Se llenó el precioso salón del Nuevo Casino Principal, y eso que la actuación se había anunciado con pocos días de antelación. Una prueba más de que Javi Robles es, también, profeta en su tierra; y digo también porque al navarro le va cada vez mejor fuera de las fronteras de la comunidad foral. Sus conciertos por cualquier punto de la geografía nacional cada vez registran mayor afluencia de público. En Argentina, donde ya ha realizado dos giras, comienza a ser bastante conocido y ha colaborado con bandas que allí son gigantescas (Las Pastillas Del Abuelo y Los Pérez García). Lejos de estancarse, su experiencia internacional sigue creciendo: la semana pasada, Javi realizó su primera vista a México, donde ofreció dos conciertos, preludio del viaje más exhaustivo que emprenderá hacia el país azteca el año próximo.

De vuelta a casa, en el Nuevo Casino se presentó con la única ayuda de su guitarra acústica, sin el pedal ni el sampler que habitualmente utiliza en sus actuaciones. Comenzó con temas ya conocidos, pero rápidamente estrenó uno de los últimos, Después de ti, que formará parte de ese disco que va a publicar en junio. Si convenimos en medir el grado de aceptación popular por el volumen de los aplausos, las canciones estaban gustando a una audiencia que escuchaba en completo y respetuoso silencio, lo cual, por desgracia, no es nada frecuente y siempre se agradece. La atención del público solo tenía una explicación: la conexión entre público y artista se estaba produciendo.

Javi Robles frente a su audiencia. Cedida

De forma natural, las canciones más antiguas van desapareciendo del repertorio, siendo sustituidas por sus composiciones más recientes. Sin embargo, algunas de ellas siguen resistiendo, apoyadas en su profunda carga emocional: es el caso de Canciones de un hijo a su padre, un auténtico disparo a quemarropa lleno de sinceridad y emoción. Lo mismo se puede decir de Pegamento para idiotas, inspirada en un poema del donostiarra Karmelo Iribarren

Entre las nuevas, destacó Kas limón, con su “estribillo universal”. Incluso alguna que ya tiene algunos años, pero que nunca ha sido grabada, como La vida puede ser maravillosa. A falta de que que se publiquen de manera “oficial” y puedan ser paladeadas con la calma que merecen, estas novedades confirman a un autor con sello propio a la hora de escribir. Con todo, fueron las ya conocidas por el público las que elevaron el concierto hasta sus cotas de mayor emotividad: Aunque tú ya no estés, otro zarpazo de honestidad descarnada; Guerra mundial, que aunque solo lleva uno meses en la calle ya se ha abierto hueco entre los clásicos; y, por supuesto, su Poco bebo (para el año que llevo), convertida ya en todo un himno que el público coreó y aplaudió a rabiar. Impresionante el repertorio que atesora Javi, y muy ilusionante el momento artístico en que se encuentra: a punto de sacar disco y con argumentos irrebatibles para convencer a cualquier público que se le ponga por delante. Que así sea.