Crítica del concierto de Leiva en el Navarra Arena: el cantante presume de solvencia

Que Leiva tiene mucho tirón en Pamplona es algo que ya se sabía, y que, por lo visto, va en aumento. De entrada, parecía que había más gente que en su última visita, también al Navarra Arena; la pista estaba prácticamente llena, al igual que las gradas, a excepción de la más alta, que no llegó a abrirse. El resto, todo lleno de un público de lo más variado que, durante toda la actuación, demostró conocer al dedillo hasta la última sílaba de todas las canciones que interpretó el madrileño.

Musicalmente, Leiva se mantiene fiel a ese estilo de rock anglo sajón que tantos éxitos le ha reportado a lo largo de su carrera. Se nota que es lo que ha mamado desde siempre y lo que le sale de manera natural. Dicho de otro modo: se mueve como un pez en las aguas por las que, antes que él, navegaron Tom Petty, Bruce Springsteen o The Band, por citar. Comenzó con un corte de su último disco, Bajo presión, y lo cierto es que, a diferencia de lo que podría indicar semejante título, a los músicos se les vio relajados y seguros de sí mismos. Si acaso la voz del cantante parecía no estar del todo recuperada, algo más grave de lo normal. La banda que lo acompaña actuó sin un solo borrón, ejecutando con potencia el pop rock del ex Pereza y cubriendo de barro y grasa sus limpias melodías.

Repertorio con grandes éxitos

El repertorio se centró, obviamente, en el álbum que venía a presentar, aunque desde el principio de la noche fue intercalando éxitos de su carrera solista. Entre las más recientes estuvo Gigante, con su ritmo seco y sincopado, en la que el cantante tocó también la armónica; entre las más añejas, Lobos, Terriblemente cruel o Sincericidio, con solo de guitarra introductorio a cargo del propio Leiva y sus indisimulados aires "morriconianos". Recordó, como suele hacer siempre que viene a Pamplona, sus primeras actuaciones en Artsaia, Tótem y Zentral, y dijo no acostumbrarse a las actuaciones con aforos tan numerosos. A mitad de concierto dio a elegir al público entre dos cortes poco habituales: Shock y adrenalina, de su último disco, o You never can tell, de Chuck Berry; los aplausos del respetable se decantaron por la segunda, que fue interpretada según la adaptación al castellano que los hermanos Auserón realizaron en 2006. Siguieron con los ritmos funkies de Flecha, antes de regresar al rock más guitarrero con Cortar por la línea de puntos. Después, pidió silencio y móviles fuera para interpretar, a solas con su acústica, Vis a vis (con lapsus en la letra incluido, reconocido por él mismo, lo que arrancó cientos de carcajadas y aplausos).

Con éxitos que han calado tanto en su público como La llamada, Leiva no necesitaba tirar de los viejos himnos de Pereza. Sin embargo, quiso regalar alguno en la parte final del concierto: Como lo tienes tú, Estrella polar y Lady Madrid. Casi nada. Y todavía quedan los bises: Caída libre, Como si fueras a morir mañana y, para cerrar en alto, Princesas, con todo el Navarra Arena en estado de máxima celebración.