PAMPLONA - Marc Marginedas (Barcelona, 1967), periodista de El Periódico de Catalunya, destacó que “la libertad de expresión atraviesa probablemente su momento más crítico” durante la recepción del Premio Luka Brajnovic de la Comunicación de la Universidad de Navarra. Un galardón de su alma máter y que lleva el nombre de uno de sus profesores, al que tuvo muy presente durante todo su discurso. En este aspecto, recordó la figura de Brajnovic, sus enseñanzas, y su lucha a favor de la libertad de expresión y la verdad, y a favor de un periodismo ético, y la comparó con la situación actual “cuando los totalitarismos emergen de nuevo y amenazan las libertades del ser humano, no ya son ejércitos o milicias partisanas sino mediante las nuevas tecnologías y sofisticados procesos de desinformación, recurrir a los principios de don Luka nos enseñó en esta universidad se convierte en casi un ejercicio de supervivencia que nos permite afrontar los nuevos desafíos”.

FALTA DE ÉTICA

El periodista catalán destacó que la desinformación o la manipulación son consecuencia de la falta de ética. En este aspecto expuso el ejemplo de las pasadas elecciones de EEUU, que “146 millones de votantes estuvieron expuestos a anuncios falsos sufragados por Rusia y diseminados a través de Facebook”. Una campaña que tal como mencionó el periodista “buscaban mermar la credibilidad de la democracia como sistema, azuzando miedos irracionales hacia los extranjeros y fomentando el racismo”.

También subrayó las consecuencias de la labor de Cambridge Analytica, que “se dedicaba a recabar los datos de millones de usuarios de una red social sin su permiso y a elaborar con ellos perfiles psicográficos de las futuras audiencias con el objetivo de incrementar la efectividad de cualquier campaña publicitaria”.

‘Hechos alternativos’ En plena época de posverdad, Marginedas manifestó que “todo periodista tiene obligación de hacerse con la verdad, de aprehenderla y transmitirla con posterioridad a la audiencia. No existen hechos alternativos, ni realidades paralelas. Lo que ha sucedido, ha sucedido y no es opinable”.

A su vez subrayó que la verdad es “la base sobre la que se sustentan nuestras sociedades, es el consenso, el mínimo común denominador a partir del cual cada ciudadano construye sus opiniones”. Además, el catalán manifestó que una comunicación que carece de ética “ataca precisamente el bien más preciado que posibilita la convivencia entre diferentes formas de pensar y de sentir”.

En este aspecto destacó que recientemente se ha acuñado el término hechos alternativos que se emplea “cuando el resultado del trabajo de los periodistas incomoda o contradice los intereses de mandatarios, políticos y sus portavoces”. En este aspecto puntualizó también el ruido informativo generado en algunos casos como los ataques químicos de Siria, que “han difundido tantas versiones sobre lo sucedido que los lectores y los ciudadanos en general han perdido interés, llegando a la cínica conclusión de que, en este tema, como en otros muchos, es imposible averiguar la verdad”.

A raíz de esto también expuso que en el caso del derribo del avión de pasajeros malasio que ocurrió en Ucrania en 2014, que “el ruido que emiten las autoridades de Moscú es tal, que ha llegado a afirmar que el aparato fue derribado por una batería ucraniana tierra-aire, pese a que las milicias prorrusas carecen siquiera de aviones de combate”.

Por ello, confesó la importancia de tener claro que “los periodistas no nos limitamos a informar” y que “debemos prever los efectos que pudieran derivarse de nuestras informaciones, anticipándonos a ellos y actuando en consecuencia. La responsabilidad es una noción clave que debe acompañar en todo momento la labor periodística”.

RESPONSABILIDAD

Marginedas destacó “lo lejos que aún nos encontramos los periodistas y los responsables de los medios de asumir estos ideales”. En este aspecto, partiendo de la mediatización del secuestro que sufrió en 2013 y 2014 subrayó que las imágenes de la ejecución de sus compañeros “que ocuparon las primeras páginas de importantes cabeceras, abrieron noticiarios y programas televisivos. No aportaban nada desde el punto de vista informativo, pero sí atraían de sobremanera una audiencia ávida de morbo”.

El periodista catalán manifestó que dichas imágenes “sin apenas plantearnos sus consecuencias, los periodistas y los medios nos convertimos en la caja de resonancia de la sesgada visión de la religión islámica basada en la intolerancia y en el supremacismo”. A su vez destacó que “hicimos exactamente lo que pretendían los secuestradores: nos transformamos en correa de transmisión de un mensaje de odio y venganza ideado para seducir a una audiencia de posibles reclutas”.

APRENDIZAJE CONSTANTE

El periodista de guerra apuntó que la comprensión de la ética y de la responsabilidad de dicha profesión “no es un proceso estático, que se aprende una vez. Es algo vivo, que hay que nutrir a diario mediante la reflexión y la lectura. Nuestras acciones y decisiones a la hora de informar siempre son susceptibles de mejora, siempre pueden ser más empáticas, o prever de forma más acertada sus posibles consecuencias”.

Aún así, Marginedas se mostró positivo y a raíz de la perdida de la confianza que ha sufrido en los últimos años el sector de los medios, señaló que “tarde o temprano conseguiremos restablecer la confianza en la información y en la profesión periodística, devolver progresivamente la saludo a nuestros debates y discusiones públicas, hacer comprender a nuestros dirigentes que el recurso de la desinformación y la manipulación no tienen cabida en el espacio mediático de las sociedades modernas”. Al final de la intervención, después de mostrar su agradecimiento por la recepción del galardón, retomó la idea del inicio del discurso: “Nuestra profesión afronta retos tan importantes como los que con tanta certeza lidió en su juventud el profesor que da nombre a este premio”.