Las noches de invierno en la tele tendrían en Movistar un refugio abrigo si la pobreza energética hiciera posible que estuviera al alcance de todo el mundo aguantar sin meterse a la cama hasta las mil con los monólogos de Buenafuente y las entrevistas estrambóticas de David Broncano. El gratis y Movistar están reñidos. El caso es que esta semana los que pudieron permitírselo no se encontraron con Buenafuente. En su lugar el lunes pusieron Late motiv a su sucesor natural Berto Romero y el martes a Miguel Maldonado. La excusa: un supuesto casting para sustituir a Andreu que está metido de lleno en la preparación de la gala de los Premios Goya. Parece que aquella despedida en la última de las galas en las que participó; dejó por lo menos un buen sabor de boca por más que acabara tiroteado y llamando “cabrones” a los cineastas. Desde entonces todo parece haber cambiado: hay películas que solo se pueden ver en la tele y series que nacen con vocación de filmes cinematográficos. Es tal la mezcolanza que ya se están planteando que en los Goya del futuro se premie también las series de televisión en buena lid con las películas entrenadas en las salas. Desde luego la industria audiovisual hoy no tienen ninguna manera de distinguir los méritos de un actor o actriz que trabaja para televisión que si lo hace para el cine y lo mismo ocurre con los técnicos y especialistas. Poniéndome académico diría que la industria audiovisual nunca había sido tan homogénea. Incluida la utilización del blanco y negro en película tan destacada como Roma de Cuarón (aspirante a todo en los próximos Oscar que están al caer y que solo se ha estrenado en la tele) o Arde Madrid, dirigida por el actor Paco León: una de las series sorpresa del año y con vocación cinematográfica innegable. En la próxima gala de los Goya habrá pasos adelante a la hora de emparejar el cine con la tele. Lo intuyo: ¡a Buenafuente no lo sacan de su cita diaria si no es a cambio de que haya cambios!