Una de las mayores equivocaciones del ciclismo del último medio siglo ha sido permitir, y hasta propiciar, que el Tour se convierta en la carrera por etapas más importante de todas, muy por delante del Giro y de la Vuelta. Es un error en el que no han caído con sus mejores competiciones el tenis, el golf, el motociclismo o la Fórmula 1. Por eso, agrada oír a Egan Bernal, último vencedor del Tour, cuando se sale del guion habitual y dice que su principal objetivo no es volver a ganarlo, sino ser el primer americano que se adjudica las tres grandes. Es decir, que ahora quiere ir a por el Giro y a por la Vuelta, lo que va a revalorizar esas pruebas. Es interesante que desde Colombia se vea ese triplete como un reto más atractivo que acumular victorias en el Tour. Y para quien caiga en la tentación de decir que eso es ir a lo fácil, un simple dato: veinte ciclistas (Armstrong al margen) han ganado dos o más Tours, pero solo siete las tres grandes.