Itsasmina

Documental + danza. Dantzaz Centro Coreográfico. Director del documental: Beñat Gereka. Coreografía: Gil Harush. Bailarines: Andrea Aguado, Maddi Gaztelumendi, Laura G. Latasa, Julen Flores, Beñat Urrutia, Aitor Jiménez. Producción: Golem, Dantzaz, Txikota. Golem Baiona. 11 de mayo de 2024.

Considero un verdadero lujo para el espectador que, a modo de programa de mano, se nos ofrezca todo un documental sobre el espectáculo que vamos a ver, en este caso la danza. Ambas artes, muy bien cmplementadas, nos llegan a emocionar. El documental de Beñat Gereka derrocha humanismo; nada hay postizo en los pescadores que son entrevistados. Sobre unas imágenes impecables, se nos va narrando el sentimiento de pérdida, (otra más, para los que tenemos cierta edad), de una profesión, la de pesca en cercanía, tradicional, dura y vocacional; que salía a la mar a traer el mejor pescado para consumo diario, como quien va al huerto. La flota pesquera de la costa vasca está diezmada, el oficio de redera se extinguirá, y lo que se mantiene es gracias, en muchos casos, a la mano de obra extranjera. Las normas, necesarias para mantener las especies, ahogan al patrón del barco… Y, sin embargo, es un trabajo de los que enganchan, del que hablan con admiración y nostalgia, los implicados. El documental comienza con los bailarines en la playa, y termina en el hall de los Golem con los mismos pasos. Todo en la misma atmósfera de redes enredadas, suave balanceo de barca, compañerismo, esfuerzo y horizontes no siempre claros.

Los seis bailarines de Dantzaz (3 y 3), captan a la perfección el mensaje. Miden con exactitud milimétrica el pequeño cuadrilátero del hall, -no más que el espacio de cualquier pesquero-, y desarrollan su danza: desde el tejido de una red con las manos, donde atrapan a su presa (bailarina), hasta la simetría de todo el cuerpo de baile faenando con agilidad y premura. El vestuario es muy acertado: un marrón carmelita y austero, con las propias redes de indumentaria, y botas, que no impiden bailar. Los pasos a dos –tanto masculinos, como femeninos o mixtos- están llenos de ternura. Pero es en saltos, giros y brazos, que marcan movimientos rotundos, donde el público siente más el trajín del barco, la fuerza del mar, el trabajo compartido. Son, a su vez, pescadores y pescado. También rezan. E, incluso, tienen momentos relajados (en el suelo) para contemplar las estrellas. El coreógrafo franco-israelí, Gil Harush acierta en plasmar toda esa vida de los pesqueros en los seis excelentes bailarines. Es una danza rotunda, impregnada del sabor fuerte del salitre. Por poner una pequeña pega, la coreografía y los bailarines, a mi juicio, estuvieron por encima de la música; la esperaba de mayor contraste. Pero bueno, esto es porque para los que somos de interior, el mar siempre nos asusta y ruge un poco. Una presentación muy hermosa. Una hora de cine y danza de lo fundamental: de un estilo de vida que admiramos, que nos trae lo mejor del mar y que, quizás, se nos escapa.

LOS GOLEM

Aunque es un espacio privado, pocos lugares tan abiertos a la cultura –pública y privada- como los Golem. Fernando Sáenz de Ugarte, director de la compañía Dantzaz, agradeció a la empresa la acogida que da siempre a estas propuestas; una joya para la cultura. Ciertamente. Desde aquí en 2019 (DN 13-6-19), pedimos el premio Príncipe de Viana de la Cultura para los Golem. Hoy, lo reiteramos. El sábado pasado una inconmensurable Asmik Grigorian, como Madama Butterfly, cerraba la temporada de ópera (Met) con la sala llena. Y el ciclo de pintura, también tiene mucho éxito. Esto no es un gran negocio (el Met se lleva la mitad), pero los que solemos asistir, agradecemos el esfuerzo y reivindicamos el premio. Espero que todo el mundillo del cine, también. En esta temporada he asistido a los estrenos de las obras de dos directoras (Vera y Jaurrieta), desde unos Golem que organizan todo estupendamente, con un personal francamente amable. Recordaremos la propuesta de vez en cuando. Se lo merecen.