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Ramón Herrera TorresEscritor

Ramón Herrera: "Apenas hay películas y novelas que reflejen la dictadura, es como si quisiera ocultarse"

Autor de una veintena de libros sobre cine, Ramón Herrera se estrena en la novela con ‘Hitchcock en el balcón vacío’, inspirada en hechos reales sucedidos en Pamplona en 1975

Ramón Herrera: "Apenas hay películas y novelas que reflejen la dictadura, es como si quisiera ocultarse"Iñaki Porto

Con títulos como Diccionario audiovisual de la Memoria Histórica en Navarra y Secuencias antifranquistas. De las trece rosas a la muerte del dictador (1939-1975), ambos editados por Pamiela, entre otros muchos, Ramón Herrera Torres debuta en la ficción con una historia que acontece en los meses previos a la muerte de Franco y protagonizada por un grupo de jóvenes espoleados por las ilusiones de cambio.

¿Por qué ahora una novela?

Hasta ahora he publicado veintitantos libros de cine, por lo que me he pasado la vida editando, investigando y recopilando datos sobre este ámbito y reconozco que sentía ya un cierto hartazgo y me apetecía escribir otro tipo de textos. Pensé en la novela porque tenía una muy buena historia. No estoy diciendo que el libro sea magnífico, eso ya lo dejo a la interpretación de quienes lo lean, pero sí que la historia de la que parte es muy buena y, además, verídica. Es algo que le sucedió a una amiga, Isabel Ruiz de Larramendi, a la que en parte está dedicado el libro, en noviembre de 1975.

Pero ubica el relato en septiembre de ese mismo año.

Sí, todo se basa en hechos reales, pero he cambiado cosas, claro. Lo que le sucedió a Isabel fue totalmente surreal, esperpéntico. En la novela le he cambiado el género, el personaje es masculino, y, como le sucedió a ella, era inocente de la acusación de hacer propaganda ilegal desde el balcón familiar. El protagonista sí que tiene otras cosas que esconder, pero esa no, y, a medida que se dan los acontecimientos, descubre qué es lo que realmente sucedió en aquel contexto. Algo que no puedo contar porque, como dicen ahora, sería hacer espóiler. A mí me da igual si me cuentan el final de una película, por ejemplo, me interesa más la historia, pero entiendo que, en estos tiempos, saber el desenlace fastidia mucho.

El título del libro, ‘Hitchcock en el balcón vacío’ parece hacer referencia no solo a sus conocimientos cinematográficos, sino también a la película que protagonizó María Luisa Elío.

Sí, estoy familiarizado con la vida y la obra de María Luisa, que, en mi opinión, es un personaje al que se ha relegado y que no tiene el reconocimiento que debería tener. Pero, bueno, ese título me permitía también jugar con Hitchcock, que tiene relevancia por sus similitudes con el personaje protagonista.

¿A qué se refiere?

A que, tanto al principio de la novela como hacia el final, Hitchcock empieza a cobrar un papel determinante por sus paralelismos con la figura del estudiante protagonista. Este comparte dos miedos con el director de cine: el terror al sexo y el pánico a la policía. Me pareció un toque cinéfilo que le venía bien a la historia, aunque el libro no está lleno de referencias al cine. No me interesaba ir por ahí, aunque hay un capítulo que transcurre en un cine club muy conocido en la época, pero no digo su nombre, como tampoco tienen nombre la ciudad o los personajes, a los que se conoce por su apodo.

El protagonista es ‘el Bergman’.

Sí. Recuerdo que, en la época, Bergman era un director querido por todo el mundo, tanto por la Iglesia como por la militancia clandestina, sobre todo la estudiantil. Yo también estuve involucrado en ella y recuerdo perfectamente que cuando venía la policía porque nos habíamos reunido bastante gente y teníamos que justificarlo, les decíamos que íbamos a programar una proyección de Bergman.

¿Por qué optar por los apodos y por ocultar el nombre de la ciudad donde todo sucede?

La verdad es que no lo hice con miras a la universalidad de la historia o con una búsqueda de la trascendencia supralocal. Simplemente, me pasó que hasta ahora nunca me había tocado referirme a una ciudad con su nombre, en este caso Pamplona, nuestraIruña, ni tampoco recoger nombres como Javier Goñi o Fermín Etxeberria... Y me chirriaban, no me acababan de encajar, así que opté por los apodos. El personaje principal es el Bergman, y el policía, el Chino.

Que está inspirado en una policía real.

Sí, el Chino estuvo bastantes años aquí, en la Brigada Político Social. Luego lo trasladaron y murió en un accidente de tráfico en Canarias en 1979. No digo que, como autor, me haya cobrado una pequeña venganza, pero tampoco lo niego (ríe). Este es el único personaje de la novela que está representado como una caricatura, como un estereotipo. Es un tipo feo, sucio y se pone en ridículo.

Portada de la novela.

El contexto, poco antes de la muerte de Franco, también parece muy propicio para una historia negra.

Sí, y eso que hay gente que me ha preguntado por qué he querido escribir una novela negra. Yo me inicié en este género con Hammett, Chandler y Highsmith y luego, con la evolución ideológica, me pasé a Vázquez Montalbán, a Juan Madrid... Además, investigando para esta novela, me he dado cuenta de un hecho curiosísimo, y es que hay una especie de política de silencio en torno a la dictadura, como si se siguiera ocultando. A veces, parece que aquí no hubo una dictadura terrible que duró 40 años. Esa omisión se refleja tanto en el cine como en la novela.

Pues hay quienes creen que no se hace otra cosa.

Sí, alguien dijo una vez esa desafortunada frase lapidaria de ‘otra novela u otra película sobre la guerra civil’ y ha calado sobre todo entre quienes están interesados en blanquear o en ocultar la dictadura. Es que es un período histórico que casi ni se estudia en los colegios, como si no hubiera existido. Y son muy pocos los escritores que ubican sus historias en esa época. Luis Rosso, por ejemplo. Y Guillermo Galván, que dice que cualquier dictadura ofrece escenarios perfectos para el género negro sin necesidad de fabular para inventarlos. Tiene esa atmósfera opresiva, represiva, corrupta... Y, en contraposición, está la ética en la actuación de la clandestinidad.

"Hay quien quiere seguir hablando de ese período, quizá para exorcizar de una vez los fantasmas que todos arrastramos desde entonces"

Aquí el policía no es de ‘los buenos’.

No, en esta novela, no es el típico policía independiente, sino el malo de la película. Pertenece a la Brigada Político Social y recibe órdenes de los jerifaltes de la dictadura para aplicar su política de terror.

¿Es este volumen también un ejercicio de memoria histórica?

Sí, y de manera totalmente deliberada. Yo viví esa época de primerísima mano y sé que hubo muchas personas comprometidas con el cambio político. El día que presenté la novela vinieron varias de las que de alguna manera están reflejadas en la novela y otras que son parientes de algunos que murieron y que pertenecieron a comités estudiantiles que estaban bajo el control de trotskistas y maoístas y eran muy radicales. El protagonista de la novela pertenece a uno de ellos y en la novela menciono a gente que era muy conocida en aquel contexto, casos de Pedro Urrutia, Germán Rodríguez o Naparra, siempre, eso sí, con permiso de sus familias. Me apetecía hacerles un homenaje y sé que hay personas a las que les ha hecho ilusión. Hay quien quiere seguir hablando de ese período, quizá para exorcizar de una vez los fantasmas que todos arrastramos desde entonces. Aunque también hay otras personas, como una íntima amiga que me llamó el otro día, a las que recordar todo aquello les ha revuelto mucho. Tengo que aclarar, de todos modos, que, a partir del capítulo cinco, la historia toma una vertiente más desenfadada, humorística, sin obviar el contexto de terror, por supuesto.

Después de esta primera incursión en la ficción, creo que ya tiene escrita la segunda novela.

Sí. Esta primera novela se ha editado en Cataluña y durante el tiempo de escritura, reescritura, correcciones y demás me dio tiempo a enfrascarme en una segunda historia y la tengo ya acabada. El título provisional es La peor de la Membresía o La peor de todas, no sé aun, y la trama gira en torno al descubrimiento de unos hechos relacionados con la Transición, que es una época que nadie se creyó y que, afortunadamente, empieza a ser destapada. La protagonista es una mujer que después de conocer la figura de Juana Inés de la Cruz, empieza a tomar contacto con una realidad que no se parece nada a la que le habían enseñado sus padres.