José Sacristán y Juan Mayorga se encuentran por primera vez dentro de sus destacadas trayectorias artísticas en La colección, que llega al Teatro Gayarre de Pamplona esta semana en dos funciones, el sábado 15 de marzo y el domingo día 16. Un montaje que pide la complicidad activa del espectador para que imagine con los actores y las actrices que dan vida a este texto dramático. En escena, Sacristán y Ana Marzoa prometen un duelo interpretativo inolvidable en esta historia que explora el deseo, el paso del tiempo, nuestra relación con las cosas y, en definitiva, los dos grandes temas de nuestra existencia: el amor y la muerte. El veterano actor madrileño afronta este trabajo en el que da vida a Héctor, “un hombre que se reconoce en sus debilidades y sus fragilidades”, como un reto “de lo más interesante”, mientras prepara ya su próxima incursión en teatro: un homenaje muy personal a su “amigo y maestro” Fernando Fernán-Gómez.

Viene al Teatro Gayarre con La colección, una obra que podría decirse que es un desafío para el público espectador porque exige toda su atención y complicidad.

Sí es cierto que todas las propuestas de Juan Mayorga tienen una lectura, dos, tres, y en principio, pues sí, cada espectador puede o no sacar la suya, pero en fin, no es una obra críptica, no. Tiene sus recovecos. Pienso que la actitud del espectador es un poco la nuestra como intérpretes a la hora de enfrentarnos a los personajes de Juan Mayorga. Yo he estado cinco años con Delibes (con la obra Señora de rojo sobre fondo gris) y la cercanía, la proximidad, lo fácil del reconocimiento del universo de Delibes... Aquí tienes que ir con más precaución, con más cuidado, sin embargo como ejercicio es formidable, te puedes imaginar. Porque todo tiene otras dimensiones, otras sombras, otras luces, y no deja de ser, por supuesto, de lo más interesante, qué duda cabe.

El paso del tiempo está en el centro de este montaje que invita a repensar nuestras prioridades y nuestros valores. ¿A usted también le ha cambiado de alguna manera interpretar esta historia?

No, no, porque tengo años ya suficientes y tengo ya la experiencia, perdón por la soberbia, pero no porque además el personaje al que interpreto está en las antípodas de mi manera de actuar en la vida. Tenemos en común seguramente una sensibilidad por aquello que tenga que ver con la cultura, con el arte, con ciertas manifestaciones del ser humano, no solamente en objetos, sino, en fin, pulsiones, emociones, la muerte, la vida, el dolor..., un montón de cosas. Pero su actitud, su reacción y la mía no tienen nada que ver. Para mí de ahí el interés de hacerme cargo de este personaje. Señalar que en sus debilidades y sus fragilidades es donde estriba su propia grandeza. El reconocerse en estas debilidades.

“Pobre de aquel pueblo que desprecia, ignora o maltrata su cultura; hay que conservarla, cuidarla y protegerla”

Héctor, su personaje, es un hombre frágil que busca refugio en los recuerdos, ¿no?

No tanto refugio en el recuerdo. Bueno, es un hombre que busca refugio, y lo encuentra con su mujer en la búsqueda de todo aquello que ocurrió antes que ellos, no solamente en obras de arte, sino, en fin, emociones, dolor, vida, muerte. Todo aquello, y lo van ordenando en algo que... ese es el refugio, por así decirlo. El territorio en que los que han han estado antes han ido sembrando. Hay una forma de recolección, de ordenar todo aquello para dejárselo a alguien, que esa es la cosa, ¿no? Que es la vida en definitiva. Y también hay algo de que en la medida en que coleccionamos, somos objetos de colección.

Sacristán y Ana Marzoa, en la obra de Juan Mayorga 'La colección', que llega ahora al Teatro Gayarre. Javier Naval

¿Cómo está siendo este encuentro teatral con Juan Mayorga?

Para mí de lo más interesante, aparte de lo profesional en lo personal. Vamos, creo que compartimos lo mismo, yo ya me considero un amigo de Juan de todas todas.

Y el trabajo con el resto del elenco, especialmente con Ana Marzoa...

Por supuesto con Zaira (Montes) y con Ignacio (Jiménez) es un placer, pero sobre todo con Ana (Marzoa), claro. La complicidad, el acuerdo, el trabajar los dos en la misma longitud de onda... es lujo trabajar con Ana.

“No busco mayor trascendencia con mi oficio; no quiero de ninguna manera enseñar a nadie cómo tiene que vivir”

Se ha dicho de esta obra que es compleja, exigente, se destaca su gran carga filosófica. ¿O igual es que estamos habituados a demasiada superficialidad, que ahora igual lo profundo se nos antoja insondable?

No creo que haya habido tiempos en que lo profundo, lo filosófico, haya sido objeto de más atención. No, yo creo que ahí vamos dando bandazos de un lado para otro. Desde luego ya me gustaría que se diesen otras circunstancias, otras coordenadas no solamente en España, sino en el mundo, a propósito de hacia dónde vamos. Pero yo pienso que la complejidad y la dificultad de esta obra es algo que no es tan extraño ni tan singular.

Su personaje en La colección dice: “Esta época no es para los sabios, es para los astutos”.

Sí, esto lo dice este personaje en este momento. Esto ya lo dijo hace muchísimos años Don Miguel de Cervantes a propósito del consejo del Quijote a los cabreros, venía más o menos a decir lo mismo, ¿no? Y, bueno, hace poco le he leído una columna a Irene Vallejo maravillosa, como todo lo que escribe esta criatura que es la hostia, la hostia, y ya habla de despropósitos a propósito de persecuciones de filósofos, de poetas, desde, vamos, desde el principio de los tiempos. No es nuevo esto.

¿José Sacristán ha coleccionado algo a lo largo de su vida?

Colección no es la palabra, tengo en la memoria y en la emoción mis cromos de actores y de astros y estrellas de la pantalla y mis viejos programas de cine. Sabes que eso en realidad tiene que ver con la precariedad, ¿no? No siempre estaba la peseta para poder entrar al cine, y entonces lo que te mantenía en contacto con el milagro de la sala eran los cromos, los papeles, los programas, los anuncios, y eso lo conservo desde que era un niño.

“Vamos dando bandazos de un lado para otro..., ya me gustaría que se diesen otras coordenadas a propósito de hacia dónde va este mundo”

¿Y a partir de ahora qué le gustaría coleccionar, o mejor, qué legado le gustaría dejar?

Lo he repetido muchas veces, pero te lo voy a decir una vez más, porque es que fue como luminoso. Estando yo en Tarifa después de hacer Señora de rojo..., me gusta pasear y, paseando por la calle ya a una altura de la noche, dos muchachos que parece que no me conocen, que sí, hasta que uno se acerca ya muy feliz de haberme descubierto, me dice: “Claro, usted es el que hacía de reír en las películas antiguas”. Y yo digo: “Ole, ya tengo epitafio”. No quiero mayor trascendencia. El sacerdocio, el compromiso... Procuro elegir un trabajo que sea de la satisfacción e incluso de cierta utilidad para quien me ve. Pero no quiero de ninguna manera enseñar a nadie cómo tiene que vivir.

Vivimos en una época materialista, consumista, ¿en este sentido qué nos pueden aportar obras de teatro como La colección en la que también hay mucha emocionalidad, espiritualidad, filosofía?

No, no, no seamos ilusos en cuanto al propósito de qué podemos aportar desde el teatro... Lo más que podemos aportar es, en este caso, dos horas de reflexión, de entretenimiento, de una manera de meditar o de contemplar un comportamiento humano que puede servirnos o no de algo, ¿no? Yo, ojalá... pero si dependiera de la gente de la cultura y el espectáculo la solución del mundo, desde luego no estaría el mundo como está, de esto no te quepa ninguna duda. Quiero decirte, yo sé que la historia no la hacemos, la padecemos, y en la medida de nuestras posibilidades hacemos lo que podemos.

Por eso mismo es muy importante seguir compartiendo el arte en vivo, ¿no cree?

Compartirlo, sí, y conservarlo y cuidarlo y protegerlo y ayudarlo y todo lo que se tercie, qué duda cabe. Hombre, pobre de aquel pueblo que desprecia o ignora o maltrata su cultura.

“Mi personaje en ‘La colección’ está en las antípodas de mi manera de ver la vida; de ahí el interés de hacerme cargo de él”

Después de tantos años en la interpretación, ¿sigue la misma pasión y también el vértigo antes de salir a escena o eso ha cambiado?

El vértigo... Siempre hay un punto de inquietud, porque si no serías un funcionario, con el debido respeto a los funcionarios. Hay un punto ahí que vas a hacer creer al otro que eres el que no eres, ¿no? Y algo pasa por dentro, algo tiene que pasar, si no te pasa nada es que no eres de este oficio. Pero eso que pasa para mí no es paralizante ni muchísimo menos, al contrario, es gratificante, y de hecho ya estoy pensando en meterme en otro lío que ya está acordado al acabar La colección.

En teatro.

Sí, además un lío muy personal. Es un homenaje a mi amigo y maestro Fernán-Gómez, una adaptación que he hecho de la primera parte de sus memorias y que estrenaremos en Avilés en octubre.

Por último, ¿qué le diría al público espectador que acude al teatro con la pretensión de entenderlo todo, más que de dejarse llevar por la historia y hacerse preguntas, más que buscar respuestas?

Allá cada uno, ¿no? Mayorga es una propuesta a la que hay que ir con la atención y el cuidado, y, ojo, nada de solemnidades, ni muchísimo menos. Pero sí, es un texto donde se reflexiona sobre la condición humana y sus distintas variantes o aspectos. Yo estoy convencido de que, como ha venido siendo desde que estrenamos esta obra hace ya más de un año, la respuesta de la gente va a ser satisfactoria.

Cartel de la obra.

Cartel de la obra. Cedida

'LA COLECCIÓN

  • Funciones: Sábado 15 a las 20.00 horas y domingo 16 de marzo a las 19.00. Teatro Gayarre.
  • Entradas: Cuestan 10, 21 y 26 euros, a la venta en taquilla y en www.teatrogayarre.com.
  • Argumento: Héctor y Berna son un matrimonio sin hijos que a lo largo de su vida han reunido una colección a la que sacrificaron todo lo demás. Ahora, ancianos, quieren asegurarse de que la colección los sobreviva, para lo que buscan un heredero. Han convocado a Susana, coleccionista a su vez, acaso para examinarla. Los acompaña Carlos, quizá él mismo un examinador, si es que no una pieza de la colección…
  • Duración: 110 minutos.
  • Ficha artística. Autoría y dirección: Juan Mayorga. Intérpretes: José Sacristán, Ana Marzoa, Ignacio Jiménez, Zaira Montes. Escenografía: Alessio Meloni. Vestuario: Vanessa Actif, Sandra Espinosa. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Música y espacio sonoro: Jaume Manresa. Coproducción de La Zona, Teatro de La Abadía y TIDI Teatro Madrid.