Entre los asuntos que se pueden poner en la agenda anual sin temor a equivocarse, el más previsible es el de la crisis otoñal del Real Madrid. Suele caer en octubre pero este año se ha adelantado un poco, quizás por el cambio climático. Y aunque presentan alguna variación según la temporada, son crisis en las que siempre se pone todo en cuestión. Todo. Desde la plantilla entera hasta el míster y el presi. Nada vale para nada. A unos se les ha olvidado jugar, el otro ya está obsoleto y el de las alturas no ha fichado lo que debía. Hay que hacer borrón y cuenta nueva, y si no tiramos también el Bernabéu es porque costaría un pastón. Ahora, el patrón decidirá si echa o no a Zidane. Y con él o con otro (hasta Mourinho se ha ofrecido), en cuanto lleguen las victorias pelillos a la mar y fin de la crisis hasta el próximo bache de resultados. Quien se juega todo siempre en la Champions no hace balance de verdad hasta que le eliminan o la gana.