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El rock eléctrico de Lenny Kravitz conquista en el Navarra Arena a miles de seguidores

El artista y su cuarterto hicieron vibrar con los temás más emblemáticos de su carrera y del nuevo álbum ‘Blue Electric Light’ l Sigue brillando como una auténtica divinidad después de 35 años en escenarios

El rock eléctrico de Lenny Kravitz conquista en el Navarra Arena a miles de seguidores@LennyKravitz

A las 20.00, una hora antes de que comenzara el concierto de Lenny Kravitz, ya se respiraba un ambiente especial en el Navarra Arena. Todavía faltaba mucho para que el pabellón se llenara, pero miles de personas se iban acercando por las inmediaciones y las colas para acceder al recinto eran considerables. Las primeras filas, por supuesto, estaban ya copadas desde el mismo momento en el que se abrieron las puertas. Cuando Estrella Morente salió al escenario, la pista del Arena estaba a algo más de la mitad de su capacidad. Ya se sabe que el papel de telonero puede ser bastante ingrato, y es de alabar que Lenny Kravitz haya pensado en ella para abrir sus shows en España, pero, sinceramente, la mayor de los Morente merece otro trato; inicialmente, su concierto estaba anunciado para las 19.30; el día del concierto, se dijo que sería a las 20.00; finalmente, comenzó a las 20.30.

Independientemente del baile de horarios y de que buena parte del público estaba todavía entrando en el pabellón, la cantaora se comportó como lo que siempre ha sido: una grandísima artista. Se mostró agradecida por la oportunidad de cantar para un público que no es el suyo (no es para menos, pero las cosas podrían haberse hecho de otro modo). En cualquier caso, a la granadina le bastaron los escasos veinte minutos que permaneció sobre las tablas para estremecer al Arena con el torrente visceral que manaba de su garganta. Puro arte, como el de la banda que le acompañaba, formada por seis músicos, a los que se unieron la bailaora Belén López y el benjamín de la familia, Kiki Morente, en la última canción. Ojalá vuelvan pronto y pueda ofrecer su espectáculo completo.

Finalmente, a las 21.23 horas, cuando ya arreciaban los silbidos desde algunos sectores del público, se apagaron las luces y salió a escena Lenny Kravitz. No descubrimos nada si decimos que, en el rock’n’roll, la imagen es un factor esencial, y él la tiene, vaya si la tiene. Y la luce. A pocas semanas de cumplir 61 años, el artista sigue brillando como una auténtica divinidad del rock: enormes gafas de sol, rastas largas y rebeldes, collares, pantalones de campana, chupa ceñida... Andar insolente, como mandan los cánones. El concierto comenzó con disparos de pirotecnia y las guitarras abrasivas de Bring it on. El sonido era poderoso, con los riffs marcando el terreno y los dominios en los que iba a reinar la banda, en ese momento encarnada en un fiero cuarteto de rock (dos guitarras, bajo y batería).

La fiebre de Lenny Kravitz: fans de todo el mundo acuden a la cita del Rock en el Navarra ArenaIñaki Porto

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Continuaron con Minister of rock’n’roll, en la que no perdieron ni un ápice de su potencia, pero dejaron más espacio al bajo, mucho más presente que en la anterior, y a los teclados y los coristas, consiguiendo, en suma, un sonido más elaborado. Hubo que esperar a la tercera para oír algo de su nuevo álbum; la elegida fue TK421, y en ese momento se encendieron las enormes pantallas que ocupaban toda la parte trasera del escenario, así como los dos laterales del mismo. También aquí salió el saxo, que se hizo escuchar en mitad de aquel mar de guitarrazos y sintetizadores. En la parte final, Lenny se reivindicó como multi instrumentista y se colgó un bajo que exprimió con maestría. Además de la eléctrica y el bajo, a lo largo de la noche también tocó la guitarra acústica y el piano.

Tras la cuarta, Always on the run, saludó en castellano y en euskera y dio las gracias a Dios antes de interpretar I belong to you. Con el público bastante metido en la actuación, el artista emprendió la parte central del concierto, en la que siguieron haciendo gala de una contundencia inapelable, aunque abrieron ventanas a ciertos detalles, como la guitarra acústica con la que terminaron Stillness of heart (mientras el Navarra Arena coreaba su estribillo y Kravitz bajaba del escenario para acercarse a las primeras filas), el funky juguetón de Honey, el rock sintético y futurista de The chamber o la trompeta que coronaba los estribillos de I’ll be waiting.

El comienzo había sido fulgurante y el tramo central, algo más plano, formado por temas menos conocidos, aunque se mantuvo a buen nivel. Tras dar las gracias a Estrella Morente y presentar a los miembros de su banda (dos coristas, guitarra, bajo, batería, dos saxos, trompeta y teclado), enfilaron el último tercio del show en el que ya no hubo concesiones: It ain’t over till it’s over, Again, Amaerican woman o Fly away, que es la que estaban tocando a cierre de esta edición. Si se cumplía lo previsto, todavía quedaría Are you gonna go my way y el bis de Let love rule. Una noche para no olvidar.