Entre dibujos, viñetas, carteles, pinturas, cartelas, marcos... Así pasa estos días Javier Pérez de Zabalza. Esprintando para llegar al viernes 6 de septiembre, cuando el 15º Salón del Cómic de Navarra desplegará su entensa programación. Con diez exposiciones y una cifra similar de talleres para los que quedan pocas plazas, esta edición promete ser la más amplia y diversa de cuantas ha impulsado hasta la fecha la Asociación Tiza. La veteranía de Josefina Altuna, una artista outsider de Pamplona que ha dibujado toda su vida, pero nunca ha mostrado su trabajo hasta ahora; el descubrimiento de que el reputado creador de cómics sueco Charlie Christensen vive en Pamplona desde hace 35 años; un taller ambulante que circulará de bar en bar de la mano de Andrea Ganuza; la pintura de Cristina Navarlaz, y una cita en la Misericordia como punto de encuentro entre generaciones son algunas de las sorpresas que promete este programa que este año decorará los escaparates de 22 comercios de la ciudad.
¿Qué adjetivos le pondría a esta 15ª edición del Salón del Cómic?
–Wow... Desde luego, es diversa y heterodoxa, porque tenemos 10 exposiciones de artistas muy diferentes que representan distintas variantes que conviven en el mundo del cómic. Cada uno refleja un estilo, un tratamiento, una temática y una manera de abordarlo totalmente diferentes y, además, pertenecen a varias generaciones y tienen procedencias variadas. El objetivo de todo esto es, siempre, llegar a todo tipo de públicos.
Durante todos estos años, nos han enseñado que el cómic es mucho más que una viñeta o un tebeo. Nos han acercado la ilustración, la novela gráfica, la fusión con la pintura o la animación, rompiendo un poco con los estereotipos.
–Sí, esa era, al menos la intención. Uno de nuestros retos siempre ha sido no ceñirnos a un formato de salón habitual. Este no es un evento solo para aficionados, sino para todos los públicos. Ese es el objetivo principal de la Asociación Tiza, y por eso nuestras exposiciones incluyen ilustración, humor gráfico, viñetas... Y, por primera vez, este año tendremos pintura con la artista Cristina Navarlaz, que ha generado una serie de cuadros con el cómic como tema.
¿Cómo se hace para mantener a flote durante 15 años un evento de cómic que no se celebra en Barcelona o en Madrid, los epicentros del género?
–Pues trabajando mucho (ríe) y también, por supuesto, recogiendo el fruto de todo ese esfuerzo. Los artistas que van pasando por aquí se van contentos, hablan con otros, te dan a conocer y poco a poco se extiende la idea de que este es un festival diferente a los habituales. Así, cuando contactas con ellos, ya saben de dónde llamas y qué se van a encontrar. Y es verdad que muchos viven en Madrid o en Barcelona, pero también que son gente que pasa gran parte de su tiempo recluida en casa, trabajando en soledad, y muchas veces agradece la oportunidad que les das de venir, hablar, compartir y conocer a sus lectores.
Seguramente, también les gustará conocer en persona a compañeras/os e incluso descubrir el trabajo de otras/os. El asombro es hoy un valor a la baja.
–Eso ocurre mucho. Lo hemos visto, por ejemplo, entre los artistas navarros. Aquí hay un montón de dibujantes, pero muchos de ellos no se conocían hasta hace poco. Algunas de las actividades las hacemos precisamente enfocadas a eso, a que se conozcan y, si se da la ocasión, a que surjan proyectos conjuntos. Por ejemplo, cuando hacemos la feria de la autoedición Komikitoki vemos que los artistas acuden y nosotros les incentivamos para ver si crean algo juntos. El año pasado hicimos un cómic colectivo creado in situ, que este año se va a editar con una tirada de 2.000 ejemplares gracias a la aportación del Instituto Navarro de la Memoria. Una cosa que surgió como una actividad prácticamente improvisada se ha convertido en una publicación en la que hay 16 artistas compartiendo las páginas.
“Aunque quizá sus vecinos no lo sepan, Charlie Christensen, que vive en Pamplona desde 1989, es muy famoso en Suecia”
¿Este año la feria también se celebrará la feria en Geltoki?
–Sí, el año pasado funcionó muy bien y esta vez hemos planteado muchas actividades en la antigua estación de autobuses de Pamplona, incluyendo una fiesta el 28 de septiembre, el día antes del cierre de esta edición. Repetiremos el collage colectivo que ya había el año pasado y que funcionó tan bien. Para eso, queremos invitar a los artistas a que se pasen y pinten. También va a venir un programa de fanzines de Valencia a grabar un podcast en directo y habrá batalla de dibujantes, que siempre gusta mucho, dj’s y algunas sorpresas...
¿Qué lugar diría que ocupa Pamplona dentro del circuito de salones de eventos del cómic del Estado?
–Pues te diría que hay pocos eventos como el nuestro. La mayoría de salones que hay son en fin de semana y tienen un carácter más comercial, destinado a público ya ganado. Nuestro planteamiento es diferente, más cultural. Nuestro eje central son las exposiciones, que se exhiben durante un mes, lo cual es muy inusual y la gente puede venir poco a poco. Y, luego, cada uno de los artistas que muestra su obra tiene actividades por separado como sesiones de firmas, charlas, talleres, etcétera. Es un poco feo decirlo, pero es que hay eventos en los que el artista parece lo menos relevante y lo que más importa es vender merchandising. Evidentemente, nunca vamos a dejar de lado al público aficionado, de ahí los encuentros con creadoras y creadores, pero lo que más me importa desde que estoy en la dirección es hacer llegar el evento a todo tipo de públicos.
¿Cómo?
–Por ejemplo, este año vamos a hacer un taller intergeneracional en la Casa de la Misericordia para personas mayores y chicas adolescentes que viven en pisos de acogida. Me parece bonito que estos dos grupos puedan juntarse y contar historias. En esta y en otras actividades seguro que habrá gente que diga que no sabe dibujar, pero eso no importa, lo que queremos es dar a la gente herramientas para que pueda expresarse. Hay muchas formas artísticas, pero yo creo que el cómic es la más asequible y barata. Con un lápiz o un boli y algo que contar te basta.
Normalmente, el programa mezcla artistas internacionales con otros más de casa, ¿este año también?
–Sí, tendremos a creadores internacionales como el francés Stéphane Levallois o el sueco Charlie Christensen, pero no vamos a dejar de lado a los jóvenes y, además, vamos a recuperar a otros que llevan toda su vida dibujando, pero que no han tenido el reconocimiento que merecían o ni siquiera han publicado. Es el caso de Josefina Altuna, una mujer de 91 años de Pamplona.
¿No se la conocía hasta ahora?
–Eso es. El de Josefina Altuna, a la que vamos a dedicar una exposición, es un caso particular. Es la creadora más mayor que ha participado en el salón. Tiene 91 años, ha dibujado gran parte de ellos, y sigue haciéndolo. Todos dibujamos de pequeños y llega un momento en que lo dejamos, pero Josefina siempre ha continuado y tiene un mundo muy particular. Es lo que algunos podrían considerar outsider art, porque nunca ha recibido formación artística y dibuja por puro placer.
¿Cómo la descubrieron?
–Su nieto, el tatuador Mikel Edorta, descubrió un cuaderno con dibujos de su abuela y le pareció que ahí había arte. Así que, en un primer momento, se le ocurrió ofrecerlos como posibles tatuajes. La sorpresa fue que gustaron mucho y mucha gente empezó a hacérselos. Y Mikel decidió autoeditar un pequeño libro que mostraba el trabajo de su abuela. Como culminación de todo este proceso, nosotros vamos a dedicarle una exposición que demostrará cómo dibujar es divertido y se puede hacer durante toda la vida. A la gente le va a encantar.
“Todos dibujamos de pequeños, pero luego lo dejamos; Josefina Altuna lo ha hecho toda la vida y a los 91 años sigue haciéndolo”
En estos 15 años nos han descubierto el trabajo de muchas mujeres creadoras.
–Y no hemos tenido que hacer un gran esfuerzo. Es verdad que, durante mucho tiempo, el cómic era un medio de difícil acceso para las artistas. Y eso que reivindicamos la figura de Francis Bartolozzi como una de las primeras mujeres dibujantes de Pamplona, pero, ahora mismo, hay muchas personas creando y, probablemente, las más interesantes son mujeres. Quizá es porque vienen con una perspectiva de lo que puede ser el cómic más limpia y más libre que los hombres, que, precisamente, por haberlo leído tradicionalmente, están más encorsetados. Yo creo que, hoy en día, la ruptura, la novedad, la aportan en muchos casos las mujeres.
¿Han preparado algo específico para este 15 cumpleaños?
–Como comentaba, el día 28 en Geltoki, será la fiesta de cierre de esta edición, que será también la de celebración del aniversario. Además, saldrá el nº 6 de Zart!, cómic colectivo en el que participan una veintena de artistas. Normalmente, el tema que les dábamos era abstracto, pero este año hemos concretado y todos han creado historias sobre Pamplona, sus barrios, sus gentes... Como estábamos en la antigua estación de autobuses, nos pareció adecuado que crearan a partir de la historia de Enrique Cayuela Medina, que durante la guerra civil estuvo escondido en el reloj. Cada artista, casi todos locales, ha creado una página y, por la historia que aborda, el Instituto Navarro de la Memoria decidió colaborar.
¿También habrá exposiciones y actividades de artistas locales?
–Sí, sí, y, además, aquí hay otro caso particular, y es que Charlie Christensen vive en Pamplona desde 1989. Ha vivido más tiempo en esta ciudad que en su país, Suecia, donde, aunque sus vecinos de aquí no lo sepan, es muy famoso. Pero nunca ha publicado en castellano, y lo que vamos a hacer aquí es mostrar algunas páginas que ha traducido por primera vez y unos vídeos de youtube en los que retrata Pamplona y que hasta ahora estaban solo en sueco. Son muy curiosos.