Nerea de Diego (Pamplona, 1974) ha mirado a la cualidad mutable de la materia en la exposición Ilepilak, baita aginak ere (Amasijo de dientes y pelo), con la que la artista navarra habita el espacio Apaindu de la calle Curia. 

Hasta el 25 de octubre puede visitarse esta exposición, en la que materias orgánicas como el cabello humano y los dientes sirven a De Diego para plantearnos preguntas acerca de los rastros que quedan de un cuerpo cuando ya no está. Y materiales como la cera fundida nos hablan de la ritualida votiva, de esos “gestos de culto personal que a su vez reflejan la devoción de un colectivo”, dice la curadora independiente y gestora cultural Natalia Isla Sarratea en el texto de la exposición. 

Testimonios de la existencia

Nerea de Diego relaciona aquí obras expresamente creadas para esta muestra junto a otros trabajos anteriores, los más antiguos de 2012. Se trata de una serie de fotografías de trabajos manuales de flores realizados con cabello humano por monjas de un convento de clausura en el siglo XIX en Austria, que la artista pamplonesa tomó durante una residencia artística en el país de Europa central.

Detalles de ornamentos florales realizados “con un virtuosismo y una paciencia impresionantes”, dice Nerea de Diego, que desde ese proyecto siguió interesada en crear a partir del pelo humano. “Sobre todo a raíz de que muriese mi abuela. Recogiendo su casa, encontré un paquete con una gran mata de pelo, me la guardé y hace años empecé a hacer alguna cosa con esos cabellos”, cuenta. Con ellos ha creado algunas de las piezas que exhibe en Apaindu. “Lo imperecedero de esta materia orgánica (el pelo), que nos sobrevive denotando ciertas características que nos identifican particularmente, consigue que se vuelva un material testimonial de la existencia”, recoge Natalia Isla Sarratea, recordando los objetos conocidos como guardapelos que en el siglo XIX se usaban para recordar a personas amadas, estableciendo una relación entre amor y luto. 

Rituales y contemporaneidad

El pelo humano y los dientes también están presentes en las esculturas con vidrio que Nerea de Diego presenta en Apaindu. Y la cera, procedente de ofrendas a la Virgen de Lourdes. “He recogido los restos de velas derretidas y los he vuelto a fundir, y queda la cera con una textura muy orgánica”, cuenta la artista, interesada en el aspecto de “ritualidad votiva” que tiene este material.

“El pelo y los dientes son materias que no te dejan indiferente, hay algo de presencia viva en ellos”

Nerea de Diego - Artista

El cabello y los dientes le atraen porque “son unos materiales que no te dejan indiferente, no son neutros para nada. Han pertenecido a alguien, son cuerpo, hay algo ahí de presencia viva en ellos, algo que remueve y que está muy relacionado con las ofrendas, con los recordatorios y los rituales; con los elementos votivos, que es algo que me interesa normalmente en mi trabajo”, cuenta. A esos exvotos, a huellas y testimonios de religiosidad popular en varios lugares del territorio fronterizo del pirineo navarro, hace referencia la obra Zelai ederrak, zapi zikinak (Prados hermosos, trapos sucios), una pieza en formato publicación que De Diego alumbró hace años pero no había “presentado con fundamento” porque le pilló la pandemia por medio. 

La artista cree que la ritualidad es algo que hemos perdido. “Faltan rituales, o digamos que los que había en un momento dado han dejado de servir, y hay un tiempo de impasse, de vacío, en el que hace falta crearse nuevos rituales, porque yo creo que son importantes y que todo el mundo de una manera u otra los necesita”. Interesada en la religiosidad popular contemporánea, De Diego ve los rituales como “modos de superar, de desarrollar o de integrar ciertas vivencias o situaciones a través del hacer. Es como una reflexión a través del hacer, a través del cuerpo. Pero que no es como hacer gimnasia, hay algo de pensamiento también ahí”.

Lo encontrado y reutilizado

El gusto por los elementos reutilizados, los objetos encontrados, algo recurrente en la obra de De Diego, está presente en la exposición de Apaindu, que incluye también impresiones sobre papel de algodón y collage con pintura, risografías y una videocreación en la que la artista interactúa con una de sus piezas de la serie Ilepilak, con el cabello humano como protagonista.

“Me interesa lo que esos objetos tienen de otras reminiscencias aparte de las que tú les ves. Han sido otra cosa, y cuando los ves, eso también está ahí”, comenta la artista al hilo de este Amasijo de dientes y pelo. Una exposición en la que late lo inquietante y asombroso de la existencia humana, de sus ausencias y de los rastros que éstas dejan.

LA EXPOSICIÓN

  • Título. Ilepilak, baita aginak ere. 
  • Lugar. Apaindu Espacioarte, calle Curia, 7, Pamplona. 
  • Fechas y horario. Hasta el 25 de octubre, de lunes a viernes de 18.00 a 20.30 horas. 
  • Presentación. El 25 de octubre, último día de la exposición, Nerea de Diego presentará en Apaindu su proyecto en formato publicación Zelai ederrak, zapi zikinak.
  • Próxima cita, Encuentros. De Diego expondrá también en el marco de los Encuentros de Pamplona (3-13 octubre), con intervenciones en el espacio público, en concreto en seis lugares de Pamplona, entre ellos el pasadizo de la Jacoba y el Pasaje de Seminario.