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San Telmo presenta ‘Bosques de memoria’, una reflexión sobre los totalitarismos

Participan 21 artistas contemporáneos entre ellos los navarros Taxio Ardanaz, Clemente Bernad, Amaia Moline yTxuspo Poyo

San Telmo presenta ‘Bosques de memoria’, una reflexión sobre los totalitarismosRuben Plaza

Quizás como advertencia o recordatorio de que la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa, el Museo San Telmo de Donostia inauguró la exposición Bosques de memoria, en la que 21 artistas contemporáneos reflexionan sobre las tecnologías de control social y las transformaciones de una sociedad bajo un régimen totalitario, en especial, el franquismo. La muestra se abre con un pequeño audiovisual de la catalana Anna López en la que pregunta a su abuela por las heridas de la Guerra Civil. La mujer se niega a responder, una actitud más que elocuente: “De eso no hablo porque ahora vivimos en democracia, pero luego... vete a saber”.

‘Herbario resistente Rosa Luxenburgo’, de Paula Valero.

La comisaria de Bosques de memoria, Mabel Tapia, se encargó de guiar hace unos días la visita a la exposición en la que participaron varios de los artistas y también la directora del museo, Susana Soto, y el director gerente de Donostia Kultura, Jaime Otamendi. Las obras de los creadores contemporáneos, siete de ellos vascos, se completa con piezas pertenecientes a tres archivos: el de los Benedictinos de Lazkao, el CADA de Chile y el Graciela Carnevale/Tucumán Arde de Argentina, que sobrevivió al PRN. Asimismo, se exhiben varios fotolibros del fondo Gabriela Cendoya, que custodia el museo.

Bosques de memoria explota, en su plano formal, el ideario carcelario y el de sus celdas –y son– recluidos los opositores al régimen. De hecho, frente al audiovisual de Anna López, en una enorme tela, obra de Patricia Gómez y María Jesús González, se reproduce un muro de uno de los corredores de la abandonada cárcel Modelo de Valencia. “Las artistas desean recuperar la memoria de las paredes”, explicó la comisaria.

‘Bosques de memoria’ reproduce en su plano formal el ideario carcelario, propio de los regímenes totalitarios

Un espacio de algo más de dos metros, entre la pantalla que reproduce el citado vídeo y el telar, permite iniciar el itinerario por este bosque del pasado. Dos placas de nomenclatura, una al lado de otra, saludan al visitante. “Víctima”, dice una; “Verdugo”, la otra. También es una obra, en este caso, de María Amparo Gomar, que “subyace” en todos los regímenes totalitarios, la “polarización” que “divide a toda la sociedad, incluyendo a familias”. Una línea de tiempo que se inicia en 1975 y en la que, mediante polaroids, se van señalando varios hechos relevantes atraviesa toda la estancia y es fiel reflejo de cómo la Transición y “sus pactos” hicieron que no se diese el carpetazo debido a la dictadura.

El recorrido continúa, en este caso, con otro telar, instalado a la espalda del anterior. Aunque la muestra interpela a la dictadura franquista, no es ajena “a otros contextos” que se dieron en otras esquinas del mundo. Sobre otro textil de enormes dimensiones se reproduce la imagen del primer billete de 200 pesos argentinos, emitido por el Banco de la Provincia de Buenos Aires: un rebaño de bueyes y ovejas pintado con sangre seca.

Las instalaciones a ras del suelo destacan en la muestra

Artistas locales

En el suelo, a pocos centímetros del telar con motivos ovinos y bovino, una de las dos esculturas que aporta el donostiarra Iñaki Gracenea, dos piezas que hablan sobre la realidad penitenciaria. Una habla de la actualidad y otra al siglo XVIII. Ambas, no obstante, reproducen lo mismo, la idea de la represión totalitaria sobre el individuo.

El también donostiarra Juan Pérez Agirregoikoa, por su parte, participa en la muestra con cuatro obras textiles. Dos de ellas sirven para enclaustrar las estancias: “Centro Cultural Goebbels” se lee en la primera y “Centro Cultural Francisco Franco” en la segunda.

Frente a esta última se levanta Lodosa, una obra de ladrillos de adobe de la artista navarra Amaia Molinet. El material de construcción procede de enclaves vinculados con sucesos de la Guerra Civil en su territorio. Eso sí, el muro no se encuentra fijado con cemento o argamasa. Los bloques permanecen sueltos.

El también navarro Taxio Ardanaz, por su parte, ha colaborado en solitario, con una serie de diapositivas que registran los graffitis realizados durante la Guerra Civil en las cárceles, mientras que en colaboración con la artista bilbaina Jone Loizaga ha fotografiado los monumentos levantados por el franquismo desde 1937, y que representan “ruinas de una etapa política aún sin cerrar”.

Y hablando de ruinas, el artista iruindarra Clemente Bernad pareció encenderse en su turno de exposición. Partiendo de una estrofa de la canción Spanish Civil War song, del cantautor Phil Ochs, titula su obra así: Do you remember Franco?. Se trata de una mirada crítica documental sobre tres monumentos que aún permanecen en pie.

Uno es el Valle de los Caídos, una “mezcla entre lugar de humillación y lugar de memoria” de los republicanos que allí yacen en contra de la voluntad de sus familias. Otro es el Arco de la Victoria de Madrid, “que glorifica los éxitos de los ejércitos de Franco, Mussolini y Hitler”, situado a pocos metros de la Moncloa, y que “ningún presidente” del Estado en democracia se ha dignado a tocar.

Por último, Bernad retrata el símbolo “de exaltación fascista” que más le irrita, el Monumento a los Caídos de Iruñea, que tras años de lucha para que fuese derribado, será resignificado como consecuencia del acuerdo entre PSN, EH Bildu y Geroa Bai. “Como lugar de humillación a las casi 4.000 personas que fueron asesinadas, como lugar que comete un delito día a día, considero que tiene ser demolido”, declaró el artista. Si lo fuese, los cascotes podrían usarse para hacer más alto el muro de Molinet y confirmar que, la exposición, también está viva y en lucha.