Dice Elba Martínez (Pamplona, 1974) que siempre le ha “costado” adaptarse a la primavera, una estación del año que considera “muy extraña”.

En esta época la artista navarra vuelve al espacio Apaindu de la calle Curia, en pleno casco viejo de Iruñea, con una propuesta muy colorida e impregnada de esa extrañeza, que nos invita a detenernos, contemplar y leer; a activar nuestras capacidades de observación y sorpresa.

Verde tilo –el tilo es un árbol que florece en primavera– da título a este proyecto expositivo, que surge de un ejercicio de “fragilidad e introspección”.

“Es un reflejo de mi manera de estar en el mundo, que es desde el arte. No podría, de otro modo, procesar la realidad”, asegura Elba Martínez, apuntando respecto al título de la muestra que “verde tilo es un color que no existe, según Gilles Clément en su libro Una breve historia del jardín. Y no me lo creo. Que un color no exista me parece algo muy evocador, algo que me estimula, algo fantástico”.

"Yo no soy lo que pienso"

Fotografía, pintura e instalación –telas intervenidas– conviven en Apaindu en unas obras que tienen en común “lo cotidiano, la economía de medios y la sencillez”. El texto, la palabra, tiene gran presencia en esta propuesta artística, en la que puede leerse como un mantra la expresión Dejar y destruir, junto a otras como Feliz y fatal, Me gusta que la gente piense que madrugo, El bello somormujo saca la cabeza tras mucho tiempo bajo el agua, o el juego de palabras Hola soy un conejo / Mentalmente soy un conejo / Soy un conejo mentalmente estable.

"En el presente, es la naturaleza la que me aporta todo un mundo que se abre, la que resetea una y otra vez mi mirada”

Elba Martínez - Artista plástica

No son pensamientos. Yo no soy lo que pienso; soy otra cosa. Fragmentar mis obras y reducirlas a una traducción literal no tiene sentido. Aquí hay muchas capas. He sondeado lagos y estas obras son el resultado”, cuenta Elba Martínez, que también ha dejado huella escrita en Verde tilo con otra potente frase que invita a la reflexión: Hemos quemado todos los psiquiátricos y estamos sobre sus cenizas comiendo pastillas, al hilo de la cual la artista apunta: “Es la flor de la lágrima la única que sola se abre”.

Hay en esta exposición referencias a Alicia en el País de las Maravillas, a un pájaro gris que en sus alas trae la extraña primavera. Y late también el concepto de ofrenda: Te lo regalo. Y de amor: Te quiero. “Me gusta el ritual y lo simbólico”, afirma Elba Martínez, cuyo trabajo, apunta, “no atiende a épocas, más a bien a fases donde no le doy importancia al tiempo, es más bien parte de un juego como concepto vulnerable y moldeable”.

Fotografía y naturaleza

En Verde tilo, reconoce la artista, “todo es frágil e introspectivo”. “Las frases distan mucho de ser mensajes, al igual que los personajes que aparecen. La primavera siempre me ha parecido una estación del año muy extraña, a la que me cuesta adaptarme”, dice Martínez, que trabaja la fotografía desde el año 2007. “Está siendo un largo proceso de inmersión en lo social”, dice sobre su acercamiento y experimentación con este lenguaje y esta técnica, a través de la cual captura la fugacidad de la vida en instantes y vivencias cotidianos.

“En el presente, es la naturaleza la que me aporta todo un mundo que se abre, la que resetea una y otra vez mi mirada”, afirma la creadora, apuntando al respecto un poema:

Una fisura de timidez / abre mi rostro / El primer jardín / entre la delicada niebla.

Apasionada exploradora de la imagen fotográfica, del terreno pictórico y de la palabra, y con todo ello, del potencial de la intuición y la sensibilidad, Elba Martínez nos ofrece su extraña primavera y la oportunidad de ejercitarnos en el asombro de las preguntas sin respuesta. De sondear lagos profundos, y bucear en el misterio y el regalo que es la vida.