bilbao - La incómoda situación deportiva que vive el Athletic rebasado el primer cuarto del calendario parece centralizar el análisis de la actualidad del club. Se interpreta que la decepción provocada por el flojo arranque del proyecto Berizzo lo condiciona todo: desde el anuncio de la fecha electoral y el adiós de Josu Urrutia hasta los acontecimientos que vayan a sucederse de aquí al 27 de diciembre y, por supuesto, el período posterior a dicha fecha que englobaría el resto de la temporada.

Una única certeza, los diez puntos que figuran en el casillero y su inquietante traducción en la tabla, basta para dar rienda suelta a la elucubración. En plena crisis de identidad del equipo, divagar se convierte en un ejercicio tentador, casi irresistible. Mientras no haya datos precisos que, necesariamente, se han de vincular a personas físicas, todo vale. Urrutia ha expuesto su circunstancia, la que le ha conducido a renunciar a la reelección y a partir de ahí no se conoce quién o quiénes asumirán el protagonismo, lo cual abona el terreno para que cada cual se explaye como estime oportuno.

Era sabido desde mucho tiempo atrás que con el mes de marzo como tope se celebrarían elecciones. También se preveía que Urrutia se haría a un lado. Los tres meses de adelanto en la apertura de las urnas no deberían en principio alterar la voluntad de los socios dispuestos a dar un paso al frente. Además, en teoría, ese plazo extra para la futura directiva constituye una ventaja, le concede más margen de maniobra. Al respecto, se apunta sin remilgos a la posibilidad de recurrir al mercado invernal a modo de baza. Sin embargo, se escuchan voces que aseguran que la inesperada trayectoria del equipo trastocaría el escenario electoral, al menos parcialmente.

Ya no está tan claro que vaya a haber candidatos, en plural, pese a la insistente rumorología y los globos sonda de estos meses. El eco que producían los nombres que se han barajado con relativa discreción, cabezas de lista y colaboradores varios, ahora empieza a remitir. Se duda incluso de que algún miembro de la directiva actual esté por la labor de continuar la obra desarrollada en los últimos ocho años.

Javier Aldazabal, secretario de la junta, se perfilaba como la alternativa número uno, su opción había ido tomando cuerpo según se quemaban fechas, antecediendo en el pronóstico a Alberto Uribe-Echevarria, que fue el directivo al que se colocó en la parrilla de salida hace unos cuantos meses. La presencia de este al lado de Urrutia en una comparecencia reciente fue esgrimida como una pista que, sin embargo, no ha tardado en desvanecerse.

Aldazabal, persona reconocible para el socio por su capacidad para conducir con exquisito tacto las asambleas anuales del club, gozaría del apoyo generalizado de sus compañeros de Ibaigane, pero en cuestión de horas se ha puesto a circular el rumor de que ha declinado liderar la candidatura que representaría una sucesión no traumática y la garantía de que el club se gestionaría siguiendo las líneas maestras del mandato de Urrutia. Unas fuentes aseguran que la negativa de Aldazabal es irreversible, aluden a la precariedad que a día de hoy transmite el primer equipo como factor disuasorio. Otras, en cambio, insisten en que se halla en un proceso de deliberación y que aguarda el momento de pronunciarse.

táctica En el caso del empresario José Antonio Jainaga, que el pasado febrero dejó caer que podría estar interesado en tomar el testigo de Urrutia, gente que se reclama de su entorno asegura que prácticamente ha descartado lanzarse a la carrera electoral. El presidente de Sidenor miraría con recelo la vertiente económica; en su proyección de futuro intuye más sombras que luces, algo que estaría conectado a la faceta deportiva.

En definitiva, la incertidumbre se apodera del ambiente generando una expectativa impensable, insólita, que probablemente sea pasajera y eminentemente táctica.

En este sentido, hay voces que insisten en que habrá movimientos en breve, pero que con el anuncio oficial tan reciente ninguno quiere ser el que dé el primer paso. No faltan los “observadores” que aseguran que de conformarse una lista con las personas que han colaborado con Urrutia, se asistiría a una reedición de lo sucedido hace cuatro años. Esto es, no habría elecciones y se proclamaría presidente Aldazabal o la persona que quisiera asumir la responsabilidad de entre las que pertenecen a la directiva al mando. Esta teoría sostiene que los socios que han sonado y aún lo siguen haciendo únicamente estarían dispuestos a presentarse si es para no competir con los actuales inquilinos de Ibaigane.

El tiempo dará o quitará razones, aunque no parece descabellado que la escasa fiabilidad que a día de hoy transmiten entrenador y futbolistas esté ejerciendo su efecto en el ámbito institucional. Así se sugiere o se confirma, en función de cuáles sean los mentideros consultados.

Resulta innegable que ya la temporada anterior fue problemática y que el Athletic en vez de levantar el vuelo, colecciona bandazos. El contexto alienta lecturas dispares. La manida igualdad que se observa en la tabla puede ser un arma de doble filo, pero por ahora no se han abierto distancias insalvables. Clubes que aspiraban a vivir en la zona noble aventajan al Athletic en tres puntos o menos y son media docena los que le separan de la frontera con las plazas continentales. Datos que, claro está, se han de completar con la constatación de que el descenso se halla a un punto.