas que no quieres hacer. Además, muchas veces creamos un personaje que no existe, inventamos virtudes que no tiene, lo idealizamos… Y nunca hay que perder nuestra valía ni nuestra autoestima. Hay que quererse también a uno mismo, no diluirse.

Karmele Jaio. Oskar Gonzalez

¿Y qué hay del resto de amores? 

-Creo que hay una centralidad que se nos ha inculcado en el amor, que es el amor de pareja. Sin embargo, en el libro también hay una mirada hacia esos otros amores que nos rodean, que son muchos: la amistad, la familia… Y hago un pequeño alegato para descentralizar ese amor de pareja y ponerlo a la par que otros amores. 

Entre sus agradecimientos, comienza dando gracias a todos sus amores, por “llenar de color su vida”, indica. ¿Se ha encontrado con muchos Martines y Olgas, los protagonistas de su novela?

-Bueno, después de la publicación del libro se han puesto en contacto conmigo muchísimas lectoras y lectores diciéndome que sí, que han vivido situaciones muy parecidas o incluso peores y que hay muchos Martines y muchas Olgas en el mundo. Entonces te das cuenta de lo importante que es compartir esas experiencias, porque es cuando descubres que tu amor no es solo tuyo, sino que otras personas también han pasado por circunstancias parecidas, y eso te ayuda a comprender también que el amor no es solo algo íntimo tuyo, sino que es algo aprendido. Eso te saca de ese aislamiento en el que caen muchas mujeres cuando comienzan una relación amorosa y se quedan encajadas en un lugar muy vulnerable.

"El amor no es solo algo íntimo tuyo, sino que es algo aprendido"

Ese aislamiento de la red también es muy habitual en los casos de mujeres que sufren maltrato.

-Sí. Por eso digo que bajo el amor se esconden muchas cosas y muchas veces puede esconder también que no te traten bien.

Se habla mucho de la educación sexual, pero ¿cree necesaria también una educación sentimental o, por el contrario, cree que los jóvenes saben reconocer las relaciones tóxicas? 

-Pues no lo sé. A veces veo el vaso medio lleno y otros días, medio vacío, pues sin duda, todavía siguen aprendiendo desigualdad. Se esperan cosas diferentes de ellas y de ellos, y en el caso de ellas, para ser aceptadas tienen que renunciar a muchas cosas. En el tema de las relaciones, hay mayor libertad de elegir qué tipo de relación quieres, pero mi pregunta es si esos cambios han traído alguna transformación en las posiciones de hombres y mujeres. Creo que los papeles se siguen reproduciendo de la misma manera, desde las películas que vemos, hasta las canciones que escuchamos o las acciones de los adultos que les rodean.

RECOMIENDA

Karmele Jaio nos recomienda un buen listado de libros donde el amor se ve desde un prisma diferente que puede ayudarnos a abrir los ojos. En su lista literaria aparecen títulos como:


-Stoner, de John Williams (1972).


-El amante, de Marguerite Duras (1984).


-Poemas de amor, de Idea Vilariño (1958).


-La única historia, de Julian Barnes (2018).


-Autoayuda, de Lorrie Moore (1985).


-Hombres fatales, de Elisenda Julibert (2022).