Una parte del tenis profesional está muy cabreada con la Federación Internacional de Tenis, y con su Agencia Internacional para la Integridad del Tenis (ITIA), por su peculiar manera de tratar y castigar los casos de dopaje en ese deporte. En concreto, por no tener piedad con los tenistas más modestos pero encontrar siempre una justificación para castigar con mucha suavidad a las grandes figuras.
Un doble baremo con el que ya se han beneficiado Jannik Sinner, la gran estrella emergente, y la número dos del mundo Iga Swiatek, que se han ido casi de rositas tras dos positivos. La ITIA dice que no, que examina cada caso con seriedad y tal, pero que la Agencia Mundial Antidopaje haya recurrido la sanción a Sinner demuestra que hay sospechas razonables de que el tenis no hace todo lo posible contra el dopaje. Al menos, no contra el de sus principales figuras.