La vida sigue, pero no de la misma forma. Al menos, en lo que se refiere al mundo de la pelota a mano profesional, ya que uno de sus referentes disputó el pasado sábado en el Labrit su último partido. Rubén Beloki puso punto y final a casi dos décadas de exitosa carrera. Lo hizo por todo lo alto, disfrutando de cada segundo de una jornada que pasará a la posteridad por la multitud de aficionados que se dieron cita en La Bombonera para despedir al burladés y porque sirvió para homenajear a un pelotari de leyenda que deja una huella imborrable.

Rubén Beloki jugó el sábado su último partido como profesional, pero no dejará la pelota. Ha sido su vida y lo seguirá siendo. Un Labrit abarrotado le despidió a lo grande. Y entre los más de 1.200 aficionados que poblaron las gradas del frontón pamplonés se encontraban muchos conocidos del burladés: familiares, amigos, compañeros, seguidores, ilustres exdeportistas, políticos... De todo un poco. Estuvieron sus padres. Su mujer y sus hijos. Sus amigos de Burlada. También hubo una representación del club Oberena, donde Beloki se formó tras pasar por la escuela de pelota de su localidad natal. Y un buen puñado de pelotaris, en activo y retirados, entre los que se encontraba Inaxio Errandonea. Al director comercial de la empresa Aspe le tocó participar de forma activa en el homenaje, ya que fue el encargado de representar a su promotora en la entrega de obsequios al zaguero burladés. "Rubén y yo siempre hemos tenido una muy buena relación porque fuimos durante muchos años compañeros de cuadro y también nos hemos llevado bien cuando hemos coincidido fuera de la cancha. Por eso, le di un recuerdo de parte de Aspe con mucho gusto", señaló Errandonea, a su vez, uno de los actores del partido donde se forjó la leyenda de El látigo de Burlada.

Fue curiosamente el beratarra el rival ante el que Rubén Beloki se convirtió en el pelotari más joven de la historia en ganar el Manomanista. Ocurrió en 1995. "Por aquel entonces él tenía 20 años y yo 30", rememoraba ayer Errandonea. "Rubén siempre ha dicho que no entraba en sus planes ganar aquella txapela, pero a mí me pasó lo contrario. Iba ganando 15-12 y le dije a mi botillero que veía a Rubén contras las cuerdas, pero me equivoqué". Y tanto. Beloki encadenó entonces una decena de tantos consecutivos que le terminaron de consagrar apenas tres años después de su debut y justo tras ganar el mano a mano de Segunda. "Me dejó clavado", recordaba el zaguero de Bera, ahora dedicado a labores empresariales en Aspe.

"Rubén pegó fuerte desde el día que debutó. Comenzó jugando estelares y no los dejó hasta el sábado", señalaba Errandonea, que también glosó las virtudes del burladés, así como las dificultades con las que se encontró a lo largo de su carrera. "Ha sido uno de los zagueros que ha dado ventajas, uno de los grandes de la pelota por sus títulos y por los partidos que ha jugado. Ha marcado una época. Cuando irrumpió, se pensaba que iba a ser invencible, pero ha tenido la mala suerte de encontrarse ahora con una gran generación de pelotaris encabezada por Irujo y Aimar". Con esto, Errandonea quería decir que "ha sido un puente entre generaciones".

Otro que no se perdió la última función de Beloki fue el pelotari aficionado Álvaro Okiñena. Pero lo hizo desde un lugar privilegiado. Concretamente, desde la posición de juez. A Okiñena le hizo una ilusión especial participar de forma activa en el homenaje a Beloki porque "fuimos compañeros en Oberena e incluso una vez jugamos un partido juntos: yo como delantero y él como zaguero. Aunque Rubén tiene dos años menos que yo, despuntó desde muy joven y siempre jugaba con los mayores". El veterano pelotari aficionado explicaba las razones que le permitieron ser el juez del partido de despedida del burladés. "El presidente de los jueces de Navarra, Pablo Baztan, me comentó la posibilidad y acepté encantado. Fue un honor", señalaba Okiñena.

Al que el sábado ejerciera de juez en el Labrit le emocionó el homenaje a Beloki y matizaba que fue merecido porque "se va un gran pelotari y una gran persona". Y es que, a juicio de Okiñena, "Rubén rompió con lo que era la pelota en el momento en el que debutó como profesional. Irrumpió con 17 ó 18 años cuando todavía estaba instalada la hegemonía de Julián Retegui y Ladis Galarza, pero él marcó una nueva dinastía. Sus duelos con Eugui eran eléctricos y llenaban frontones, como ocurrió el sábado en su despedida". También se atrevió Okiñena a opinar sobre el futuro del burladés. "Ha tenido la fortuna de que su empresa le vaya a dar la oportunidad de seguir ligado a la pelota, pero también es cierto que su empresa no podía dejarle escapar".

También se dejó ver por el Labrit Mikel Goñi, expelotari de Aspe enrolado ahora en otra empresa menor como es Garfe. Incluso tuvo tiempo de pasarse por los vestuarios de La Bombonera para departir con Beloki mientras el burladés se colocaba los tacos por última vez. Al baztandarra no le costó ningún esfuerzo alabar al homenajeado porque "Rubén ha hecho las cosas muy bien y ha tenido una carrera intachable. Ha estado siempre entre los mejores y se va como se merece, jugando un partidazo contra los primeras. Es un ejemplo a seguir para cualquier pelotari, un campeón, una gran persona y un compañero fenomenal. Me parece justo que se haya ido de esta forma, jugando arriba, sin arrastrarse y con todo el frontón lleno".

El delantero de Oronoz Mugaire se acordaba también del espectacular mano a mano que protagonizó con Beloki en agosto de 2001 con motivo de la Feria de La Blanca. "Fue mi mejor partido. Estaba en mi mejor momento y le gané por la mínima (22-21). Jugamos los dos a un gran nivel y ganarle a un grande como Rubén siempre hace especial ilusión. Me quedo con eso".

Otros ilustres también se sumaron al elogio. Fernando Arretxe dijo del burladés que "se va uno de los grandes", mientras que el exciclista Miguel Induráin, que también estuvo en el Labrit, le envió un consejo: "Ha dado mucho al deporte y se merecía una despedida así. Ahora tendrá que disfrutar de su deporte de otra manera". Seguro que Beloki tomará nota. De las recomendaciones y de los piropos. Merecidos.