Su último disco, Storm, supuso un paso importante para usted a nivel personal y musical. ¿En qué consistió ese cambio?
–Storm supuso para mí un cambio personal y musical, sí. Sobre todo, supuso en mí una fuerza y un valor a la hora de atravesar diversas situaciones en la música. Me ayudó mucho a aguantarlo todo con más valentía. Me tiré a la piscina, decidí hacer lo que realmente me gusta, sobre todo para sanear mi alma y mi trayectoria musical. Un músico siempre tiene que hacer lo que le nace dentro, es ahí donde empiezan a brotar por colores. Es ahí cuando la gente empieza a entender que el proyecto viene de la necesidad y del amor, no de la necesidad de dinero o de amor falso.
Ha llegado a decir que se sentía mal por sacar una música que ya no le representaba.
–Sí. Sinceramente, pasé unos dos años de mi vida solo retroalimentando algo que me funcionaba y me daba ingresos, yo veía que tiraba para adelante. Pero, a la vez, veía que se iba perdiendo esa magia. Simultáneamente, también perdía la ilusión y las ganas de hacer música. En 2009 solo saqué una canción; en 2020, dos. En 2021 ya empecé a hacer la transición hacia la música que me gustaba, la que yo escuchaba, y este año he sacado más de dieciocho canciones. Se nota que he vuelto a amar la música. Cuando una persona hace lo que quiere, es cuando mejor está.
Imagino que, teniendo una buena inercia, sentiría vértigo antes de afrontar semejante cambio.
–Sí, un montón. Por decirlo de alguna manera, yo me clasifiqué de una determinada manera en la industria, con un género y una línea muy distinta a lo que quería hacer. Si cambiaba, me exponía a muchas críticas negativas, tanto constructivas como ofensivas. Creo que hago mejor lo de ahora que lo de antes. Esas críticas destructivas afectan y dan miedo. También era muy niño; a día de hoy tengo 24 años, me considero muy joven, pero cuando empecé a plantearme el cambio tenía 19 o 20. Sentía mucha presión y estuve yendo al psicólogo. Sigue habiendo críticas destructivas, gente que me pide de malas formas que vuelva a lo de antes, pero me lo tomo con fuerza, me hace sentir mejor persona que aquello que critican por criticar.
Su relación con la música siempre ha sido muy pasional, empezó a dedicarse profesionalmente a ella cuando solo tenía 13 años…
–Sí, la verdad es que la música y mi camino de vida están unidos en un lazo de hierro que jamas se romperá. La música es lo más importante que tengo, no concibo quedarme sordo o mudo, son los sentidos que más me gustan. ¡Pediría la eutanasia! (Risas). Para mí, la música es lo más bonito que hay en esta vida, hay que aprovecharla y vivir con ella. Hacernos felices con la música, que para eso está.
A una edad tan temprana, el apoyo de su familia le habrá servido de mucha ayuda.
–Sí. A mi padre siempre le ha gustado muchísimo cantar, siempre que ha podido a ido a karaokes, ha ganado algún concurso… Su hermano, mi tío, tiene un estudio de grabación, siempre le ha gustado el hip hop y la música urbana, además de otras más orgánicas como el country o el pop. Notaba ese amor familiar por la música y se me pegó muy rápido. Siempre he tenido esa sensación de competitividad sana, de intentar mejorar en mi manera de hacer música. Gracias a ellos estoy aquí. También me han ayudado mucho Mesta, que es un manager con el que estuve desde los 15 hasta los 16 años, la gente de Taste The Floor, con los que estoy desde los 17, Warner… Yo no he triunfado por una apuesta económica, ha sido todo, gracias a Dios, muy orgánico y real, pero el support que me han dado ha sido crucial para que pueda llevar nueve años dedicándome a la música.
¿Y cómo se digiere un éxito grande cuando uno es tan joven?
–Ahora lo llevo mejor. En 2016 y 2017, pegué un bombazo super grande, la gente escuchaba un montón mis canciones, se velarizaban muy rápido. Eso me daba muchísima alegría, pero también sentía mucha presión. Al vivirlo con tanta inocencia, no me pasó tanta factura: vivía lo bueno y apartaba lo malo. Al ir creciendo y madurando, esas cosas malas te afectan más. Con 18, 19 y 20, no tenía mucho tirón musical; no me comía un rosco, hablando vulgarmente. Y ahora me ha vuelto a pasar, he tenido canciones que han conectado, la gente se ha vuelto a enganchar a la vaina nueva. La música son altibajos, hay que disfrutar el proceso. Es verdad que, cuando vienen los números, hay que pensar que son solo números, no es lo importante, no es por lo que hacemos música. Cuando alguien hace música porque lo necesita, cuando lleva su fantasía al pentagrama, por así decirlo, es cuando funciona, la gente lo ve real.
¿Ha aprendido más de los éxitos o de los fracasos?
–De las cosas se aprende, siempre sacas un lado positivo. Depende de la persona, también. Me considero muy sensible; evidentemente, ir a un concierto y que solo vengan diez personas, me afecta, me pone triste, pero también me pongo contento porque han venido a verme diez personas. Siempre hay un lado positivo. Incluso si no viene nadie, también lo hay, seguro. Depende de cómo te lo tomes. Lo único que compartimos los humanos es que vamos a morir, y antes de llegar a eso, tenemos que intentar ser felices y aprovechar los frutos que nos da la vida.
Acaba de publicar el epé Energía, que ha dicho que es la continuación de Storm.
–El proceso que te he comentado, el cambio, se reflejó en Storm. Energía es la secuela. Después de haber pasado toda esa tormenta emocional, tantos kilómetros, llega Energía, que está dedicado a mi familia, a mis amigos, a mi novia Vivi K, que también es artista, a mi equipo de trabajo… Ellos me han ayudado mucho, han vivido todo el proceso. Va para ellos, para la vida, para Dios. Es algo para la buena vibración y el buen vivir, y no me refiero al dinero, sino a la calidad de vida.
Dice que en este epé ha tratado temas importantes. La madurez vital va unida a la musical.
–Claro. A una persona que trabaje en una oficina de Correos, por ejemplo, le pasará lo mismo. Conforme vayan pasándole cosas en su trabajo, le afectarán en su vida personal y viceversa. Hay que agarrar las experiencias y mirar desde un punto de vista más profundo. Analizar las cosas para mejorar es importante. Uno madura mucho. En la carrera de un artista, hay cosas malas. El mundo de la noche es muy peligroso, por ejemplo, pero si te alejas de eso, siendo buena gente, humilde y honesto, te va bien.
¿Cómo va a ser el concierto de Pamplona?
–Va a haber muchísimo buen rollo, eso sobre todo. Me da mucha alegría compartir escenario con tanta gente, muchos compañeros del roster de Taste The Floor. Somos todos amigos y hermanos. Además, Pamplona me gusta mucho. Mi primer disco lo grabé en Pamplona, en Sarriguren. Me hace ilusión volver, hace tiempo que no voy y creo que va a ser especial, tanto por el cariño que le tengo a la ciudad como por el buen rollo que vamos a tener entre todos. Hemos trabajado mucho en nuestros shows, van a ser unos días muy especiales. l