- Hace apenas dos años, en el Giro de la pandemia, el de 2020, a Jai Hindley le borraron la sonrisa en la crono final de Milán. Se encargó de ello Tao Geoghegan. De algún modo se impuso la lógica. Hindley apenas tenía margen respecto al inglés, mucho mejor en los asuntos que se dilucidan bajo el yugo del reloj. Hindley, que en aquella edición era el más fuerte en las cumbres, aprendió. Por eso, en la Marmolada, donde el Giro al fin se desató de la ligadura que unía a Carapaz, el australiano y, en menor medida, a Landa, Hindley no tuvo piedad. Reservó sus piernas hasta la recta infinita, allí donde el gigante dolomítico arrodilla voluntades. “Sabía que iba a ser la etapa crucial, con un final brutal. Si tenía las piernas podía marcar la diferencia y lo hice. Nos reservamos para hoy (por ayer) y salió perfecto. Teníamos a Kämna al frente. Fue de gran ayuda cuando lo atrapamos. No podría haber regulado mejor cuando retrocedió. Fue una etapa épica”.

El australiano apostó todo en ese tramo después de que Carapaz abriera el portón de los ataques. Eso condenó después al ecuatoriano, que no era tan sólido. La pértiga de Kämna dio vuelo a Hindley. Ni Carapaz ni Landa pudieron presionar al australiano, que llega a la crono de cierre con una renta estupenda. 1:25 sobre Carapaz y casi dos minutos, 1:51, respecto a Landa. “Es difícil decir cómo será una contrarreloj al final de tres semanas de carrera, pero me moriré para conservar la maglia rosa”. Salvo accidente, en un recorrido de 17 kilómetros, con una pequeña subida a modo de bisagra y con la paridad de los tres contendientes en las cronos, parece una distancia insalvable.

A Landa, que finalizó la ascensión con el rostro arrugado, ojeras y la nariz chata que provoca el esfuerzo al límite, la contrarreloj de Verona le ofrece un resquicio para ascender en el podio y ser segundo. Carapaz llegó fundido, sin más aliento que el imprescindible para sobrevivir. Al ecuatoriano se le cayó la careta. Quedó al descubierto su debilidad. Entregó 1:28 con Hindley y también salió perdedor con el de Murgia, que se encuentra a 26 segundos “¿Para mañana (por hoy)? Carapaz ha acabado muy vacío parece, veremos a ver. En las cronos nunca he ganado puestos. No será fácil”, cerró Landa. l

Padecimiento. La Marmolada no tuvo piedad con Mikel Landa. Le radiografió hasta el tuétano. No fue le mejor día para el alavés, que cuando se desabrocharon Carapaz y Hindley tuvo que admitir que ese ritmo no le pertenecía. En cualquier caso supo regular en medio del sufrimiento y restó 39 segundos con Carapaz, absolutamente hundido. El australiano, para entonces, era inaccesible. Después de sentarse para recuperar el resuello, Landa comentó que “no me he encontrado bien todo el día. Al final he regulado un poquito. Vi que Carapaz iba a menos y, cuanto más arriba, mejor me iba encontrando. He sufrido mucho”.