Nahiak Kantata
Libreto de Iñigo Legorburu. Música de Iñigo Casalí. Coral Atarrabia (Iñigo Casalí, director), Coral Paz de Ziganda (Mari Paz Arizkun, directora), Coral San Andrés (Ekhi Ocaña, director). Itxaso Moriones, soprano. Nerea Berraondo, mezzosoprano. Julen Jiménez, tenor. Sabino Perez de Sirias, bajo. Iruñeko Orkestra. Iñigo Casalí, dirección. Sala de Cultura de Villava. 28 y 29 de octubre de 2023. Se agotaron las entradas las tres sesiones (10 euros).
Para un libreto de Iñigo Legorburu, eminentemente utópico, Iñigo Casalí ha escrito una música totalmente comprensible a primer oído; dentro de su estilo, donde la vena melódica sigue siendo inagotable, bien hilvanada y coherente en todos y cada uno de sus números, absolutamente tonal y tarareable desde el primer compás y muy descriptiva del texto, casi cinematográfica en muchos tramos. No hay que hacer ningún esfuerzo para su comprensión, así que llega y fluye por la sala, sin problemas. Esa comprensión parte, también, de los intérpretes, que hicieron una buena versión, con un coro bien empastado, una orquesta que lució cuerda frondosa y solos impecables (concertino, oboe, trompa, flauta…), y unos solistas que salieron airosos. Porque, esa corriente de sencillez en la escucha, no es simpleza; todo está bien ensamblado y orquestado; hay pasajes tirantes para las voces que se salvaron muy bien, fraseos ligados cargados de emoción, y sobre todo la sensación de bienestar y fluidez de lo que está bien trabajado. Aceptando, pues, el estilo, llamemos clásico, y la utopía, (que hoy parece más irrealizable que nunca), de integración multicultural, relación con la naturaleza, reconciliación del ser humano, etc. el espectáculo musical ofrecido por la sala de cultura de Villava, resulta muy agradable y tuvo un gran éxito avalado por los aplausos.
Después de la obertura, que cita los temas, el coro entra optimista con ritmos trasatlánticos; y es que la obra, aún con fuertes raíces locales, aspira a la universalidad, porque, ciertamente su texto de bonhomía es, también universal. El coro siempre va a estar compacto, con un sonido lleno y contrastes “fuerte-piano”. Soprano y mezzo (presente y futuro) cantan a solo un aria calmada, en la que inciden en dúo. Bonita. Los chelos salen con un pasaje adornado. La orquesta queda algo fuerte para las voces. El tema “Porque nadie es más que nadie”, que se repite a modo de estribillo, está muy logrado para conmover: es un coro a capella, recogido, dicho a media voz y convincente. Contrasta con la parte un tanto incisiva y crítica con la tecnología: sonido industrial, onomatopeya robótica por parte del coro, y un recitado del tenor (que lució bonito timbre todo el concierto). Quizás aquí hubiera estado bien ir a un “rap” más descarado. La “Meditación”, con texto de Gandhi, es un grito desesperado que apela al individuo para que se comprometa a cambiar el mundo a mejor. Son unos compases que van al fuerte un tanto desesperado, que el coro y el cuarteto solista, salvan bien. La lucha entre la Naturaleza (Albaka y maderas de la orquesta), y el hombre (cuerda y metales) se representa con algunos choques tonales (no muy cruentos), y se decanta por un episodio pastoril, con el tema de “Ama Natura”en el coro, tema amable, como una suave brisa. Se lucen la concertino y la flauta. El tema de los migrantes (todos somos migrantes), es muy rítmico; sale claro en el coro; el cuarteto queda algo oculto por el volumen de todos. El final, con un solo de trompa muy rotundo y poderoso, es un tanto épico. Con exaltación de lo local y deseo (nahi) de buen futuro para todos.