Lleva en el cargo desde el 22 de marzo y, “he sobrevivido a estos dos meses”, bromea. Arantza Lorenzo de Reizábal (Bilbao, 1963) ha ejercido la docencia en el CSMN durante dos décadas. Por eso y porque fue jefa de estudios con Carmen Arbizu, la gestión no le resulta ajena. De hecho, desde su despacho en la Ciudad de la Música reconoce que le gusta. También que se animó a aceptar el puesto “porque me gusta asumir retos” y porque, después de tanto tiempo, “quiero ver si puedo aportar algo”. Combativa desde sus muchos años de interina, Lorenzo sabe que ahora será ella la evaluada por colegas y estudiantes, pero prefiere ver “el vaso medio lleno” y cree que “un cambio siempre es bueno”

Frente a ella, la gestión de 9 departamentos didáticos, 110 docentes y 350 alumnas/os. Y la implementación de la largamente esperada Ley de Enseñanzas Artísticas Superiores aprobada el pasado jueves, 23 de mayo, en el Congreso de los Diputados.

Marzo es un mes un poco raro para cambiar la dirección, ¿no?

–Bueno, es que el equipo anterior fue cesado, y, claro, hubo que hacer el recambio. Pero sí, no es lo habitual.

¿Se había postulado para la dirección de alguna manera?

–Nos hicieron entrevistas a varios profesores y, finalmente, me llamaron a mí. No sé si había alguna condición previa, pero, aunque mi destino no es definitivo aun, imagino que hablaron con los docentes ya estabilizados.

¿Por qué acepta el reto y todo el trabajo que acarrea en este momento?

–Pues, mira, porque estoy en un momento vital muy relajado y, quizás, por mi naturaleza me gusta asumir retos. No me lo pensé mucho, la verdad. Cuando me contactaron y me preguntaron si me animaría, me dije ¿por qué no? Aparte de esto, debo decir que llevo casi 20 años en el Conservatorio, aquí he desarrollado mi carrera docente, así que le tengo cariño y siento la necesidad de hacer y de aportarle algo. Creo que ese ha sido el motivo, no otro, porque el trabajo es inmenso. A lo mejor era más cómodo estar en el aula dando las clases, centrándome en trabajar con mi alumnado y ya está, pero, bueno, esta es otro tipo de actividad y la gestión también me ha gustado siempre.

Lleva dos décadas en esta casa, por lo tanto no podemos hablar de bienvenida, pero ¿cómo ha notado que han aceptado sus colegas su nombramiento? 

–Quiero pensar que lo han asumido bien. El director anterior llevaba 13 años, y, aunque mi cara ya es conocida, creo que siempre viene bien un cambio. Muchos compañeros me dieron la enhorabuena. Saben, como yo, que tenemos muchas cosas para hacer y creo que están ilusionados. Además, ha coincidido con un momento muy interesante porque, ayer mismo (por el jueves 23 de mayo), se aprobó, por fin, la Ley de Enseñanzas Artísticas Superiores. Esta es una etapa en la que vamos a tener que trabajar mucho porque habrá que cambiar absolutamente todo el funcionamiento, actualizar los planes de estudio, adaptar el cuerpo de profesores... Cuando fui la jefa de estudios –entre 2007 y 2011–, ya me tocó el momento de la adaptación a Bolonia, el Espacio Europeo de Educación Superior, y tuve la suerte de formar parte de una comisión que estaba en Madrid trabajando con las enseñanzas de música. Así que ya tengo experiencia. Pero la aprobación de la ley esta semana ha sido casualidad. Creo que se han alineado un poco los astros (ríe).

La Ley de Enseñanzas Artísticas Superiores era muy esperada en el Conservatorio Superior, principalmente porque pone un poco de orden y aclara las cosas.

–Sí, necesitábamos, sobre todo, un marco específico, porque, hasta ahora, el Conservatorio Superior está adscrito a la Enseñanza Secundaria y, claro, no encajamos. Nosotros impartimos titulaciones de Grado, trabajamos el desarrollo de competencias profesionales, estamos en el Espacio Europeo de Educación Superior y trabajamos con ECTS (Sistema Europeo de Transferencia de Créditos), así que somos como el patito feo en el departamento de Educación, porque nuestra organización interna es completamente diferente a la de Secundaria. Y, por fin, con la nueva ley esperamos que ese marco sea específico para nuestras enseñanzas y que encajemos de una vez por todas. Y también que se atiendan nuestras necesidades, porque somos artistas y tenemos un cierto problema con compatibilizar la docencia y la práctica artística.

¿A qué se refiere?

–A que hay que encontrar un equilibrio. Somos profesores y nos debemos al alumnado, pero, cuando los estudiantes vienen a cursar estas enseñanzas superiores, que no son obligatorias, eligen al profesorado conforme a su formación y perfil artístico. Para tenerlo, necesitamos estar en el escenario, dar conciertos, y si ocupamos todo el tiempo en la docencia o con la burocracia, es difícil. Por eso digo que hay que encontrar un equilibrio.

¿Hasta qué punto es importante que el profesorado tenga contacto con el escenario, que siga actuando?

–Es fundamental, sobre todo, en las especialidades de interpretación. No solo tienes que tener un dominio técnico del instrumento, que eso se puede desarrollar estudiando y practicando mucho, sino que también tienes que saber expresarte y comunicarte con el público. Y si un profesor no tiene la experiencia de estar en el escenario, difícilmente podrá enseñar en qué consiste. En otras especialidades ocurre lo mismo, aunque de manera diferente. Por ejemplo, si te dedicas a la composición, quizás no tienes por qué estar en el escenario, pero sí es lógico y esperable que el profesor que te enseña tenga la experiencia de haber compuesto y estrenado obras. Y en pedagogía y en musicología, no solo hay que saber los contenidos específicos de las materias, sino que tienes que tener la experiencia de haber dado clase en diferentes ámbitos.

"Este es un centro público y debemos devolver todo el esfuerzo económico que hace el departamento de Educación para invertir en estas enseñanzas"

Esta ley también es muy interesante porque por fin va a considerar a los estudiantes del grado superior como universitarios.

–Ya estaban reconocidos de alguna manera, pero digamos que ahora ya no hay dudas. Hasta ahora, un egresado de un conservatorio superior podía acceder a estudios de máster y de doctorado, es decir, era equivalente a todos los efectos. Pero sí que es verdad que siempre con cierta reticencia o mirándonos un poquito diferente. Así que creo que, gracias a este marco legal maravilloso, por fin no vamos a ser los hermanos pobres, el patito feo, sino que vamos a hablar de tú a tú a los grados universitarios. De hecho, en la nueva ley también se habla de un Máster en Investigación en Enseñanzas Artísticas. Es decir, vamos a tener másteres específicos, acordes con nuestras materias, con los contenidos que trabajamos y que desarrollamos.

¿Es consciente de que la Ciudad de la Música es un poco desconocida por parte de la población navarra, que no acaba de saber distinguir entre el Conservatorio Profesional, de Grado Medio, y el Conservatorio Superior? ¿Quizás influye la ubicación?

–Sí, sé que cuando se hizo la Ciudad de la Música, que es un edificio maravilloso, estaban programados tres edificios: uno para el Conservatorio Profesional, otro para el Superior y el tercero para la Orquesta Sinfónica de Navarra, pero, bueno, finalmente se quedó en los dos. Y es verdad que el hecho de estar físicamente juntos hace que nos confundan, cuando, aparte de compartir edificio, lo único que nos une es el material con el que trabajamos, la música. Pero nada más. Aquí lo que impartimos son estudios de Grado y en el profesional lo que se imparten son estudios equiparables a Formación Profesional. Nuestro alumnado es mayor de edad y, en su caso, es menor en la mayoría de los casos. Para acceder a nuestras enseñanzas se necesita tener el Bachillerato, para las suyas, no. Nos parecemos, pero no somos iguales. Las leyes también confunden. Hasta hace bien poco, nosotros teníamos que tener representación de los padres en el Consejo Escolar.

¿Entre sus objetivos está la difusión, darse a conocer a la ciudadanía? 

–Es que la música no existe si no hay un público. Las enseñanzas musicales somos las grandes desconocidas por las personas en general y, como centro educativo dependiente del departamento de Educación, tenemos la obligación de mostrar lo que sabemos hacer y lo que supone la música. Llevo dos meses en el cargo, pero no me lo quito de la cabeza, tenemos que apostar por la transferencia social.

¿En qué consistiría?

–Primero, en pensar qué podemos aportar como colectivo encargado de formar músicos profesionales, pedagogos, investigadores y creadores de música. Qué podemos dar a la sociedad para que nos conozca, sepa lo que hacemos y disfrute también de lo que sabemos hacer. Este es un centro público y debemos devolver todo el esfuerzo económico que hace el departamento de Educación para invertir en estas enseñanzas. Aunque sea, en especie, culturizando, generando público, conocimiento y amor por la música.

Arantza Lorenzo de Reizábal, en su despacho. Unai Beroiz

En el momento actual, lo que se llevan son los grandes conciertos, los festivales, los eventos en general. ¿Tienen previsto actuar en esta línea?

–Clásicamente, ya tenemos establecidas algunas actividades. Como el ciclo Hamaika, que amplía un poquito la celebración de Santa Cecilia en noviembre, con una semana de programación musical de toda índole organizada por los diferentes departamentos. También tenemos la Purple Music-Musika Morea, con la que reivindicamos la figura de la mujer en la música, que es verdad que durante mucho tiempo, sobre todo en la clásica, ha estado muy silenciada. Hace poco hemos celebrado la Trombone Week, que ya tiene una trayectoria importante. Y el curso que viene, desde el equipo directivo vamos a asumir un reto destacado, y es que vamos a ser los anfitriones de un congreso organizado por la Pop and Jazz Platform (27 de febrero-2 de marzo 2025). 

¿De qué trata este evento?

–Es un congreso que se celebra anualmente, cada vez en un lugar en Europa, y el año que viene hemos sido elegidos como sede. Resulta muy ilusionante, porque, aparte de organizarlo, lo que queremos, a ver si lo logramos, es invitar a la sociedad a que participe de un evento que se centra, sobre todo, en el jazz.

Quizá mucha gente tampoco sepa que este conservatorio es el decano del Estado en la enseñanza de jazz.

–Sí, sí, somos de los pocos conservatorios públicos que imparten jazz y fuimos los primeros. Además, como dicen muchos de mis compañeros, también somos los mejores. A ver, hay que creérselo y vender el producto, sobre todo cuando sabes que es bueno. Tenemos unos profesores y unos músicos de jazz muy buenos. Vamos a decirlo así, no me avergüenza, todo lo contrario, estoy muy orgullosa.

Además, van a reunir en Pamplona a los miembros de la Asociación Española de Documentación Musical (AEDOM).

–Sí, queremos organizar las jornadas y la asamblea anual de socios de esta asociación de musicólogos. Será alrededor de marzo del año que viene. Aparte de todo lo que he mencionado, todas las semanas hacemos jam sessions en la plaza del Conservatorio y viene mucha gente. Por supuesto, tenemos un montón de conciertos y audiciones del alumnado, pero que están abiertas al público. También conciertos didácticos con el Conservatorio Profesional. En algunos casos los organizan ellos, otras veces, nosotros. Además, puedes venir un martes y a lo mejor tenemos 300 niños de Infantil, de Primaria... Toda esta actividad se va desarrollando porque, lógicamente, necesitamos fomentar el amor por la música y hay que hacerlo desde pequeños; si no, difícilmente luego van a ser público.

También estrenaron hace poco ‘Shakespeare in Tune’, un proyecto en el que han intervenido no solo músicos, sino también estudiantes de otras disciplinas.

–Y ha tenido muchísimo éxito. Ha sido un proyecto interdisciplinar que involucraba a casi todos los departamentos didácticos del Conservatorio y en el que había dramaturgia, música en directo, escenografía, vestuario de época... Es la tercera vez que lo hacemos y queremos consolidar este tipo de eventos interdisciplinares y que impliquen a todo el centro, alumnado y profesorado.

"Mi reto mayor es conseguir la excelencia en el profesorado y un nivel educativo puntero con proyectos de innovación docente"

Aparte de la programación, ¿cuáles son los otros ejes de su proyecto de dirección?

–Para mí, la excelencia es muy importante. Mi mayor reto es conseguir la excelencia en el profesorado y un nivel educativo puntero con proyectos de innovación docente. Estamos contentos impartiendo grados, pero necesitamos ser un centro de referencia. La innovación y la excelencia docentes y los proyectos abiertos a la sociedad son mis ejes principales.

Hoy vivimos en el mundo de Spotify, hay música casi infinita y gratis. ¿En qué medida hoy en día se pide que un músico esté bien formado?

–Cuando hablamos de innovación docente vamos también por ahí. Con esta nueva Ley de Enseñanzas Artísticas habrá que replantear los planes de estudios. Pero es verdad que la vida está acelerada, la sociedad consume productos musicales con mucha rapidez y parece que nosotros, como conservatorio, nos quedamos un poco obsoletos. La gente no demanda toda la música clásica que nos gustaría y debemos formar músicos que sean flexibles y tengan capacidad adaptarse a cualquier tipo de lenguaje y manifestación musical. Ojalá los violinistas que estudian aquí consigan trabajar en una sinfónica, porque es el repertorio que trabajan, pero eso no impide que los mismos violinistas puedan tocar en un grupo de música pop o folk. Me encantaría.  

La tecnología cambia cada pocos meses.

–Sí, tocar el violín está muy bien, pero trabajamos también la tecnología musical y tampoco podemos obviar que existe la Inteligencia Artificial. Así que tenemos que buscar la vía para sobrevivir a la tecnología y que seamos nosotros los que dominemos la tecnología y no ella a nosotros. Lo que tenemos que dar a nuestros alumnos son herramientas para que puedan convivir con ella. Es que se acabó que todos los que salen egresados de este conservatorio vayan a tocar en una orquesta sinfónica. Ojalá, pero el público no lo demanda. A la vez, por eso mismo tenemos que educar al público, porque la música clásica no puede perderse, porque es identidad y patrimonio.