Hace ya mucho tiempo que los vientos soplan a favor para Depedro. Su líder, Jairo Zavala, lleva toda su vida dedicada a la música: primero, con su banda Vacazul, y después, desde hace ya más de quince años, al frente de Depedro, por no mencionar otros proyectos con los que ha mantenido estrecho contacto, como su amiga Amparanoia o los estadounidenses Calexico. La semana pasada había llenado dos veces la sala La Riviera de Madrid y este sábado a punto estuvo de dejar sin entradas Zentral. Venía a presentar su último álbum, Un lugar perfecto, en el que rinde homenaje a la música tradicional americana, manantial inagotable del que han bebido, beben y seguirán bebiendo sus composiciones.

Un lugar perfecto: Depedro

Fecha: 17/01/2025. Lugar: Zentral. Incidencias: Sala prácticamente llena. Buen ambiente, público muy participativo. Jairo Zavala (voz y guitarras), Héctor Rojo (bajo), Kike Fuentes (guitarra) y Raúl Marqués (trompeta, vibráfono, acordeón), Martín Bruhn (batería)

Comenzó apelando al nosotros en vez de al yo en Lo que va pasando (“como si nada doliera / como si aceptáramos las respuestas / a las preguntas que nos rodean / solo nosotros / solo nosotros”, reza su letra), de su último disco, antes de continuar con una más antigua, Como el viento, que contó con estupendo solo de trompeta. Una música como la suya requiere de diferentes pinceles para hacer brillar todo su esplendoroso colorido. Ahí su banda juega un papel esencial: el batería también se ocupa de las percusiones; el teclista combina su instrumento con el vibráfono, el acordeón y la trompeta; además, un bajista y el propio Jairo con la guitarra eléctrica (casi siempre), y también con la acústica. Cuatro músicos, no más, pero un sin fin de sonidos para adobar sus canciones con especias del folclore americano y africano.

La banda ofreció un repertorio bailongo y muy bien conocido por el público. Hubo rescates de su último álbum (La siembra, con los teclados emulando al cuarteto de cuerda que grabó en el disco, Ojalá el amor nos salve, en la que la sala cantó los estribillos, o Habilidad, esa oda a la naturalidad y el error humano). No faltaron, por supuesto, los temas más emblemáticos de su carrera, como la trepidante Nubes de papel, esa preciosa gema pop que es Déjalo ir (¡qué gran estribillo!), o Un hombre bueno, uno de sus primeros éxitos. En Te sigo soñando llegó la sorpresa de la velada, cuando salió a cantarla nuestra Leire (Iseo), a dúo con el músico madrileño.

Por su parte, Jairo supo conectar con su audiencia con sus palabras y su actitud, incitando al público a cantar y a bailar cada canción. Cuando llegó la hora de El pescador, se bajaron todos a la pista de la sala y la interpretaron rodeados de sus seguidores. Dejaron para el final esa Llorona, tracional mexicana que forma parte inextirpable de su repertorio y que el público recibió con auténtico entusiasmo. Ya en los bises, el tridente formado por Niebla, Diciembre y Mañanita sirvió de exitoso cierre a la actuación. Un gusto, como siempre, disfrutar de la música de Depedro. Reconforta comprobar que un proyecto independiente como el suyo es capaz de abrirse camino en esta selva mercantilizada y estandarizada que es la industria musical. Y además, ganando adeptos en cada nueva etapa.