PAMPLONA. La magnitud de la tragedia ocurrida el fin de semana en el Manaslu, donde un alud de hielo provocó la muerte de ocho montañeros y la desaparición de otros tres, ha vuelto a poner de manifiesto la extrema peligrosidad de una actividad que, al margen de los récords y de las campañas de márketing generadas a su alrededor, cada temporada arrastra a más personas y expediciones hacia el Himalaya, donde reposan las montañas más altas del planeta.

Uno de ellos es el pamplonés Patxi Goñi, que en 2010 trató de alcanzar la cima del Manaslu en una expedición junto al veterano alpinista Carlos Soria (ahora en el Dhaulagiri), pero con el que se tuvo que dar la vuelta muy cerca del objetivo por culpa de las inclemencias meteorológicas. Goñi ha seguido estos días muy de cerca todos los acontecimientos ocurridos en el Himalaya nepalí, con el imborrable recuerdo que pese a todo le dejó su intento frustrado de ascensión a la octava cumbre más alta del planeta, con 8.163 metros, y la quinta más peligrosa de los catorce ochomiles.

"Estéticamente es el más bonito de todo el Himalaya. Está solitario, no hay ninguna montaña que le haga sombra, pero tiene zonas peligrosas, sobre todo el tramo que va del campo 2 al 1, ya que tienes que pasar por un embudo con muchos seracs colgando de la cabeza. (Exclama). Pasar por ahí nos generó una tensión extrema".

Uno de estos seracs, masas inestables de hielo, fue el causante de la tragedia en la noche del sábado al domingo, sobre las 4.30 hora local, tras barrer 25 tiendas de campañas instaladas en el Campo 3, a 6.800 metros, y doce del Campo 2, a 6.300. Veintiún montañeros pudieron salir con vida del alud, pero cuatro franceses, un italiano, un alemán, un nepalí y un catalán de 43 años, Martí Gasull, se la dejaron allí.

"Mucho depende del lugar exacto donde colocaron las tiendas y del propio alud, pero recuerdo que esa zona es una pala inmensa, aparentemente sin peligro, pero que tiene mucha inclinación y al fin y al cabo todo lo que está arriba, tarde o temprano, acaba por caer. Lo peligroso se encuentra entre el Campo 1 y el Campo 2, que es la zona donde precisamente tuvo lugar el accidente".

Durante la expedición de Goñi, que se prolongó durante casi treinta días en mayo de hace dos años, montaron 3 campos, el último a 7.500 metros y sufrieron un tiempo infernal. Todavía se estremece al recodarlo. "El día que intentamos hacer cumbre nos dio el tiempo para colocar las tiendas en un campo de hielo, en un collado. Allí estuvimos tres días cogidos por una gran tormenta que no nos dejó salir de las tiendas".

"SALIR PITANDO" No lo duda al afirmar que fue su peor experiencia. "Fue pura supervivencia; debíamos agarrar las tiendas por las rachas de viento tan racheado que había y sacando nieve sin parar de dentro de las tiendas y de los sacos. Se puso muy serio. Ha sido la peor tormenta que nunca ha pasado en el Himalaya, parecía que estábamos dentro de la tormenta, porque veíamos el resplandor y los ruidos de los truenos y relámpagos por todos los lados. Al tercer vía pudimos abandonar las tiendas y salir pitando hacia abajo".

Cree que la ubicación tan especial del Manaslu provoca que las condiciones sean tan extremas. "Al estar tan solitario se crea un microclima, y cuando se mete una tormenta no hay forma de que se vaya. De los 30 días que estuvimos, en 27 no paró de nevar y muy fuerte. Esto nos obligaba a subir a los campos de altura a retirar la nieve cada muy poco tiempo, con lo que supone de desgaste físico. Creo que ahora el tiempo es peor porque después del Monzón hay mucha nieve acumulada".

Conoce por su dilatada experiencia en altura que no hay forma de prever una avalancha. "Ya puedes ser un principiante o el mejor escalador del mundo, que si te pilla te pilla y no sales. No sé el lugar exacto en el que estaban las tiendas, pero los que allí dormían conocían el riesgo de esa montaña. No hay nada que hacer".