Licenciado en Filología, Historia y Filosofía, con dos doctorados en su haber, Xabier Irujo (Caracas, 1967) es el director del Centro de Estudios Vascos de Nevada, en Reno, donde es catedrático de estudios de genocidio. Autor de más de una veintena de libros ahora publica un volumen sobre un hecho popularmente recordado: La batalla de Errozabal y la subsiguiente derrota del ejército de Carlomagno a manos de los vascones.

¿Por qué este nuevo libro? 

–Porque este año se celebra una efeméride importante en la historia de Navarra y del conjunto de Euskal Herria, el 1.200 aniversario de la coronación de Eneko Aritza, el primer rey de Pamplona, a raíz de la tercera batalla de Errozabal, uno de los tres episodios que trato en este libro. Por ello pensé en reeditar un libro anterior que editamos en Argentina con Ekin, con pequeñas adiciones con datos nuevos que hemos encontrado desde entonces.

Hace uso del nombre de Errozabal. 

–Es el topónimo original. Roncesvalles es una castellanización del término original vasco. De Errozabal se pasó a Rozabal, luego a Rozavalles y después a Roncesvalles. Esos fueron los pasos evolutivos fonéticos. La raíz es Erro. A veces he utilizado también Orreaga. Una zona concreta dentro de la llanada de Errozabal. Realmente el término más correcto debería ser la batalla de Zize, que es el puerto que conecta Ibañeta con Luzaide o Arnegi. Parece ser que Zize procede de Garazi, ahí es donde tuvo lugar el ataque más multitudinario, el epicentro de la batalla, que ahora bien, comenzó tan pronto como Carlomagno abandonó Iruña. Los ataques a las tropas francas ocurrieron nada más salir de Pamplona. En aquel tiempo para un ejército de sus dimensiones les costó aproximadamente seis días ir desde Pamplona a Donibane Garazi, y es muy posible que a lo largo de ese tiempo e incluso después, los vascones les atacaran constantemente. Eso dicen las fuentes.

“La del 778 fue una derrota total del ejército carolingio. Hablamos de una fuerza de unos 20.000 hombres que quedó diezmada”

La del 778 fue la primera batalla. 

–La de ese año es la del ejército liderado por el propio Carlomagno contra las tropas vasconas. Se alargó durante probablemente una semana, y el 15 de agosto murió al que podríamos llamar el segundo de abordo o lugarteniente de Carlomagno. No tenemos una referencia documentada de que el líder de los vascones fuera Eneko, pero es lo más probable, porque era el caudillo de Pamplona y de sus alrededores y el padre de Eneko Aritza, que pasó a ser rey. La del 778 fue una derrota total del ejército carolingio. Las fuentes dicen textualmente que mataron hasta al último hombre. Posiblemente no fue así, porque hablamos de una fuerza armada de unos 20.000 hombres. Pero se diezmó ese ejército, de tal manera que en 779 Carlomagno no pudo llevar a cabo una campaña a gran escala como las que hacía anualmente, porque no tenía ni dinero ni hombres. Nunca volvió a Vasconia ni intentó otra campaña de agresión. 

Usted habla de consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales, tras ese hecho histórico.

–Tuvo consecuencias terribles para el Imperio Franco y una crisis económica, pues subsistía a base de esas rapiñas anuales. Las arcas imperiales lo notaron, y se generó un cambio de estrategia. Carlomagno empezó a solidificar su imperio aplicando leyes draconianas con las que se castigaba prácticamente con la muerte la mayor parte de los delitos, sobre todo religiosos. Carlomagno entendía que para unificar su imperio tenía que imponer la religión católica, como credo único, y terminar con el resto de las creencias que existían en aquel tiempo. Eso ocurrió a partir del 779. 

¿Y para Vasconia?

–Se convirtió en dos reinos independientes. La fractura venía de antes, pero se partió en dos. Las fuentes francas de aquel tiempo empezaron a denominar navarros a todos los vascones al sur del Pirineo. No solo a los que habitaban en lo que hoy es la Comunidad Foral de Navarra, sino a todas las personas que hablaban euskera al sur del Pirineo. Las del norte seguían siendo vasconas, luego pasaron a ser gasconas, y Vasconia pasará a ser Gascuña. Pero el norte se independizó, y el llamado Ducado de Vasconia fue un reino independiente con reyes que se elegían dentro, sin pagar impuestos al reino franco, y esa situación duró algo más de doscientos años después de 824.

¿La segunda batalla, cuándo fue?

–En el 812, el hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, dos años antes de morir su padre, con el imperio de facto en sus manos, organizó una segunda expedición de castigo a Vasconia. Entró por Dax, arrasó Akize, y se aproximó a Pamplona por Errozabal. Las fuentes francas no son muy claras, dicen que se acercó a Pamplona, y ordenó lo que le parecía prudente, pero no dicen que tomara la ciudad. A la retirada, Ludovico Pío utilizó escudos humanos, así que no fue exactamente una batalla, no hubo un encuentro como la primera y la tercera, porque utilizó a esos rehenes. Eran gentes de Vasconia, mujeres y niños preferentemente, lo dicen las propias fuentes, y los vascones no atacaron. 

No hubo dos sin tres.

–La tercera fue en el 824. Los vascones se rebelaron. Eran un reino independiente que elegía a su princeps, a su rey, de forma totalmente independiente como con respecto al reino franco, y Ludovico Pío organizó una operación de castigo. No fue una campaña de conquista de Vasconia, sino de castigo. Mandó a dos duques con un ejército grande, y tuvo exactamente el mismo resultado que en la primera batalla de Errozabal. En el puerto de Zize los masacraron y capturaron a esos duques como paladines de aquel ejército, y suponemos que si la batalla tuvo lugar en el verano, en el otoño de ese año coronaron a Eneko Aritza como rey de Vasconia, dividida en dos.

"En el 812 el hijo de Carlomagno regresó, y en su retirada utilizó de rehenes a mujeres y niños de Vasconia como escudos humanos”

¿Hasta qué punto tenemos presente el grado de brutalidad y destrucción de aquella época?

–El ser humano no ha dejado de ser bárbaro nunca. Aquellas guerras eran terribles, pero no más que lo que estamos viendo hoy en Gaza. Aunque la humanidad se está desarrollando y cada vez hay más conciencia en derechos humanos, incluso en la legislación internacional, el ser humano sigue siendo tan brutal como lo fue hace dos mil años. El nivel de bestialidad que desarrolló la campaña de Carlomagno en Vasconia en el 778 o el de su hijo en el 812 u 824 fue terrible, hasta el punto, como vemos, de raptar a mujeres y niños para usarlos de escudos humanos. Las fuentes no nos dicen qué fue de estos civiles, qué hicieron con todos ellos, pero probablemente nada bueno. Solemos tendera pensar que la Edad Media fue un periodo oscuro. Es así porque tenemos poca información comparándola con la que tenemos de la historia contemporánea. Pero en brutalidad es igual. Estamos viviendo a día de hoy los bombardeos en Gaza, dignos de la misma naturaleza, y de la misma dirección política. 

Algo en sí mismo tremendo.

–Netanyahu es un líder genocida, lo que está haciendo no solo en Gaza, sino también en Cisjordania, es una campaña de genocidio de manual, como hizo Carlomagno también. Y una no es más brutal que la otra. Ahora tenemos más medios, se mata a mucha más gente con mayor facilidad que en el siglo VIII, pero la naturaleza de la brutalidad sigue siendo la misma. Es muy difícil ser un emperador y no ser un genocida. 

Detalle de la portada del libro

Detalle de la portada del libro Archivo

EL LIBRO

  • Coedición. Son 160 páginas coeditadas por Ekin y Nabarralde. Incluye fotografías y material gráfico. Actualiza una edición de Ekin, editorial del exilio vasco fundada en 1942 en Argentina por Andrés Irujo e Ixaca López Mendizabal.
  • Contexto historiográfico. Irujo celebra un “florecimiento de la historiografía científica” en la europa Occidental. “Nabarralde es parte de esa corriente”, afirma.