Definen su estilo como folclore futurista. ¿Qué significa ese concepto?

–Le pusimos ese nombre por ponerle algún nombre, cuando empezamos. Hacemos folclore, que es infinito, y hacemos electrónica, que también es infinita. Al mezclar las dos cosas, sale algo del futuro, algo que no tiene límites. Y el folclore, aunque sea antiguo, también es futurista, porque hay mucho folclore bastante más innovador que lo que hacen los que teóricamente están innovando.

Su música siempre ha integrado múltiples estilos y referencias, pero creo que en su último disco, ‘Esclavos de la libertad’, han abierto el abanico todavía más.

–Claro. Ten en cuenta que los demás discos los hicimos como pudimos, mientras estábamos girando, mientras que para hacer este paramos un año, nos fuimos a una casa, hicimos demos… Todas las canciones las hemos sacado durante ese año, trabajando en el local. Por eso el disco es más completo y más profundo. Hay muchísimo trabajo en arreglos musicales, colaboraciones, instrumentación… Después de tanta intensidad de años girando, cuando te paras, es como una noria de sensaciones. Hemos tenido colaboraciones muy dispares: Con Lole Montoya todo era muy espiritual; en su canción, vinieron niños de la banda Filarmonía a tocar los vientos, tenían unos 17 o 18 años. Con Perrate es como si fuera todo África, fragua y metal. Con Andrés de Jerez todo era puro duende.

¿Todas las canciones las componen entre todos?

–Sí. Nosotros no somos un grupo normal, somos todos productores de música electrónica. Primero hacemos las canciones y luego vemos cómo se hacen en directo o cómo se ensayan. El resto de grupos van sacando las canciones y luego las ensayan. Nosotros nos sentamos en el ordenador, le damos caña, damos rienda suelta a toda la locura y luego ya vemos la viabilidad.

El disco se titula ‘Esclavos de la libertad’. Parece contradictorio.

–’Esclavos de la libertad’, sí. Como dices, es contradictorio, incluso una paradoja. Significa que para ser libre hay que ser un esclavo, que la libertad cuesta tu esclavitud, en verdad nunca puedes ser libre, pero siempre hay que luchar por una libertad. Es contradictorio; hasta nosotros, para hacer este disco, nos esclavizamos, porque cuando estábamos haciendo el disco quedábamos por las mañanas, después de ir a la piscina, nos metíamos allí, comíamos allí y no salíamos hasta las 8. Estábamos esclavizados.

¿Qué importancia tiene la política en la propuesta de Califato?

–Más que a lo político, nosotros creemos que damos importancia a lo social. Reivindicamos cosas para el pueblo, el orgullo de los andaluces, que puede parecer una tontería, pero nosotros creemos que nos lo han quitado. Que si somos un flojos, que si no sabemos hablar, que si vas a Madrid y tienes que cambiar el acento… Nunca hemos tenido orgullo. También reivindicamos que Andalucía es una colonia dentro de un Estado que está centralizando y que nos están matando, nos están secando, se están llevando todo lo nuestro. No podemos decidir por nuestro futuro ni por nuestra riqueza… Reivindicamos el orgullo del pueblo andaluz, y que tenemos que espabilar porque nos están ahogando. Los datos no mienten: aquí es donde hay más paro, donde la esperanza de vida es menor, donde hay más residuos nucleares, niños en riesgo de exclusión severa, pobreza, hambre… No podemos seguir así. Creo que al ser un grupo de música andaluza y tener una visibilidad, queremos dar un mensaje comprometido. ¿Qué es la música y la cultura si no dan un mensaje político comprometido, sin una reivindicación? Tiene que servir para despertar mentes, si no sería solo un divertimento, un producto, pero no sería cultura.

En la intro de sus conciertos suelen poner frases de políticos de todas las ideologías (derecha, izquierda, nacionalistas…) hablando peyorativamente de Andalucía. ¿Sienten que existe un menosprecio generalizado?

–A ver, no personalmente. Los pueblos no nos maltratan. Cataluña no nos maltrata. Madrid no nos maltrata. El País Vasco no nos maltrata. Pero las políticas, las formas, la centralización… Todas las grandes empresas cotizan fuera de Andalucía. Hay un maltrato a nivel de colonialismo.

El disco salió al día siguiente del día de su comunicad autónoma, y dijeron que que era para reclamar una nueva Andalucía. ¿Cómo sería?

–Para que cambie algo, tiene que cambiar desde dentro y Andalucía tiene que cambiar mucho. La nueva Andalucía tendría que ser como era en los tiempos antiguos, sin la romantización, pero una Andalucía abierta, que acoge a todo el mundo; orgullosa, no por creerse mejor que nadie, sino porque conoce su historia, su persecución y todas sus movidas; que lucha contra las injusticias; feminista, ecologista… sobre todo ecologista, porque nos están secando todos los acuíferos, nos estamos quedando sin agua. Pueden hacer lo que quieran, talar árboles o lo que sea, pero como nos quedemos sin agua nos vamos todos a tomar por culo. Tenemos que ser buenas personas, simplemente. Como antiguamente. Andalucía es un pueblo que siempre ha estado esclavizado y machacado, pero antiguamente se vivía en comunidades, en corralas y en asociaciones, y se cubrían las necesidades los unos a los otros. Si a uno le faltaba un plato de comida, el vecino se lo daba. Si se rompían los pantalones y no se podía comprar otros, lo mismo. Tenemos que volver a ayudarnos entre nosotros, eso sería una bonita Andalucía, y se puede llevar a toda la península, incluso a todo el mundo.

Un ejemplo de esa ayuda mutua serían las colaboraciones, que en este disco hay muchas. ¿Cómo las han conseguido? Porque todos no serán de su entorno…

–Hay gente que conocíamos de nuestro entorno, pero también hay gente que no conocíamos de nada. Fue sencillo, conseguíamos los teléfonos y llamábamos. Igual ahora que ya tenemos un poquito más de recorrido y somos un poquito más visibles, los flamencos tienen menos miedo de juntarse con nosotros y es más fácil que nos digan que sí. También entiendo que les gustará nuestra música, saben que la hacemos con respeto y con cariño, y se sentirán cómodos. Nosotros aprendemos de ellos, entiendo que ellos también aprenderán de nosotros, aunque sea un poquito.

A Pamplona vienen dentro del Flamenco on Fire, pero también tocan en otros festivales más generalistas como el Sonorama. ¿Cuál es su público?

–Lo bueno que tenemos es que nuestro público es totalmente transversal. A veces te pones a mirar las primeras filas de un concierto de Califato y te encuentras desde chavales de 16 hasta señoras de 65. Hay punkis, raperos, poperos… Nuestra música tiene mucho de cultura popular, y eso es algo que está arraigado en el subconsciente de las personas. Tenemos un público muy variado, de izquierda a derecha, de todas las edades y de todos los estilos. No tenemos un público estándar, gracias a Dios, a Alá y a Buda.